«En la Iglesia cabemos todos, no es un club de santos», ha asegurado el cardenal Cobo en la entrevista, que se emite esta noche en TRECE. Trump, laicos, justicia social, serán otros temas a debate.
10 de febrero 2025.- «Dicen que es uno de los hombres de Francisco para los retos que tiene la Iglesia de este cambio de época». Esta será la carta de presentación del cardenal Cobo, arzobispo de Madrid, ante su intervención en el programa La Gran Pregunta, presentado por Jesús Avezuela, director de la Fundación Pablo VI, y que se emite la noche de este domingo a las 23:30 horas en TRECE. Durante los 50 minutos que dura la entrevista, el cardenal responderá a grandes temas como qué lugar ocupa Dios en la nueva era digital y otras cuestiones más tangibles como la política, las migraciones, los medios de comunicación, el papel de la mujer, las ideologías o la crisis de los seminarios.
Falta de vocaciones en la Iglesia española y la importancia de la reorganización de los seminarios
«Los seminarios vienen de una época donde se cogía al que tenía vocación, se le separaba del pueblo de Dios y se le metía en un edificio donde se formaba. Yo creo que ahora, a raíz del Sínodo y a raíz también de lo que el Papa plantea, la propuesta son comunidades más abiertas y presentar la formación como un proceso, no como un edificio; el seminario no es un edificio, sino un proceso para hacer pastores y para que sean los discípulos misioneros que el pueblo de Dios necesita».
Surgen nuevos movimientos que incrementan los números y hay quienes eligen este camino. Otros quieren volver al modelo tradicional de parroquia. ¿Cuál es el modo?
«El número y el éxito son efímeros. Lo nuestro es hacer cristianos y no números ni masas, lo nuestro es hacer cristianos uno a uno. Efectivamente, hay grupos creativos en este tiempo también difícil y estos grupos tendrán que aprender a habitar la Iglesia […]. Tendremos que aprender a estar en la Iglesia, pero también en las parroquias. En este cambio de época, las parroquias tienen que aprender a relacionarse de otra manera con la cultura».
Hay mucho movimiento global y, en medio de todo eso, la Iglesia propone un Jubileo de la Esperanza. ¿No es un ejercicio de buenismo?
«Tenemos a un Trump que juega con el miedo. Tenemos una guerra cultural, la guerra por los datos, la guerra por las energías renovables, la guerra por ocupar espacios geopolíticos en el mundo, que nos tiene paralizados. Esa esperanza desbloquea esos miedos».

Inmigración. Dentro de la propia Iglesia hay reacciones diferentes. ¿Dónde nos situamos?
«El problema que tenemos a veces es la ideología. La ideología intenta construir la realidad. La ideología encapsula y crea repeticiones de lo que tengo. La ideología no mira a las personas. La fe sí. La fe lo primero que hace es mirar a los ojos de la gente. Desde la fe tendríamos que afrontar la migración. No desde la política, porque no es lo nuestro […]. Apoyemos para que haya un pacto migratorio en Europa».
¿Estamos haciendo un uso político de la religión?
«Cuando la política o la religión se encierran, cuando somos autorreferenciales y lo que nos ponemos es a tirar al otro las diferencias, lo que hacemos es que la gente sensata se encierre tanto en política como en religión, que no haya diálogo».
Los acuerdos del Estado con la Santa Sede, ¿están en peligro?
«Yo he sido cura de un barrio concreto, y cuando yo me tengo que sentar a la mesa en una junta de distrito estoy con otras asociaciones, pero yo en ese barrio tengo ocho centros con ocho lugares, que son ocho parroquias, donde se reúne muchísima gente todos los domingos; aunque sea solo por el cómputo de ciudadanos, nosotros tenemos una presencia y una relevancia que no tienen otros; entonces, no es que sean privilegios, como dicen algunos, estos Acuerdos Iglesia-Estado; son simplemente el tratamiento adecuado a una realidad que todavía tenemos presente en nuestro país».
Dicen que Francisco es un Papa de izquierdas porque habla de cambio climático, de justicia social…¿Qué dice el cardenal?
«El Papa ve los problemas que hay y los analiza no con la política, con el Evangelio, y es que para la Iglesia la presencia social no es algo tangencial; la Iglesia está llamada a estar presente en la sociedad, como levadura en medio de la masa. El Papa está intentando dar respuestas a los grandes retos que tiene nuestro mundo y hacerlo desde la Iglesia samaritana; no podemos olvidar que lo nuestro es empezar por los más pobres».
¿Hay una parte de la Iglesia que, quizás, estos temas de justicia social los ve como de segundo plato?
«No debía ser así, porque el Evangelio no es así. Jesús cuando pasa por la entraña de la tierra, lo que hace es ir a los enfermos, a los que están solos, y predicar. Quien quiera apartar eso está quitando una página fundamental del Evangelio».
En el último año se ha escuchado en alguna diócesis esto de las terapias de conversión. ¿Cuál es la postura oficial de la Iglesia?
«Aquí cabemos todos. La Iglesia no es un club de santos, y el que quiera hacerlo está equivocado, porque la Iglesia está hecha para los pecadores, yo el primero, y en la Iglesia estamos los pecadores. Segundo, la condición sexual no es ni buena ni mala, ¿y la Iglesia para qué está?, para acompañar a la gente en los procesos, a cada uno como venga. Cuando hablamos de que ese proceso de acompañamiento supone la conversión y el acompañamiento, me imagino que alguien lo lee por ahí y dice “terapia”, pero yo creo que lo nuestro no son las terapias, y, si lo hacemos, lo hacemos mal, porque la Iglesia no está para hacer terapias. Ahora, que tampoco nos quiten que podamos hablar de conversión, que es lo que hacemos cada Cuaresma».
Los laicos en la Iglesia y, en particular, la mujer en la Iglesia. ¿Siguen estando en un plano de no igualdad?
«Todavía no hemos gestionado ni hemos visibilizado, efectivamente, de una forma plena la vida de la Iglesia. Por lo menos, eso es lo que nos dicen las mujeres. Pero, ¿cómo tenemos que visibilizar la vida, la presencia y la responsabilidad de la mujer? Eso está en otro paquete más amplio, que es el del laico. Este es el tiempo en el que tendremos que despertar el laicado. Lo venimos haciendo desde hace mucho tiempo, desde el Concilio, pero creo que todavía no hemos visto que el laico tiene una responsabilidad bautismal en la evangelización».
CRISTINA SÁNCHEZ AGUILAR
Alfa y Omega