De cara a la votación del 5 de noviembre, los electores se enfrentan a un escenario sensiblemente cambiado tras la candidatura de la vicepresidenta de Biden. Fasce: «El riesgo para ambos es la excesiva personalización».
Ciudad del Vaticano, 14 de agosto 2024.- De cara a la votación del 5 de noviembre en Estados Unidos, y con la certeza de que será Kamala Harris quien se enfrente a Donald Trump en las elecciones, cabe preguntarse si cambiarán las estrategias de republicanos y demócratas. Harris, desde su candidatura, se ha hecho popular en cuestión de días, y sus enfrentamientos con Trump, en vísperas del duelo televisado del 4 de septiembre, han avivado y animado el debate público meses antes de la jornada electoral, inflamando así el ambiente político estadounidense.
El factor Harris
«La candidatura de Harris cambia la campaña», explica a los medios Ferdinando Fasce, profesor de Historia Contemporánea en la Universidad de Génova y experto en Estados Unidos. Los demócratas, es el análisis, «disfrutan ahora de un partido revitalizado, con un candidato más enérgico y activo. Mientras que Trump se enfrenta ahora a un oponente mucho más joven y con mayor consenso que el anterior candidato. Biden se prestaba mejor a los ataques, mientras que Kamala Harris, una figura femenina, tiene un currículum y un origen étnico-racial diferente».
El riesgo de polarización
De hecho, los primeros intercambios no tan cordiales desencadenaron una serie de declaraciones de ambas partes que encendieron el enfrentamiento varios meses antes de la votación, acentuando la personalización y eclipsando las cuestiones y los objetivos. La personalización está presente de forma más intensa, pero está teniendo consecuencias diferentes en los dos bandos: Trump no debe dejarse cegar por el narcisismo. Kamala Harris, por su parte, persigue su propio modelo de autoironía, como hicieron Reagan y Clinton. Sin embargo, debe evitar la exageración», concluye Fasce. Diferentes formas de hacer las cosas que han acentuado un carácter ya ampliamente desarrollado en el contexto estadounidense: la polarización.
Ambos bandos corren el riesgo de adoptar posturas cada vez más duras hacia el otro bando, desencadenando así dinámicas en sus respectivos electorados que podrían acabar siendo ajenas al contexto político.
MATTEO FRASCADORE