No voy a remitir a los lectores en días tan entrañables como estos de la Navidad a que se laceren con el autobombo final de Pedro Sánchez para autocoronarse como campeón del mundo mundial en lo relativo a la situación económica de España.
Las macrocifras podrían decir lo que quieran, pero yo vivo entre el pueblo llano, entro en sus bares, compro en los supermercados, pago los recibos de la luz y el gas y se de primera mano las dificultades por las que atraviesan millones de españoles para llegar a final de mes y de las dificultades de todo tipo que tienen que sortear ante el brutal encarecimiento de la vida.
Se escucha a un presidente del Gobierno, el mismo que plagió su tesis en Economía, fantasear con cifras económicas sin referenciar la actual situación a que el recibo de la luz haya subido estos días un 32 por ciento, que el país está a la cabeza de la pobreza infantil, que ha subido 80 impuestos básicamente a las clases medias y trabajadores por cuenta ajena (clase media en trance de desaparecer), que incrementa por un lado las pensiones y los subsidios olvidando que con la otra mano les aplica una subida impositiva que hace quedar en nada dichos incrementos nos conduce directamente a la melancolía.
Sánchez no es campeón de otra cosa que no sea el engaño burdo y la mentira con las patas más cortas en boca de cualquier primer ministro de la UE. No hay tal bonanza que pretende el Gobierno hacernos comulgar. No la hay. En primer lugar, porque la deuda pública ha subido casi diez mil euros por español(a), con más de un billón setecientos mil millones de endeudamiento total y subiendo. El engaño es todavía más demostrable cuando se olvida que la coyuntura económica está dopada por las aportaciones de Europa y, además, que el consumo público es lo que sostiene la demanda.
Ahora vuelve a envolverse en el tema vivienda cuando después de seis años no ha construido ni un solo apartamento y, en el fondo de su alma, le importa una higa. Sánchez, en cualquier caso, es un campeón del gasto improductivo; un líder en practicar el clientelismo y el number one a la hora de repartir y comprar voluntades con el dinero que no es suyo.
Mentira tras mentira hasta la derrota final. Este tipo es tan poco normal que ni la realidad más extrema le ayuda a bajarse del circo.
GRACIANO PALOMO
Publicado en OKdiario el 28.12.2024