La Real Casa de Correos acoge el acto de homenaje a la Carta Magna de 1978 con motivo del aniversario de su aprobación.
La presidenta de la Comunidad de Madrid ha asegurado que “nunca en la historia hemos vivido un periodo tan próspero, tan libre y con tanta justicia social como estos años”.
El compromiso con la Carta Magna es, según Díaz Ayuso, “más importante y necesario cuando contemplamos cómo algunos quieren negarla o destruirla”.
“La Constitución de 1978 es el logro histórico más importante de los españoles desde el Dos de Mayo”, ha recalcado.
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ha definido la Constitución Española como “el logro histórico más importante de los españoles desde aquel Dos de Mayo de 1808 en el que nuestra Nación demostró, con el heroísmo de sus ciudadanos, que existía y era la más viva de Europa”. “Por eso hoy la honramos y la celebramos”, ha dicho la presidenta madrileña durante el acto de homenaje a la Carta Magna celebrado en la Real Casa de Correos. “Y por eso hoy renovamos nuestro compromiso” con la Constitución en un día “para estar orgullosos de ella”, ha añadido.
Díaz Ayuso ha defendido la vigencia de un texto “que nos cobija a todos, que nos defiende a todos y que nos permite vivir con la dignidad de saber que con la Constitución de 1978 podemos estar seguros de que España es una gran nación”. Un compromiso, ha subrayado, “más importante y necesario cuando contemplamos cómo algunos quieren volver a las andadas decimonónicas y negarla o destruirla”.
Según ha enfatizado la presidenta, “nunca en nuestra historia hemos vivido un periodo tan próspero, tan libre y con tanta justicia social como estos 40 años”, por lo que hay que “agradecer a los políticos de la Transición la inmejorable labor que llevaron a cabo y tomarlos como modelos de generosidad, inteligencia y patriotismo”. Por ello, Díaz Ayuso considera “triste y lamentable contemplar cómo algunos recién llegados a la política quieren negarles su legitimidad y patriotismo”.
El acto, organizado por la Comunidad de Madrid y la Delegación del Gobierno en la Comunidad de Madrid, ha contado además con la intervención de la delegada del Gobierno, María Paz García-Vera. La ceremonia ha comenzado con la actuación artística de la bailaora María Pagés, y ha concluido con la interpretación del himno nacional a cargo de la Joven Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid –JORCAM-.
Con motivo del Día de la Constitución, el balcón principal de la Real Casa de Correos lució las banderas de todas las comunidades autónomas y las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla, instaladas junto a las enseñas de España, la Comunidad de Madrid y Europa.
Discurso de Díaz Ayuso
CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA XLI ANIVERSARIO
Lunes, 2 diciembre 2019
Señoras y señores,
Hoy es dos de diciembre de 2019, un día fantástico para festejar el éxito de nuestra Constitución y para recordar otro día 2, de hace más de 200 años.
Un 2 de mayo de 1808 los españoles, abandonados por sus reyes y sus elites, y sin necesidad de tener un líder, se levantaron de forma espontánea contra el ejército de Napoleón. Todos juntos, con una voluntad única, guiados por su sentimiento de pertenencia a una misma nación.
Aquel día, criados, zapateros y carniceros. Mujeres y hombres. Hojalateros, herreros y cerrajeros. Mayores o niños. Afiladores, pordioseros, presos o prostitutas. Sanos o tullidos. Cuerdos y locos. Fueran de Sevilla, Barcelona o La Coruña. Extremeños, aragoneses o vascos. Daba igual, todos sumaron.
Aquel día, todas las acciones individuales, hasta las más mínimas, sumaron en un mismo empeño para hacer posible un acontecimiento tan extraordinario como el de un pueblo indefenso enfrentándose al ejército más poderoso de su época.
Aquel levantamiento provocó la sorpresa del emperador de los franceses, y más todavía le sorprendió que dos meses después su ejército sufriera la humillante derrota de Bailén, la primera derrota de unas tropas que llevaban una década de triunfos constantes por todos los campos de batalla de Europa.
Napoleón no entendía qué pasaba en España, un país al que consideraba atrasado y decadente, y no entendía por qué sus tropas, que habían vencido en todas las batallas contra italianos, austriacos y alemanes, no lograban imponerse en un país descabezado y mucho más pobre que su Francia.
Es verdad que entonces mucha gente tampoco entendió qué había pasado en España para que el pueblo, lejos de reyes o dirigentes, luchara por su independencia de una manera tan unánime: desde Galicia a Cataluña, desde Aragón a Andalucía, desde Asturias a Madrid, todos los españoles se unieron y sacrificaron sus vidas para salvar esa independencia y afirmar su soberanía.
Lo que había pasado, lo que Napoleón no había calibrado cuando proyectó la invasión de España, es que existía la Nación Española.
Esto quiere decir que, en lo más íntimo de su ser, todos los españoles se sentían unidos por compartir la misma historia, los mismos valores y las mismas ilusiones.
Ese sentimiento nacional no existía en Italia ni en los países germánicos, que tardarían décadas en crear sus naciones. De ahí la facilidad con que Napoleón pudo dominarles militarmente, porque el pueblo no se sentía nación y no se enfrentó a los invasores. Pero en España, sí existía ese sentimiento nacional. Por eso se rebeló y por eso ganó aquella guerra: Porque el pueblo estaba unido.
Los acontecimientos demostraron que una nación no es una ley ni una bandera. Una nación es algo muy anterior a sus símbolos y a sus leyes. La nación que aquel día se movilizó con una voluntad única era una gigantesca red de afectos que llevaba siglos tejiéndose y creando de forma callada unos vínculos de acero entre todos los españoles que aquel día sorprendieron al mundo.
Perdónenme el juego de palabras, pero una Constitución es un medio para articular la convivencia en una nación previamente existente. No es un acto constitutivo de la nación. Una Constitución es un instrumento para que la ley dé cauce a la aspiración de convivir y de avanzar unidos de todos los ciudadanos, y de hacerlo bajo unas mismas reglas que vamos puliendo para construir nuestra libertad.
Aquella manifestación heroica de la Nación Española, esa reivindicación popular de su soberanía y su libertad, la recogieron los representantes de los españoles en las Cortes de Cádiz para elaborar la modélica Constitución de 1812.
Desde entonces, la historia de la construcción de la libertad en España no ha sido nada fácil. Los españoles, entre proyectos, constituciones nonatas y Constituciones promulgadas acumulamos ocho o diez textos que intentaban articular nuestra Nación.
Muchos textos fallidos que, en algunos casos, desembocaron en tristes y sangrientas guerras civiles. No es este el momento para entrar en análisis históricos, pero sí está claro que una de las causas principales de esos fracasos es que en la elaboración de los textos constitucionales no estuvieron representadas las aspiraciones de todos los españoles. Dicho de una manera más cruda: que muchos de estos textos se redactaron en nombre de unos españoles contra otros.
Hasta que en 1978 los representantes de todos los españoles, monárquicos y republicanos, laicos y confesionales, de derechas y de izquierda, liberales e intervencionistas, centralistas y regionalistas, decidieron que ya estaba bien de fracasos. Decidieron que tenían la oportunidad y la responsabilidad históricas de cerrar ese ciclo de enfrentamientos civiles. Que era la hora de elaborar una Constitución para todos, pero de verdad. Y eso exigía que no fuera la Constitución de ninguno. Eso exigía que todas las fuerzas políticas abandonaran sus programas de máximos para encontrar ese terreno común en el que la Nación Española se desarrollara en libertad, en paz y en justicia.
La Constitución de 1978 es, sin duda, el logro histórico más importante de los españoles desde aquel Dos de Mayo en el que nuestra Nación demostró, con el heroísmo de sus ciudadanos, que existía y que era la más viva de Europa.
Por eso hoy la honramos y la celebramos desde la Comunidad de Madrid. Y por eso hoy renovamos nuestro compromiso con ella. Un compromiso que se hace tanto más importante y necesario cuando contemplamos cómo algunos quieren volver a las andadas decimonónicas y negarla o destruirla.
Nunca en nuestra historia hemos vivido un periodo tan próspero, tan libre y con tanta justicia social como estos cuarenta años. Los políticos de la Transición lograron con la elaboración del texto constitucional un éxito histórico, y resulta triste y lamentable contemplar cómo hoy algunos recién llegados a la política quieren negarles su legitimidad y su patriotismo.
Algunos están en contra de la Constitución en nombre de las ideologías más arcaicas y nefastas de la Historia, los nacionalismos étnicos y supremacistas. Esos nacionalismos que han provocado las peores guerras mundiales de la Humanidad.
De ahí que sea incomprensible que partidos que se proclaman herederos de la Ilustración o del internacionalismo proletario busquen alianzas con esos profundos reaccionarios que son los partidos nacionalistas, que, en nombre de fantasías y sobre todo de odio étnico, quieren romper nuestra noble y antigua Nación.
Uno de los principios de los que estoy firmemente más convencida, y la globalización nos lo demuestra cada día, es que la unión nos hace más fuertes. Personalmente, jamás he encontrado un solo proyecto que separando a las personas haya ido a mejor. Fragmentarnos en estos momentos en que los problemas son globales y requieren la unión de voluntades para solucionarlos sería suicida.
Los problemas de estos tiempos exigen unión, y yo siempre voy a trabajar por esta unión que es inevitable y necesaria para el futuro de todos.
Pero hoy no es un día para los reproches, es un día para festejar nuestra Constitución por lo que representa en nuestra Historia.
Es un día para estar orgullosos de ella.
Es un día para agradecer a todos los políticos de la Transición la inmejorable labor que llevaron a cabo. Y, a ser posible, tomarlos como modelos de generosidad, inteligencia y patriotismo.
Y es un día para renovar nuestro compromiso con la defensa de este texto que nos cobija a todos, que nos defiende a todos y que nos permite vivir con la dignidad de saber que con la Constitución de 1978 podemos estar seguros de que España es una gran Nación. España es una comunidad solidaria entre ciudadanos libres e iguales.
Señoras y señores,
Hoy 2 de diciembre de 2019 somos las mismas personas que hace más de 200 años demostraron una capacidad sorprendente para construir el futuro en libertad del que hoy disfrutamos. Ahora somos barrenderos, tenderos o taxistas. Médicos, abogados y maquinistas del metro. Hombres y mujeres. Ancianos, jóvenes y adultos. Políticos de todos los colores, ciudadanos de todas partes… somos la misma nación española que sigue trabajando en mejorar el mismo proyecto común que es España.
España sigue siendo una gigantesca red de afectos que nos cobija. España es un regalo fantástico, un legado al que tenemos que contribuir, porque nuestro trabajo diario sólo adquirirá sentido dentro de esta historia única que es la construcción de la libertad en España.
Nosotros, los españoles del siglo XXI, como siempre unidos, vamos a construir ese futuro sobre el que las siguientes generaciones construirán el suyo. Hoy es el día de renovar este compromiso con todos los españoles de todos los siglos. Y de renovarlo celebrándolo.
¡Que viva la Constitución!
¡Que viva el Rey!
¡y viva España!