Los salesianos impulsan un proyecto que aspira a cambiar el paradigma social y pasar de los derechos y deberes a «priorizar el cuidado». Va en nuestro ADN, «la gente no puede sobrevivir sin los demás», señala la responsable de la idea.
30 de enero 2025.- Si se cumpliera en este mismo instante el proyecto que se va a relatar a continuación, los problemas de salud mental derivados de la soledad ya no tendrían sentido y los mayores dejarían de ser una carga para convertirse en la cúspide de nuestras preocupaciones. Esta revolución responde al nombre de Proyecto Cuidadanía, que aspira a «sustituir el modelo social actual por otro en el que los cuidados se sitúen en el centro», resume Paloma Montero, impulsora de la iniciativa y responsable de su área de Educación. Sí, cuidadanía y no ciudadanía. «La verdad es que el nombre fue fruto de un error ortográfico, pero es cierto que concreta bien lo que pretendemos», reconoce Montero. La idea es partir del modelo actual de ciudadanía, donde priman los derechos y deberes y, sin dejar de lado esto, «ir mucho más allá y priorizar el derecho al cuidado». Un nuevo paradigma que apunta directamente a nuestro ADN como especie. «La gente al nacer no puede sobrevivir si no es por el cuidado» de los demás, advierte.
Detrás de este marco teórico se encuentran las ONGD salesianas Jóvenes y Desarrollo y Bosco Global, junto con Redes, Enlázate por la Justicia, que tratan de impulsar el concepto y expandirlo en diferentes ámbitos. Su última iniciativa ha tomado la forma de un congreso. Se celebró en Madrid el 28 de enero para «reflexionar sobre el papel de los cuidados y explorar nuevas formas de colaboración intersectorial», subraya la responsable. En este sentido, acogió una feria de iniciativas innovadoras en la que participaron entidades como La Parcería, dedicada a proyectos culturales desde una perspectiva migrante, o la Confederación de Centros de Desarrollo Rural (CDR). Por parte de esta última intervino Auxiliadora Delgado, que es la coordinadora del centro de Carrión de los Condes. «Nosotros solemos resumir nuestra tarea con una frase: “Sostener la vida en el medio rural”», explica Delgado en conversación con Alfa y Omega. La entidad cuenta con dos ejes de intervención: «Trabajamos en el cuidado del territorio, pero lo primero es atender a las personas, en especial a los más frágiles». En esta categoría sitúa a «las personas mayores» que viven en pequeños núcleos de población, «donde hay un problema grave de soledad».
Para ellas, la entidad ha puesto en marcha un proyecto con el que acompañan «al médico» a quienes «no pueden desplazarse hasta el centro de salud» o les llevan comida a domicilio. «Lo que ocurre es que hay pueblos donde ya no hay tiendas y apenas existe distribución ambulante de alimentos». En estas circunstancias, ¿qué ocurre con los vecinos que no pueden coger el coche para ir al supermercado de la localidad de al lado? «Nosotros les acercamos el almuerzo o cualquier otro producto que necesiten». Por último, Delgado habla también de «recuperar los espacios de comunitarios» como una forma de combatir la soledad no deseada de los mayores y de poner en práctica la sociedad de los cuidados a la que aspira el Proyecto Cuidadanía. «Lo que hacemos es reunirnos los martes a comer para que tengan un espacio de encuentro». Y añade: «No puedes imaginar lo que supone este rato para alguien en cuyo pueblo apenas hay actividad y que se pasa la mayor parte del tiempo en su casa».
Comité de bienestar
Más allá del congreso, el Proyecto Cuidadanía busca expandirse principalmente en el mundo educativo, ámbito para el que han propuesto el Mapeo de Cuidados. «Se trata de abrir espacios para que todos los integrantes de la comunidad educativa puedan reflexionar acerca de cómo se están viviendo los cuidados en el centro, qué cosas funcionan y cuáles no, para luego reforzar las buenas prácticas y subsanar las que no se están haciendo bien», explica Lali Ceballos, coordinadora externa del proyecto. Hasta ahora, la iniciativa se ha desarrollado en tres colegios: «En San Sebastián, Santander y Tenerife. Ahora mismo estamos a mitad del proceso en otro centro de Madrid. Y las tres próximas semanas viajo a Elche, Asturias y Badajoz».
El Mapeo consta de cuatro fases, desde la formación de un Comité de Bienestar —integrado por todos los actores de la comunidad educativa— hasta el análisis de la situación y la presentación de un informe final. «En la mayoría de centros por los que he pasado me hablan de la necesidad de ser escuchados» como forma de sentirse cuidados. Otra petición recurrente, según Ceballos, es la necesidad de más personal: «Al final hay una sobrecarga de trabajo» que impide a los colegios centrarse en los cuidados.
Mapeo
• En la primera fase se forma un Comité de Bienestar, compuesto por representantes de los diferentes colectivos que componen la comunidad educativa (profesorado, alumnado, dirección, familias, personal de administración y servicios…). Con él se acuerda el plan de trabajo.
• Durante la segunda etapa, a partir del plan de trabajo consensuado, se utilizan metodologías participativas, tanto cuantitativas como cualitativas, para recopilar datos sobre las prácticas de cuidado que se dan en el centro o sobre las que se quiere profundizar.
• En un tercer momento hay un acompañamiento continuo, donde la persona experta y el personal técnico ofrecen apoyo al Comité de Bienestar. En esta fase la experta ofrece claves sobre la información recopilada y se realizan las modificaciones y toma de decisiones sobre el proceso que se está llevando a cabo.
• Finalmente, se analizan los datos recogidos y se presenta un informe al Comité de Bienestar. Después de incorporar sus comentarios, se organiza una presentación final para toda la comunidad educativa, donde se comparten las conclusiones y se entrega una placa de certificación del proyecto.
JOSÉ CALDERERO DE ALDECOA
Alfa y Omega