Aumenta a 114 el número muertes en la sangrienta represión de las manifestaciones contra el régimen en la antigua Birmania del 27 de marzo. Entre las víctimas, una niña de 13 años. La Unión Europea califica el día de «terror y vergüenza» mientras Estados Unidos se declara conmocionado.
Ciudad del Vaticano.- Desde hace casi dos meses, civiles desarmados pero extremadamente valientes siguen demostrando su oposición al golpe de Estado del 1 de febrero. En el 76º Día de las Fuerzas Armadas de Birmania, tuvo lugar la jornada más sangrienta: más de 100 personas, incluidos algunos niños, fueron asesinados por los militares, lo que eleva el número total de víctimas a más de 400.
Actos indefendibles
Un día que «quedará grabado como un día de terror y desgracia», afirm en twitter la delegación de la Unión Europea en Myanmar. «El asesinato de civiles desarmados, incluidos niños, son actos indefendibles». Palabras de condena también por parte del embajador británico Dan Chugg para quien las fuerzas de seguridad se han «deshonrado a sí mismas», mientras que el enviado estadounidense Thomas Vajda calificó la violencia como «horrible». «Estos asesinatos -añade Amnistía Internacional- muestran una vez más el descarado desprecio de los generales por la insuficiente presión ejercida hasta ahora por la comunidad internacional. La ONU, a través del Alto Comisionado para los Derechos Humanos, condenó la conducta de los militares y dijo estar «conmocionada». Los enfrentamientos tuvieron lugar en 44 localidades del país asiático.
Oración por la Iglesia hermana
En las últimas semanas, las Iglesias asiáticas han hecho numerosos llamamientos y manifestado expresiones de solidaridad con la Iglesia y el atormentado pueblo birmano. Entre ellas se encuentra la carta abierta dirigida en los últimos días por 12 cardenales miembros de la Federación de Conferencias Episcopales de Asia (FABC) al cardenal Bo, en la que expresan su pleno apoyo al compromiso de la Iglesia en Myanmar por una solución pacífica del conflicto y contra la violencia militar contra civiles inocentes. En el mensaje, los cardenales asiáticos se dirigieron a los militares, a los manifestantes y a todos los actores políticos birmanos, reiterando, con el cardenal Bo, que «la violencia nunca es una solución; la fuerza nunca es una solución». Sólo da lugar a más dolor y sufrimiento, a más violencia y destrucción». Recordando que Asia «es un continente de paz y esperanza», y que es «una sola familia», la carta concluye reiterando una vez más que «la paz es posible».
Imagen: El funeral de una de las víctimas
de la manifestación del 27 de marzo.