La Universidad Pontificia Comillas acogió este miércoles con solemnidad a tres padres de la Constitución –Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón, José Pedro Pérez-Llorca Rodrigo y Miquel Roca i Junyent–, a los que invistió como doctores honoris causa por su contribución a la Transición Española y a su obra principal, La Constitución de 1978, precisamente, en el 40º aniversario de esta última. Al acto asistieron entre otras personalidades el expresidente Felipe González, el exvicepresidente Rodolfo Martín Villa, la exministra Fátima Báñez, y el cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro.
A través de estas grandes personalidades, el rector de la universidad pontificia, el padre Julio Martínez, resaltó los valores perennes «de la justicia, el diálogo, la amistad cívica y el bien común, por los que se desvivieron en su servicio al pueblo español». Así, cuando abordó la cuestión de la justicia puso por encima de todo la Constitución, «la ley de leyes», de la que hizo una defensa férrea ante «los tiempos en que arrecian desafíos radicales». Y añadió: «Uno de esos tiempos recios lo estamos viviendo en España con el desafío independentista catalán. No podemos dudar de que saltarse la Constitución supone romper con la democracia».
Dicho esto, Martínez recalcó que las relaciones no solo pueden basarse en derechos y deberes, sino que tienen que incluir el diálogo en pos de la verdad y criticó que los partidos políticos se olviden de la verdad para satisfacer los intereses personales aunque se disfracen como si fueran del conjunto de la sociedad –populismo– o se basen en encuestas de opinión. También se refirió a la amistad cívica, fundamental para el diálogo, pues esta es «hermana de la concordia», que con «tanta potencia floreció en la Transición y de la que nuestros eminentes doctores fueron constructores leales y eficaces».
«Los tres valores referidos –justicia, diálogo y amistad cívica– llaman al bien del vivir social, al bien común. Este, más que adaptarse a las preferencias de individuos o grupos, es el que proporciona el criterio para evaluar tales preferencias […]. En la Transición, nuestros mayores hicieron política del bien común, con acuerdos que exigieron sacrificios, generosidad y confianza mutuo; no se dedicaron a defender sus intereses paraticulares».
Citó, en concreto, al rey Juan Carlos y al presidente Adolfo Suárez de manera especial. También se refirió al cardenal Tarancón y a «su memorable homilía en la Misa de Coronación del Rey Juan Carlos», de la que leyó un pequeño fragmento.
Para concluir, el rector jesuita se dirigió a los protagonistas de la ceremonia para alabarles que fueran «capaces de entregar lo mejor de sí mismos a nuestra sociedad, a fondo perdido. Hoy les homenajeamos y se lo agradecemos».
Los tres padres de la Constitución coincidieron en que la protagonista del acto era la Constitución y que ellos no eran más que «escribanos» u «obreros». Herrero y Rodríguez de Miñón dijo que no era «la hora de subrayar los defectos y carencias [de la Constitución], sino de encomiarla porque tiene mucho de bueno para defenderla frente al vacío de la alternativa».
Pérez Llorca, por su parte, recordó que nunca hasta hoy se ha conseguido finalizar una reforma de la Constitución en nuestro país con éxito. «Todas fracasaron», dijo ante la conveniencia o no de revisar la actual. En cualquier caso, señaló también que es válida recordando las palabras que le dijo al presidente Suárez: «Se calentará, echará humo, tendrá sacudidas, pero puede funcionar…». Sí reconoce que la cuestión sobre las autonomías «se resolvió mal» y, por eso, se mostró partidario de que el Estado recupere las competencias que tienen que ver con el orden público y con la educación. «Si hay que mejorar algún autogobierno, debemos mejorar el de España».
En último lugar, Roca i Juyent reivindicó que la Constitución «sigue siendo más garantía que problema. Al reconocer que hay voces que piden un nuevo proceso constituyentes y otras que reclaman una reforma, dijo que unas y otras «no podrán negar que la fundamentación de su ambición se encuentra garantizada en la Constitución del 78». Defendió, asimismo, que ninguno de los déficits que suelen atribuírsele tienen su origen ni su causa en las previsiones constitucionales, para terminar con un contundente «viva la Constitución» que secundó el auditorio.
F. Otero
Foto: EFE / Fernando Alvarado