Ha inaugurado un curso de verano de la UCM sobre “La calidad democrática en España: comunicación, ciudadanía y consenso”.
La presidenta madrileña ha reivindicado “la enseñanza de la Transición y los 40 años de convivencia democrática que esta ha hecho posibles”.
“Nadie está en exclusiva posesión de la verdad, además de predicar es preciso escuchar y los cambios solo son efectivos cuando son resultado no de la imposición, sino del auténtico acuerdo”, ha defendido la presidenta regional.
Ha afirmado además que “los españoles van a ir dando la espalda al populismo y al radicalismo, porque la mejora de la economía y de las condiciones sociales juegan en contra de esos fenómenos”
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, se ha posicionado a favor de “una España unida, próspera, tolerante, con las ideas claras y con una verdadera calidad democrática, como la que podemos impulsar los moderados generando un consenso social y político amplio”, frente a “una España dividida, empobrecida, autoritaria, sin criterio político y de muy poca calidad política, a la que nos arrastrarían los populismos de uno y otro signo”.
Cifuentes ha hecho estas afirmaciones en la conferencia inaugural del curso de la Universidad Complutense de Madrid “La calidad democrática en España: comunicación, ciudadanía y consenso”, que se celebra en San Lorenzo de El Escorial, donde ha asegurado que siempre creerá “en un mañana hecho de buena comunicación, de ciudadanía responsable y de consenso político y social”. “Como dijo Antonio Machado, ‘ni el pasado ha muerto ni está el mañana escrito’”, ha señalado.
Tras apuntar que, en su opinión, “calidad democrática” es “la eficacia de los mecanismos institucionales que articulan nuestro sistema de gobierno y también al nivel de identificación que los ciudadanos sienten hacia él”, partiendo siempre de una valoración positiva de la Constitución, ha precisado que “cualquier mejora de la calidad democrática será siempre una mejora respecto a una realidad que ya existe, que es positiva, y que, como todo, se puede y se debe perfeccionar, pero que no es aconsejable impugnar”.
“Digo esto porque a menudo hablan de calidad democrática los mismos que desdeñan lo que ellos llaman ‘el régimen del 78’ –ha explicado-, una expresión que solo esconde un programa radical de deslegitimación de nuestra democracia, así como la condena implícita de aquellos que durante cuatro décadas han impulsado y protagonizado todos los avances democráticos”.
La crisis, el populismo y la corrupción, problemas a afrontar
Ha admitido que la democracia española, “como todas, tiene problemas y hay que afrontarlos”. Problemas entre los que ha mencionado una crisis económica que, “aunque superada, ha dejado profundas consecuencias sociales”; el “auge del populismo y los nuevos partidos que lo alimentan, con la fragmentación de los parlamentos, y los problemas de gobernabilidad que eso implica”; y “los casos de corrupción del pasado que salen ahora a la luz” y que “agravan esta situación y deterioran la confianza de los ciudadanos en las instituciones”.
En el caso de nuestro país ha añadido también “el desafío soberanista, que es una forma extrema de populismo y que sigue unos objetivos y unos procedimientos abiertamente antidemocráticos”.
Para “abrir paso a esa calidad democrática que es preciso garantizar”, la presidenta madrileña se ha remitido a la enseñanza de “la Transición y los 40 años de convivencia democrática que esta ha hecho posibles”, que es que “incluso en un contexto de tensiones se puede y se deben impulsar reformas que se opongan a los proyectos más demagógicos, radicales o autoritarios”.
Desde ese punto de vista, ha defendido que “el principal deber de ciudadanía que tenemos los españoles hoy en día es impedir que el respeto y la búsqueda de acuerdos desaparezcan de la vida pública y desactivar las estrategias políticas que intentan generar tensión para aprovechar el deterioro de las instituciones”.
Cristina Cifuentes ha abogado, en primer lugar por “seguir previniendo y evitando la corrupción, mediante una actitud tajante de tolerancia cero, como la que estamos demostrando en la Comunidad de Madrid, así como aplicando las reformas administrativas y penales que se han puesto en marcha en los últimos años”.
Al mismo tiempo, ha puntualizado, “es preciso denunciar y resistir la amenaza de quienes, en lugar de combatir la corrupción la utilizan en su provecho, no económico, pero sí político, tratando de confundir a la opinión pública, y presentando como casos actuales lo que son asuntos del pasado”, como a su juicio ha ocurrido con recientes mociones de censura.
En segundo lugar, se ha mostrado “convencida de que hacen falta reformas institucionales, y que la principal amenaza en este terreno es la resistencia de aquellos que prefieren que no se produzcan, para así poder acusar de inmovilismo a los gobiernos y a las instituciones”. Y en tercer lugar ha afirmado que “mejorar la calidad de la democracia requiere una lucha decidida contra el sectarismo y los discursos agresivos”.
Finalmente, la cuarta y última mejora que considera “imprescindible para profundizar en nuestra calidad democrática” es “garantizar el buen funcionamiento de la comunicación pública como condición necesaria para un ejercicio responsable de la ciudadanía”, en referencia a una política de transparencia como la que practica el Gobierno regional, que está “en las antípodas” de las conductas de otros, “denunciadas por la Asociación de la Prensa de Madrid”.
“Por eso me parece importante cerrar filas en torno al papel decisivo del periodismo independiente y de los medios de comunicación para mantener un clima que haga posible el entendimiento social y político”, ha dicho.
A favor del consenso en torno a las políticas de centro
La presidenta de la Comunidad ha afirmado que “el panorama, en definitiva, es complejo, aunque estimulante”, y que “lo que está claro es que cualquier consenso para impulsar reformas de calado en nuestro sistema institucional requerirá de una rectificación previa de esta clase de conductas”.
Por eso, ha considerado necesario “que los nuevos partidos, que acaban de llegar a la política española, maduren e interioricen lo que los grandes partidos de gobierno sabemos desde hace décadas: que nadie está en exclusiva posesión de la verdad, que además de predicar es preciso escuchar y que los cambios solo son efectivos cuando son resultado no de la imposición, sino del auténtico acuerdo”.
En su opinión, “la lección política de 2015 en la Comunidad de Madrid y de 2016 en el conjunto de España ha dejado claro que la única alternativa a la parálisis y a las alianzas radicales es el consenso en torno a las políticas de centro” y “la investidura de gobiernos sin mayoría absoluta es un rasgo de realismo que parece invitar al optimismo”.
En ese contexto, ha expresado su confianza en que “los españoles van a ir dando la espalda al populismo y al radicalismo, porque la mejora de la economía y de las condiciones sociales juegan en contra de esos fenómenos. Y lo harán más si los salarios mejoran, como quiere el Gobierno, también el de la Comunidad de Madrid, y como ha pedido incluso la patronal”.