Francisco departe con los periodistas en el vuelo papal
Ciudad del Vaticano, 19 de septiembre de 2015 (Vis).-Poco después de comenzar su décimo viaje apostólico, mientras viajaba de Roma a La Habana, el Papa saludó a los 76 periodistas que lo acompañan en el avión. Como señaló el director de la Oficina de Prensa, padre Federico Lombardi SI, la cobertura informativa supera en esta ocasión la habitual. En una atmósfera muy cordial, el Santo Padre se interesó por las familias de los periodistas y recibió algunos regalos comestibles, entre ellos, una tableta de dulce de leche de repostería típica argentina y una empanada que Francisco quiso que probasen todos los presentes.
»Gracias de la bienvenida -dijo- Os deseo buen viaje y buen trabajo. Si no me equivoco creo que este es el viaje más largo que he hecho…El Padre Lombardi ha dicho una palabra: paz. Y yo creo que hoy el mundo esté sediento de paz. Hay guerras, hay migrantes que huyen…Esta oleada migratoria que viene de las guerras, para escapar de la muerte, para buscar la vida. Hoy me he emocionado mucho porque ha venido a saludarme a la puerta de Santa Ana una de las dos familias que están en la parroquia del mismo nombre en el Vaticano. Son prófugos sirios…Se veía el dolor en sus rostros…Esa palabra: ¡Paz!..Os doy las gracias por todo lo que haréis con vuestro trabajo para construir puentes: puentes pequeños, pero un puente pequeño y otro, y otro, y otro, forman el gran puente de la paz. Buen viaje, buen trabajo y rezad por mi. Gracias».
También envío un saludo muy grande a todos los compañeros de los periodistas que durante el viaje trabajarán en las oficinas.
El Papa llega a Cuba, punto de encuentro para que todos los pueblos se reúnan en amistad
Ciudad del Vaticano, 20 de septiembre de 2015 (Vis).-»Misionero de la Misericordia» es el lema que ha elegido el Papa Francisco para su visita a Cuba, donde comenzó ayer su décimo viaje apostólico. El Santo Padre llegó al aeropuerto José Martí, de La Habana, a las 16, 00 (hora local, 22 en Roma) después de doce horas de vuelo y fue acogido por el Presidente de Cuba, Raúl Castro y por el cardenal arzobispo de La Habana, Jaime Ortega y Alamino, a quien acompañaba el arzobispo Dionisio Guillermo García Ibáñez, Presidente de la Conferencia Episcopal.
Después de los saludos protocolarios y de la interpretación del himno de Cuba y del himno Pontificio, el Presidente Castro pronunció un discurso al que siguió el del Papa, que agradeció sus palabras de bienvenida, en nombre del Gobierno y de todo el pueblo cubano y le pidió después que transmitiera sus sentimientos de especial consideración y respeto a su hermano Fidel. »A su vez -prosiguió Francisco- quisiera que mi saludo llegase especialmente a todas aquellas personas que, por diversos motivos, no podré encontrar y a todos los cubanos dispersos por el mundo».
Tras señalar que en 2015 se celebra el 80 aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas ininterrumpidas entre la República de Cuba y la Santa Sede, el Papa afirmó que llegaba a esa »querida nación siguiendo las huellas indelebles del camino abierto por los inolvidables viajes apostólicos que realizaron a esta Isla mi dos predecesores, san Juan Pablo II y Benedicto XVI. Sé que su recuerdo suscita gratitud y cariño en el pueblo y las autoridades de Cuba. Hoy renovamos estos lazos de cooperación y amistad para que la Iglesia siga acompañando y alentando al pueblo cubano en sus esperanzas y en sus preocupaciones, con libertad y con los medios y espacios necesarios para llevar el anuncio del Reino hasta las periferias existenciales de la sociedad».
El viaje apostólico coincide además con el I Centenario de la declaración de la Virgen de la Caridad del Cobre como Patrona de Cuba, por Benedicto XV y Francisco recordó que fueron los veteranos de Guerra de la Independencia, movidos por sentimientos de fe y patriotismo, quienes pidieron que la Virgen mambisa fuera la patrona de Cuba como nación libre y soberana. »Desde entonces -dijo- Ella ha acompañado la historia del pueblo cubano, sosteniendo la esperanza que preserva la dignidad de las personas en las situaciones más difíciles y abanderando la promoción de todo aquello que dignifica al ser humano. Su creciente devoción es testimonio visible de la presencia de la Virgen en el alma del pueblo cubano. En estos días tendré ocasión de ir al Cobre, como hijo y peregrino, para pedirle a nuestra Madre por todos sus hijos cubanos y por esta querida Nación, para que transite por los caminos de justicia, paz, libertad y reconciliación».
»Geográficamente, Cuba es un archipiélago que mira hacia todos los caminos, con un valor extraordinario como »llave» entre el norte y el sur, entre el este y el oeste. Su vocación natural es ser punto de encuentro para que todos los pueblos se reúnan en amistad, como soñó José Martí, »por sobre la lengua de los istmos y la barrera de los mares» -dijo, citando al escritor cubano- Ese mismo fue el deseo de san Juan Pablo II con su ardiente llamamiento a »que Cuba se abra con todas sus magníficas posibilidades al mundo y que el mundo se abra a Cuba».
»Desde hace varios meses, estamos siendo testigos de un acontecimiento que nos llena de esperanza: el proceso de normalización de las relaciones entre dos pueblos, tras años de distanciamiento. Es un signo de la victoria de la cultura del encuentro, del diálogo, del »sistema del acrecentamiento universal… por sobre el sistema, muerto para siempre, de dinastía y de grupos» -afirmó citando de nuevo a José Martí- Animo a los responsables políticos a continuar avanzando por este camino y a desarrollar todas sus potencialidades, como prueba del alto servicio que están llamados a prestar a favor de la paz y el bienestar de sus pueblos, de toda América, y como ejemplo de reconciliación para el mundo entero».El mundo necesita reconciliación en esta atmósfera de tercera guerra mundial por etapas que estamos viviendo».
El Pontífice acabó su primer discurso en tierra cubana invocando para su estancia en la isla »la intercesión de la Virgen de la Caridad del Cobre, de los beatos Olallo Valdés y José López Piteira y del venerable Félix Varela, gran propagador del amor entre los cubanos y entre todos los hombres, para que aumenten nuestros lazos de paz, solidaridad y respeto mutuo».
Misa en la Plaza de la Revolución: La importancia de un pueblo se basa en cómo sirve la fragilidad
Ciudad del Vaticano, 20 de septiembre de 2015 (Vis).-Después de haber transcurrido la noche en la nunciatura apostólica de La Habana, el Papa comenzó su segunda jornada en Cuba saludando a los miles de personas que acompañaron su trayecto en papamóvil desde esa sede a la Plaza de la Revolución José Martí,dedicada al poeta y escritor que combatió por la independencia del país. La Plaza, donde el Santo Padre celebró la Santa Misa, que contó con la participación de 200.000 personas, es un lugar fuertemente simbólico de la isla que ha sido escenario de grandes manifestaciones.
Francisco, que antes de la celebración eucarística, encontró en la improvisada sacristía a los representantes de otras confesiones cristianas presentes en Cuba, dedicó su homilía a la importancia del servicio a los más frágiles. »No nos olvidemos de la Buena Nueva de hoy -dijo- La importancia de un pueblo, de una nación, la importancia de una persona siempre se basa en cómo sirve la fragilidad de sus hermanos. Y en esto encontramos uno de los frutos de la verdadera humanidad. Quien no vive para servir, no sirve para vivir».
El Papa partió del relato evangélico que presenta a Jesús haciéndole una pregunta aparentemente indiscreta a sus discípulos: »¿De qué discutían por el camino?» a la que por vergüenza no responden, porque hablaban de quien era entre ellos el más importante.
»¿Quién es el más importante? -continuó el Pontífice- Una pregunta que nos acompañará toda la vida y en las distintas etapas seremos desafiados a responderla….La historia de la humanidad ha estado marcada por el modo de responder a esta pregunta. Jesús no le teme a las preguntas de los hombres; no le teme a la humanidad ni a las distintas búsquedas que ésta realiza. Al contrario, Él conoce los »recovecos» del corazón humano, y como buen pedagogo está dispuesto a acompañarnos siempre.. Asume nuestras búsquedas, nuestras aspiraciones y les da un nuevo horizonte…. logra dar una respuesta capaz de plantear un nuevo desafío, descolocando »las respuestas esperadas» o lo aparentemente establecido.– Jesús siempre plantea la lógica del amor. Una lógica capaz de ser vivida por todos, porque es para todos».
»Lejos de todo tipo de elitismo, el horizonte de Jesús no es para unos pocos privilegiados capaces de llegar al »conocimiento deseado» o a distintos niveles de espiritualidad. El horizonte de Jesús, siempre es una oferta para la vida cotidiana también aquí en »nuestra isla»; una oferta que siempre hace que el día a día tenga sabor a eternidad. ¿Quién es el más importante? Jesús es simple en su respuesta: »Quien quiera ser el primero… que sea el último de todos y el servidor de todos». Quien quiera ser grande, que sirva a los demás, no que se sirva de los demás».
»Y esta es -subrayó el Papa- la gran paradoja de Jesús. Los discípulos discutían quién sería seleccionado como el privilegiado… para destacarse en un afán de superioridad sobre los demás. Quién escalaría más pronto para ocupar los cargos que darían ciertas ventajas. Y Jesús les trastoca su lógica diciéndoles sencillamente que la vida auténtica se vive en el compromiso concreto con el prójimo. Es decir sirviendo».
Pero la invitación al servicio »posee una peculiaridad a la que debemos estar atentos. Servir significa, en gran parte, cuidar la fragilidad. Servir significa cuidar a los frágiles de nuestras familias, de nuestra sociedad, de nuestro pueblo. Son los rostros sufrientes, desprotegidos y angustiados a los que Jesús propone mirar e invita concretamente a amar. Amor que se plasma en acciones y decisiones. Amor que se manifiesta en las distintas tareas que como ciudadanos estamos invitados a desarrollar. Son personas de carne y hueso, con su vida, su historia y especialmente con su fragilidad, las que Jesús nos invita a defender, a cuidar, a servir. Porque ser cristiano entraña servir la dignidad de sus hermanos, luchar por la dignidad de sus hermanos y vivir para la dignidad de sus hermanos. Por eso, el cristiano es invitado siempre a dejar de lado sus búsquedas, afanes, deseos de omnipotencia ante la mirada concreta de los más frágiles»
»Hay un »servicio» que sirve a los otros; pero tenemos que cuidarnos del otro servicio, de la tentación del »servicio» que »se» sirve de los otros -advirtió- Hay una forma de ejercer el servicio que tiene como interés el beneficiar a los »míos», en nombre de lo »nuestro». Ese servicio siempre deja a los »tuyos» por fuera, generando una dinámica de exclusión. Todos estamos llamados por vocación cristiana al servicio que sirve y a ayudarnos mutuamente a no caer en las tentaciones del »servicio que se sirve»…. Y esto sin mirar al costado para ver lo que el vecino hace o ha dejado de hacer. Jesús nos dice: »Quien quiera ser el primero, que sea el último y el servidor de todos». Ese va a ser el servidor de todos. No dice, si tu vecino quiere ser el primero que sirva. Debemos cuidarnos de la mirada enjuiciadora y animarnos a creer en la mirada transformadora a la que nos invita Jesús.. Este hacernos cargo por amor no apunta a una actitud de servilismo, por el contrario, pone en el centro la cuestión del hermano: el servicio siempre mira el rostro del hermano, toca su carne, siente su projimidad y hasta en algunos casos la »padece» y busca la promoción del hermano. Por eso nunca el servicio es ideológico, ya que no se sirve a ideas, sino que se sirve a las personas»
»El santo Pueblo fiel de Dios que camina en Cuba – finalizó- es un pueblo que tiene gusto por la fiesta, por la amistad, por las cosas bellas. Es un pueblo que camina, que canta y alaba. Es un pueblo que tiene heridas, como todo pueblo, pero que sabe estar con los brazos abiertos, que marcha con esperanza, porque su vocación es de grandeza. Así la sembraron sus próceres. Hoy los invito a que cuiden esa vocación, a que cuiden estos dones que Dios les ha regalado, pero especialmente quiero invitarlos a que cuiden y sirvan, de modo especial, la fragilidad de sus hermanos. No los descuiden por proyectos que puedan resultar seductores, pero que se desentienden del rostro del que está a su lado. Nosotros conocemos, somos testigos de la »fuerza imparable» de la resurrección, que »provoca por todas partes gérmenes de ese mundo nuevo».
Ángelus: Francisco pide una reconciliación definitiva en Colombia
Ciudad del Vaticano, 20 de septiembre de 2015 (Vis).-Acabada la Santa Misa, el Papa reflexionó unos breves minutos con los participantes en la Eucaristía antes de rezar el Ángelus. Estas fueron sus palabras
»Hemos oído en el evangelio cómo los discípulos tenían miedo de preguntar a Jesús cuando les habla de su pasión y muerte. Les asustaba y no podían comprender la idea de ver a Jesús sufriendo en la Cruz. También nosotros tenemos la tentación de huir de las cruces propias y de las cruces de los demás, de alejarnos del que sufre. Al concluir la santa Misa, en la que Jesús se nos ha entregado de nuevo con su cuerpo y su sangre, dirijamos ahora nuestros ojos a la Virgen, Nuestra Madre. Y le pedimos que nos enseñe a estar junto a la cruz del hermano que sufre. Que aprendamos a ver a Jesús en cada hombre postrado en el camino de la vida; en cada hermano que tiene hambre o sed, que está desnudo o en la cárcel o enfermo. Junto a la Madre, en la Cruz, podemos comprender quién es verdaderamente »el más importante», y qué significa estar junto al Señor y participar de su gloria».
Aprendamos de María a tener el corazón despierto y atento a las necesidades de los demás. Como nos enseñó en las Bodas de Caná, seamos solícitos en los pequeños de detalles de la vida, y no cejemos en la oración los unos por los otros, para que a nadie falte el vino del amor nuevo, de la alegría que Jesús nos trae.
En este momento me siento en el deber de dirigir mi pensamiento a la querida tierra de Colombia, »consciente de la importancia crucial del momento presente, en el que, con esfuerzo renovado y movidos por la esperanza, sus hijos están buscando construir una sociedad en paz». Que la sangre vertida por miles de inocentes durante tantas décadas de conflicto armado, unida a aquella del Señor Jesucristo en la Cruz, sostenga todos los esfuerzos que se están haciendo, incluso aquí en esta bella Isla, para una definitiva reconciliación. Y así la larga noche de dolor y de violencia, con la voluntad de todos los colombianos, se pueda transformar en un día sin ocaso de concordia, justicia, fraternidad y amor en el respeto de la institucionalidad y del derecho nacional e internacional, para que la paz sea duradera. Por favor, no tenemos derecho a permitirnos otro fracaso más en este camino de paz y reconciliación.Gracias a Usted, Señor Presidente, por todo lo que hace en este trabajo de reconciliación»
Les pido ahora que nos unamos en la plegaria a María, para poner todas nuestras preocupaciones y aspiraciones cerca del Corazón de Cristo. Y de modo especial, le pedimos por los que han perdido la esperanza, y no encuentran motivos para seguir luchando; por los que sufren la injusticia, el abandono y la soledad; pedimos por los ancianos, los enfermos, los niños y los jóvenes, por todas las familias en dificultad, para que María les enjugue sus lágrimas, les consuele con su amor de Madre, les devuelva la esperanza y la alegría. Madre santa, te encomiendo a estos hijos tuyos de Cuba: ¡No los abandones nunca!».
Encuentro con el Presidente Raul Castro y con el Comandante Fidel en el Palacio de la Revolución
Ciudad del Vaticano, 20 de septiembre de 2015 (Vis).-Después de la Santa Misa y de almorzar en la nunciatura apostólica, el Papa se desplazó en automóvil al Palacio de la Revolución para encontrarse en visita de cortesía con el Presidente del Consejo de Estado y del Consejo de Ministros, Raúl Castro, que fue designado para ese cargo en 2008, sustituyendo por razones de salud a su hermano Fidel Castro. Aunque no formaba parte del programa oficial de la visita, el Santo Padre encontró también al »Comandante» Fidel.
»Era un encuentro previsible aunque no formase parte del programa- ha explicado el Padre Lombardi- Todos sabían que el Comandante Fidel deseaba ver al Papa, como también lo hizo con el Papa Benedicto XVI durante su visita anterior. En esta fase de su vida, el comandante Fidel, que es una persona anciana, lleva una vida de estudio y reflexión: lee mucho y le gusta conversar con personas que tienen un gran experiencia. Así fue explícitamente con el Papa Benedicto XVI y así ha sido con el Papa Francisco».
»Fidel había pedido al Papa Benedicto que le mandase algunos libros que podrían ser útiles para sus reflexiones, y Francisco, acordándose de esto, ha tomado la iniciativa y le ha traído dos libros del sacerdote italiano Alessandro Pronzato, que muchos conocen como autor fecundo de textos espirituales y catequéticos. También le ha traído un libro y dos cds del Padre Armando Llorente, un sacerdote jesuita, fallecido hace algunos años, que estuvo muy cerca de Castro, cuando era un niño, e iba la escuela de los jesuitas en el Colegio de Belén. El recuerdo de esa relación con un educador que había tocado profundamente su vida en la juventud ha sido también un pensamiento muy significativo por parte del Papa».
»El Santo Padre le ha llevado también dos grandes textos suyos » Evangelii Gaudium «y «Laudato Si» Este último pensando en los temas que interesan a Castro también en esta etapa de su vida, las grandes cuestiones del mundo actual y su futuro. Ciertamente se trata de un documento que encontrará sumamente interesante. Por su parte, el comandante Castro ha regalado al Papa un libro, también muy conocido: «Fidel y la Religión», de Frei Betto, una conversación con Frei Betto. Ha sido un encuentro muy familiar, un intercambio sereno, en presencia de varios miembros de la familia, y ciertamente un momento positivo».
Después de la visita al Palazio de la Revolución el Papa se trasladó en papamóvil a la catedral de la Inmaculada Concepción y de San Cristóbal de La Habana para celebrar las vísperas con los sacerdotes, religiosos y religiosas y seminaristas cubanos.
Vísperas en la catedral de La Habana
Ciudad del Vaticano, 20 de septiembre de 2015 (Vis).-La Inmaculada Concepción es la Patrona de la La Habana y, en la histórica catedral dedicada a esa advocación y a San Cristóbal -cuya fachada barroca fue proyectada por Francesco Borromini- el Papa encontró a los sacerdotes, religiosos y religiosas y seminaristas de Cuba para rezar juntos las vísperas. Francisco, refiriéndose al relato evangélico del joven rico observante de la ley que se aleja entristecido cuando Jesús le dice que si quiere seguirle deje sus riquezas, improvisó unas palabras dedicadas al valor de la pobreza tanto para los cristianos, como para los consagrados y dio por leído el discurso que había preparado y que reproducimos a continuación.
»Nos hemos reunido en esta histórica Catedral de La Habana para cantar con los salmos la fidelidad de Dios con su Pueblo, para dar gracias por su presencia, por su infinita misericordia. Fidelidad y misericordia no solo hecha memoria por las paredes de esta casa, sino por algunas cabezas que »pintan canas», recuerdo vivo, actualizado de que »infinita es su misericordia y su fidelidad dura las edades». Hermanos, demos gracias juntos.
Demos gracias por la presencia del Espíritu con la riqueza de los diversos carismas en los rostros de tantos misioneros que han venido a estas tierras, llegando a ser cubanos entre los cubanos, signo de que es eterna su misericordia.
El Evangelio nos presenta a Jesús en diálogo con su Padre, nos pone en el centro de la intimidad hecha oración entre el Padre y el Hijo. Cuando se acercaba su hora, Jesús rezó al Padre por sus discípulos, por los que estaban con Él y por los que vendrían . Nos hace bien pensar que en su hora crucial, Jesús pone en su oración la vida de los suyos, nuestra vida. Y le pide a su Padre que los mantenga en la unidad y en la alegría. Conocía bien Jesús el corazón de los suyos, conoce bien nuestro corazón. Por eso reza, pide al Padre para que no les gane una conciencia que tiende a aislarse, refugiarse en las propias certezas, seguridades, espacios; a desentenderse de la vida de los demás, instalándose en pequeñas »chacras» que rompen el rostro multiforme de la Iglesia. Situaciones que desembocan en tristeza individualista, en una tristeza que poco a poco va dejándole lugar al resentimiento, a la queja continua, a la monotonía; »ése no es el deseo de Dios para nosotros, ésa no es la vida en el Espíritu» a la que los invitó, a la que nos invitó. Por eso Jesús reza, pide para que la tristeza y el aislamiento no nos gane el corazón. Nosotros queremos hacer lo mismo, queremos unirnos a la oración de Jesús, a sus palabras para decir juntos: »Padre santo, cuídalos con el poder de tu nombre… para que estén completamente unidos, como tú y yo» »y su gozo sea completo» .
Jesús reza y nos invita a rezar porque sabe que hay cosas que solo las podemos recibir como don, hay cosas que solo podemos vivir como regalo. La unidad es una gracia que solamente puede darnos el Espíritu Santo, a nosotros nos toca pedirla y poner lo mejor de nosotros para ser transformados por este don.
Es frecuente confundir unidad con uniformidad; con un hacer, sentir y decir todos lo mismo. Eso no es unidad, eso es homogeneidad. Eso es matar la vida del Espíritu, es matar los carismas que Él ha distribuido para el bien de su Pueblo. La unidad se ve amenazada cada vez que queremos hacer a los demás a nuestra imagen y semejanza. Por eso la unidad es un don, no es algo que se pueda imponer a la fuerza o por decreto. Me alegra verlos a ustedes aquí, hombres y mujeres de distintas épocas, contextos, biografías, unidos por la oración en común. Pidámosle a Dios que haga crecer en nosotros el deseo de projimidad. Que podamos ser prójimos, estar cerca, con nuestras diferencias, manías, estilos, pero cerca. Con nuestras discusiones, peleas, hablando de frente y no por detrás. Que seamos pastores prójimos a nuestro pueblo, que nos dejemos cuestionar, interrogar por nuestra gente. Los conflictos, las discusiones en la Iglesia son esperables y, hasta me animo a decir, necesarias. Signo de que la Iglesia está viva y el Espíritu sigue actuando, la sigue dinamizando. ¡Ay de esas comunidades donde no hay un sí o un no! Son como esos matrimonios donde ya no discuten porque se ha perdido el interés, se ha perdido el amor.
En segundo lugar, el Señor reza para que nos llenemos »de la misma perfecta alegría» que Él tiene . La alegría de los cristianos, y especialmente la de los consagrados, es un signo muy claro de la presencia de Cristo en sus vidas. Cuando hay rostros entristecidos es una señal de alerta, algo no anda bien. Y Jesús pide esto al Padre nada menos que antes de ir al huerto, cuando tiene que renovar su »fiat». No dudo que todos ustedes tienen que cargar con el peso de no pocos sacrificios y que para algunos, desde hace décadas, los sacrificios habrán sido duros. Jesús reza también desde su sacrificio para que nosotros no perdamos la alegría de saber que Él vence al mundo. Esta certeza es la que nos impulsa mañana a mañana a reafirmar nuestra fe. »Él (con su oración, en el rostro de nuestro Pueblo) nos permite levantar la cabeza y volver a empezar, con una ternura que nunca nos desilusiona y que siempre puede devolvernos la alegría»
¡Qué importante, qué testimonio tan valioso para la vida del pueblo cubano, el de irradiar siempre y por todas partes esa alegría, no obstante los cansancios, los escepticismos, incluso la desesperanza, que es una tentación muy peligrosa que apolilla el alma!
Hermanos, Jesús reza para que seamos uno y su alegría permanezca en nosotros, hagamos lo mismo, unámonos los unos a los otros en oración».
Francisco encuentra a los jóvenes, esperanza de Cuba
Ciudad del Vaticano, 20 de septiembre de 2015 (Vis).-Después de rezar las vísperas el Papa fue al Centro de Estudio Padre Félix Varela, colindante con la catedral, para encontrarse con los jóvenes de Cuba. El Centro está dedicado al siervo de Dios Félix Varela (1788-1853), considerado como »el maestro de los maestros cubanos». El sacerdote, de quien está en curso la causa de beatificación, después de enseñar diez años en el Colegio Seminario de San Carlos, contribuyendo al progreso de las ciencias y las letras en la isla, fue elegido en 1821 como representante de Cuba en las Cortes Españolas, donde reclamó la libertad para los esclavos negros. En 1823, tras la restauración absolutista de Fernando VII, se traslada a Estados Unidos donde proclama el derecho de Cuba a la independencia y durante treinta años ejerce su ministerio pastoral fundando escuelas, construyendo iglesias y evangelizando a los marginados.
El Centro a él dedicado es un instituto laico, en funciones desde 2011 que coordina el Pontificio Consejo de la Cultura. Comprende un centro de estudios eclesiásticos, donde se dan también cursos de filosofía, psicología, y un master denominado Cuba-Emprende cuya finalidad es el apoyo a iniciativas empresariales privadas que apuntan al cambio de la política económica del país. También es sede de conciertos, conferencias, etc… y patrocina el Festival de Cine Latinoamericano.
»…Cuando los miro a ustedes, la primera cosa que me viene a la mente y al corazón es la palabra esperanza. No puedo concebir a un joven que no se mueva, que esté paralizado, que no tenga sueños ni ideales, que no aspire a algo más.
Pero, ¿cuál es la esperanza de un joven cubano en esta época de la historia? Ni más ni menos que la de cualquier otro joven de cualquier parte del mundo. Porque la esperanza nos habla de una realidad que está enraizada en lo profundo del ser humano, independientemente de las circunstancias concretas y los condicionamientos históricos en que vive. Nos habla de una sed, de una aspiración, de un anhelo de plenitud, de vida lograda, de un querer tocar lo grande, lo que llena el corazón y eleva el espíritu hacia cosas grandes, como la verdad, la bondad y la belleza, la justicia y el amor. Sin embargo, eso comporta un riesgo. Requiere estar dispuestos a no dejarse seducir por lo pasajero y caduco, por falsas promesas de felicidad vacía, de placer inmediato y egoísta, de una vida mediocre, centrada en uno mismo, y que sólo deja tras de sí tristeza y amargura en el corazón. No, la esperanza es audaz, sabe mirar más allá de la comodidad personal, de las pequeñas seguridades y compensaciones que estrechan el horizonte, para abrirse a grandes ideales que hacen la vida más bella y digna. Yo le preguntaría a cada uno de ustedes: ¿Qué es lo que mueve tu vida? ¿Qué hay en tu corazón, dónde están tus aspiraciones? ¿Estás dispuesto a arriesgarte siempre por algo más grande?
Tal vez me pueden decir: »Sí, Padre, la atracción de esos ideales es grande. Yo siento su llamado, su belleza, el brillo de su luz en mi alma. Pero, al mismo tiempo, la realidad de mi debilidad y de mis pocas fuerzas es muy fuerte para decidirme a recorrer el camino de la esperanza. La meta es muy alta y mis fuerzas son pocas. Mejor conformarse con poco, con cosas tal vez menos grandes pero más realistas, más al alcance de mis posibilidades». Yo comprendo esta reacción, es normal sentir el peso de lo arduo y difícil, sin embargo, cuidado con caer en la tentación de la desilusión, que paraliza la inteligencia y la voluntad, ni dejarnos llevar por la resignación, que es un pesimismo radical frente a toda posibilidad de alcanzar lo soñado. Estas actitudes al final acaban o en una huida de la realidad hacia paraísos artificiales o en un encerrarse en el egoísmo personal, en una especie de cinismo, que no quiere escuchar el grito de justicia, de verdad y de humanidad que se alza a nuestro alrededor y en nuestro interior.
Pero, ¿qué hacer? ¿Cómo hallar caminos de esperanza en la situación en que vivimos? ¿Cómo hacer para que esos sueños de plenitud, de vida auténtica, de justicia y verdad, sean una realidad en nuestra vida personal, en nuestro país y en el mundo? Pienso que hay tres ideas que pueden ser útiles para mantener viva la esperanza.
La esperanza, un camino hecho de memoria y discernimiento. La esperanza es la virtud del que está en camino y se dirige a alguna parte. No es, por tanto, un simple caminar por el gusto de caminar, sino que tiene un fin, una meta, que es la que da sentido e ilumina el sendero. Al mismo tiempo, la esperanza se alimenta de la memoria, abarca con su mirada no sólo el futuro sino el pasado y el presente. Para caminar en la vida, además de saber a dónde queremos ir es importante saber también quiénes somos y de dónde venimos. Una persona o un pueblo que no tiene memoria y borra su pasado corre el riesgo de perder su identidad y arruinar su futuro. Se necesita por tanto la memoria de lo que somos, de lo que forma nuestro patrimonio espiritual y moral. Creo que esa es la experiencia y la enseñanza de ese gran cubano que fue el Padre Félix Varela. Y se necesita también el discernimiento, porque es esencial abrirse a la realidad y saber leerla sin miedos ni prejuicios. No sirven las lecturas parciales o ideológicas, que deforman la realidad para que entre en nuestros pequeños esquemas preconcebidos, provocando siempre desilusión y desesperanza. Discernimiento y memoria, porque el discernimiento no es ciego, sino que se realiza sobre la base de sólidos criterios éticos, morales, que ayudan a discernir lo que es bueno y justo.
La esperanza, un camino acompañado. Dice un proverbio africano: »Si quieres ir deprisa, ve solo; si quieres ir lejos, ve acompañado». El aislamiento o la clausura en uno mismo nunca generan esperanza, en cambio, la cercanía y el encuentro con el otro, sí. Solos no llegamos a ninguna parte. Tampoco con la exclusión se construye un futuro para nadie, ni siquiera para uno mismo. Un camino de esperanza requiere una cultura del encuentro, del diálogo, que supere los contrastes y el enfrentamiento estéril. Para ello, es fundamental considerar las diferencias en el modo de pensar no como un riesgo, sino como una riqueza y un factor de crecimiento. El mundo necesita esta cultura del encuentro, necesita de jóvenes que quieran conocerse, que quieran amarse, que quieran caminar juntos y construir un país como lo soñaba José Martí: »Con todos y para el bien de todos».
La esperanza, un camino solidario. La cultura del encuentro debe conducir naturalmente a una cultura de la solidaridad. Aprecio mucho lo que ha dicho Leonardo al comienzo cuando ha hablado de la solidaridad como fuerza que ayuda a superar cualquier obstáculo. Efectivamente, si no hay solidaridad no hay futuro para ningún país. Por encima de cualquier otra consideración o interés, tiene que estar la preocupación concreta y real por el ser humano, que puede ser mi amigo, mi compañero, o también alguien que piensa distinto, que tiene sus ideas, pero que es tan ser humano y tan cubano como yo mismo. No basta la simple tolerancia, hay que ir más allá y pasar de una actitud recelosa y defensiva a otra de acogida, de colaboración, de servicio concreto y ayuda eficaz. No tengan miedo a la solidaridad, al servicio, al dar la mano al otro para que nadie se quede fuera del camino.
Este camino de la vida está iluminado por una esperanza más alta: la que nos viene de la fe en Cristo. Él se ha hecho nuestro compañero de viaje, y no sólo nos alienta sino que nos acompaña, está a nuestro lado y nos tiende su mano de amigo. Él, el Hijo de Dios, ha querido hacerse uno como nosotros, para recorrer también nuestro camino. La fe en su presencia, su amor y su amistad, encienden e iluminan todas nuestras esperanzas e ilusiones. Con Él, aprendemos a discernir la realidad, a vivir el encuentro, a servir a los demás y a caminar en la solidaridad.
Queridos jóvenes cubanos, si Dios mismo ha entrado en nuestra historia y se ha hecho hombre en Jesús, si ha cargado en sus hombros con nuestra debilidad y pecado, no tengan miedo a la esperanza, no tengan miedo al futuro, porque Dios apuesta por ustedes, cree en ustedes, espera en ustedes.
Queridos amigos, gracias por este encuentro. Que la esperanza en Cristo su amigo les guíe siempre en su vida. Y, por favor, no se olviden de rezar por mí. Que el Señor los bendiga».
El Papa en la festividad de San Mateo: Jesús ve más allá de la indignidad
Ciudad del Vaticano, 22 de septiembre de 2015 (Vis).-El Papa se despidió ayer de La Habana para trasladarse a Holguín, la tercera ciudad de la isla por número de habitantes (un millón y medio) y capital reconocida de la música cubana. Es sede de la Compañía de Ballet Nacional de Cuba, alberga un centro de rehabilitación de la dependencia de drogas de fama internacional y es capital universitaria.
A su llegada al aeropuerto Frank Pais, Francisco fue recibido por el obispo de la diócesis, Mons. Emilio Aranguren Etcheverría y saludó, sin formalidades ni discursos, a diversas autoridades locales, así como a un centenar de fieles que acudieron a darle la bienvenida acompañados por un coro de niños. Desde allí, recorrió en automóvil los veinte kilómetros que dista el aeropuerto del centro de la capital y en papamóvil, aclamado por la multitud, los últimos tres kilómetros hasta la Plaza de la Revolución Calixto García Iñíguez de Holguín (1839-1898), patriota cubano, donde celebró la Santa Misa en la festividad de san Mateo apóstol y evangelista.
»Celebramos la historia de una conversión», dijo el Papa en su homilía, recordando que el mismo Mateo en su evangelio, nos cuenta cómo fue el encuentro que marcó su vida y nos introduce en un »juego de miradas» que es capaz de transformar la historia. El apóstol escribe que un día, como otro cualquiera, mientras estaba sentado a la mesa de la recaudación de los impuestos, Jesús pasaba, lo vio, se acercó y le dijo: »Sígueme». Y él, levantándose, lo siguió».
»Qué fuerza de amor tuvo la mirada de Jesús para movilizar a Mateo como lo hizo; qué fuerza han de haber tenido esos ojos para levantarlo -señaló Francisco- Sabemos que Mateo era un publicano, es decir, recaudaba impuestos de los judíos para dárselo dárselos a los romanos. Los publicanos eran mal vistos, e incluso considerados pecadores, y por eso vivían apartados y despreciados por los demás. Con ellos no se podía comer, ni hablar, ni orar. Eran traidores para el pueblo: le sacaban a su gente para dárselo a otros. Los publicanos pertenecían a esta categoría social.».
Pero Jesús se detuvo, no pasó de largo precipitadamente, »lo miró sin prisa, lo miró con paz. Lo miró con ojos de misericordia… como nadie lo había mirado antes. Y esa esta mirada abrió su corazón, lo hizo libre, lo sanó, le dio una esperanza, una nueva vida como a Zaqueo, a Bartimeo, a María Magdalena, a Pedro y también a cada uno de nosotros. Aunque no nos atrevamos a levantar los ojos al Señor, Él él siempre nos mira primero. Es nuestra historia personal; al igual que muchos otros, cada uno de nosotros puede decir: yo también soy un pecador en el que Jesús puso su mirada».
El amor de Jesús »nos precede, su mirada se adelanta a nuestra necesidad. Él sabe ver más allá de las apariencias, más allá del pecado, más allá del fracaso o de la indignidad. Sabe ver más allá de la categoría social a la que podemos pertenecer. Él ve más allá de todo eso. Él ve esa dignidad de hijo, que todos tenemos, tal vez ensuciada por el pecado, pero siempre presente en el fondo de nuestra alma…. Él ha venido precisamente a buscar a todos aquellos que se sienten indignos de Dios, indignos de los demás. Dejémonos mirar por Jesús, dejemos que su mirada recorra nuestras calles, dejemos que su mirada nos devuelva la alegría, la esperanza, el gozo de la vida».
Después de mirarlo con misericordia, el Señor dijo a Mateo: »Sígueme». Y Mateo se levantó y lo siguió. »Después de la mirada -notó el Pontífice- la palabra. Tras el amor, la misión. Mateo ya no es el mismo; interiormente ha cambiado. El encuentro con Jesús, con su amor misericordioso, lo transformó . Y allá atrás quedó el banco de los impuestos, el dinero, su exclusión. Antes él esperaba sentado para recaudar, para sacarle a los otros, ahora con Jesús tiene que levantarse para dar, para entregar, para entregarse a los demás. Jesús lo miró y Mateo encontró la alegría en el servicio. Para Mateo, y para todo el que sintió la mirada de Jesús, sus conciudadanos no son aquellos a los que »se vive», se usa, se abusa. La mirada de Jesús genera una actividad misionera, de servicio, de entrega. Sus conciudadanos son aquellos a quien él sirve. Su amor cura nuestras miopías y nos estimula a mirar más allá, a no quedarnos en las apariencias o en lo políticamente correcto».
Jesús nos precede, abre el camino y nos invita a seguirlo. Nos invita a ir »lentamente superando nuestros preconceptos, nuestras resistencias al cambio de los demás e incluso de nosotros mismos. Nos desafía día a día con una pregunta: ¿Crees? ¿Crees que es posible que un recaudador se transforme en servidor? ¿Crees que es posible que un traidor se vuelva un amigo? ¿Crees que es posible que el hijo de un carpintero sea el Hijo de Dios? Su mirada transforma nuestras miradas, su corazón transforma nuestro corazón. Dios es Padre que busca la salvación de todos sus hijos».
El Papa invitó a todos a dejarse mirar por el Señor en la oración, en la Eucaristía, en la Confesión, en nuestros hermanos, »especialmente en aquellos que se sienten dejados, más solos. Y aprendamos a mirar como él nos mira. Compartamos su ternura y su misericordia con los enfermos, los presos, los ancianos, o las familias en dificultad. Una y otra vez somos llamados a aprender de Jesús que mira siempre lo más auténtico que vive en cada persona, que es precisamente la imagen de su Padre».
»Sé con qué esfuerzo y sacrificio la Iglesia en Cuba trabaja para llevar a todos, aun en los sitios más apartados, la palabra y la presencia de Cristo -añadió- Una mención especial merecen las llamadas »casas de misión» que, ante la escasez de templos y de sacerdotes, permiten a tantas personas poder tener un espacio de oración, de escucha de la Palabra, de catequesis, de vida de comunidad. Son pequeños signos de la presencia de Dios en nuestros barrios y una ayuda cotidiana para hacer vivas las palabras del apóstol Pablo: »Les ruego que anden como pide la vocación a la que han sido convocados. Sean siempre humildes y amables, sean comprensivos, sobrellevándose mutuamente con amor; esfuércense en mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz».
Francisco acabó invocando a la Virgen de la Caridad del Cobre, »a quien Cuba acogió en sus brazos y le abrió sus puertas para siempre», y pidiéndole que mantuviese »sobre todos y cada uno de los hijos de esta noble Nación su mirada maternal y que esos »sus ojos misericordiosos» estén siempre atentos a cada uno de ustedes, sus hogares, sus familias, a las personas que puedan pueden estar sintiendo que para ellos no hay lugar. Que ella nos guarde a todos como cuidó a Jesús en su amor. Y que ella nos enseñe a mirar a los demás como Jesús nos miró a cada uno de nosotros».
A última hora de la tarde y antes de despedirse de Holguín, el Papa subió a la Loma de la Cruz, una de las metas de peregrinación de la isla. La cruz que domina la colina -desde la que se divisa un panorama a 360 grados de la entera isla de Cuba- fue plantada en 1790 por fray Francisco Antonio de Alegría y se llega a ella después de subir 458 escalones.
Desde esa cima el Santo Padre bendijo la ciudad con esta oración: »Que al mirar la Santa Cruz,elevada en la cima de esta montaña,y que ilumina la vida de las familias, de los niños y jóvenes,de los enfermos y de todos los que sufren reciban tu consuelo y tu compañía,y se sientan invitados al seguimiento de Tu Hijo, único camino para llegar a ti”.
Francisco reza ante la Virgen del Cobre, Patrona de Cuba
Ciudad del Vaticano, 22 de septiembre de 2015 (Vis).- Cuando en Cuba eran las cuatro de la tarde de ayer, 21 de septiembre y en Roma las diez de la noche, el Papa Francisco emprendió el vuelo desde Holguín a Santiago de Cuba, la segunda ciudad del país y la »rival» de La Habana por su vida literaria, musical y política. Santiago fue fundada en 1514 por Diego Velázquez y fue capital de la isla de 1515 a 1617. Patria del »son», cuenta entre sus monumentos con el castillo de El Morro, declarado por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad y con la basílica de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, y se prepara a celebrar su 500 aniversario como capital.
El Santo Padre que fue acogido en el aeropuerto Antonio Maceo por varios centenares de fieles y por las autoridades locales se trasladó al seminario de San Basilio Magno, una de las instituciones de educación más antiguas de Cuba, fundado en 1722, nacionalizado y transformado en escuela pública en 1961 y restablecido como seminario en 1997. Allí Francisco se encontró de forma estrictamente privada y sin discursos con el episcopado cubano.
Acabado el encuentro Francisco fue al cercano santuario nacional de la Virgen de la Caridad del Cobre, el lugar de peregrinación más venerado de Cuba y cuya historia está estrechamente vinculada con las vivencias sociales y políticas del país. Todo comenzó en 1606 cuando tres pescadores, dos indios y un esclavo negro, encontraron una imagen de la Virgen que flotaba en las aguas de la bahía de Nipe con la frase »Soy la Virgen de la Caridad». La imagen fue llevada a las minas de cobre, en la localidad del mismo nombre El Cobre, donde surgió en 1684 el primer santuario. Alli se lee en 1801 el »Manifiesto por la libertad de los esclavos de las minas de El Cobre» y, en 1868 el paladín de la abolición de la esclavitud y de la independencia de Cuba, Carlos Manuel de Céspedes, peregrina al santuario para rezar por la libertad de Cuba ante la Virgen. El 12 de julio de 1898 se celebra una misa de acción de gracias por la liberación de la isla en presencia de los oficiales del Ejército Libertador y en 1916 ante la gran devoción del pueblo cubano por la Virgen de la Caridad, Benedicto XV, la proclama Patrona de Cuba. En 1927 se inaugura el santuario actual y en 1936 el arzobispo de Santiago de Cuba corona a la Virgen como Madre y Patrona de Cuba. En 1977 el beato Pablo VI otorga al santuario el título de basílica menor
El Papa y el arzobispo de Santiago de Cuba, Dionisio Guillermo García Ibañez, junto con los obispos cubanos y el séquito papal fueron acogidos en la basílica por su rector. Francisco se arrodilló ante la imagen y rezó a la Virgen de la Caridad, invocándola como Madre de la reconciliación y pidiendo que reuniera a su pueblo disperso por el mundo.»Haz de la nación cubana -dijo- un hogar de hermanos y hermanas para que este pueblo abra de par en par su mente, su corazón y su vida a Cristo, único Salvador y Redentor». También rogó al Señor por las familias y por los niños y jóvenes, riqueza y esperanza del país. Por último, depositó ante la imagen un florero de plata con flores de cerámica amarillas y blancas, los colores del Vaticano.
Esta tarde, 22 de septiembre, el Santo Padre celebrará misa en la basílica de la Virgen del Cobre y posteriormente irá a la catedral de Santiago donde encontrará a las familias cubanas y bendecirá a la ciudad. Así se despedirá de Cuba porque a las 12,30 (hora local, 18,30 hora de Roma), viajará a Estados Unidos donde será recibido en la base aérea de Andrews, Washington D.C. unas tres horas y media más tarde.
Nuestra revolución pasa por la ternura, por la alegría, por la compasión, dice el Papa en el Santuario de la Virgen del Cobre
Ciudad del Vaticano, 23 de septiembre de 2015 (Vis).-»La presencia de Dios en nuestra vida nunca nos deja quietos, siempre nos motiva al movimiento. Cuando Dios visita, siempre nos saca de casa. Visitados para visitar, encontrados para encontrar, amados para amar», dijo ayer el Papa Francisco en su última homilía pronunciada en tierra cubana, durante la misa celebrada en la basílica menor del Santuario Nacional de la Virgen del Cobre.
El Pontífice comentó el evangelio que narraba el episodio de la visitación de María a su prima Isabel. »María fue de prisa, paso lento pero constante -observó el Obispo de Roma- pasos que saben a dónde van; pasos que no corren para »llegar» rápido o van demasiado despacio como para no »arribar» jamás. María, la primera discípula, visitada ha salido a visitar. Y desde ese primer día ha sido siempre su característica peculiar Estas tierras también fueron visitadas por su maternal presencia. La patria cubana nació y creció al calor de la devoción a la Virgen de la Caridad».
Y Francisco recordó lo que escribían los cubanos hace cien años cuando pedían al Papa Benedicto XV que declarara a la Virgen de la Caridad Patrona de Cuba:»Ni las desgracias ni las penurias lograron “apagar” la fe y el amor que nuestro pueblo católico profesa a esa Virgen, sino que, en las mayores vicisitudes de la vida, cuando más cercana estaba la muerte o más próxima la desesperación, surgió siempre como luz disipadora de todo peligro, como rocío consolador…, la visión de esa Virgen bendita».
Así, desde el santuario que guarda la memoria del pueblo de Dios en Cuba, María »custodia nuestras raíces, nuestra identidad, para que no nos perdamos en los caminos de la desesperanza. El alma del pueblo cubano, como acabamos de escuchar, fue forjada entre dolores, penurias que no lograron apagar la fe, esa fe que se mantuvo viva gracias a tantas abuelas que siguieron haciendo posible, en lo cotidiano del hogar, la presencia viva de Dios; la presencia del Padre que libera, fortalece, sana, da coraje y que es refugio seguro y signo de nueva resurrección. Abuelas, madres, y tantos otros que con ternura y cariño fueron signos de visitación, como María, de valentía, de fe para sus nietos, en sus familias».
»Cada vez que miramos a María volvemos a creer en lo revolucionario de la ternura y del cariño -subrayó el Pontífice- Estamos invitados a vivir la revolución de la ternura como María, Madre de la Caridad. Estamos invitados a »salir de casa», a tener los ojos y el corazón abierto a los demás. Nuestra revolución pasa por la ternura, por la alegría que se hace siempre projimidad, que se hace siempre compasión –que no es lástima, es padecer con, para liberar- y nos lleva a involucrarnos, para servir, en la vida de los demás… Nuestra fe, nos saca de casa para visitar al enfermo, al preso, al que llora y al que sabe también reír con el que ríe, alegrarse con las alegrías de los vecinos».
»Como María, queremos ser una Iglesia que sirve, que sale de casa, que sale de sus templos, que sale de sus sacristías, para acompañar la vida, sostener la esperanza, ser signo de unidad de un pueblo noble y digno. Como María, Madre de la Caridad, queremos ser una Iglesia que salga de casa para tender puentes, romper muros, sembrar reconciliación. Como María, queremos ser una Iglesia que sepa acompañar todas las situaciones »embarazosas» de nuestra gente, comprometidos con la vida, la cultura, la sociedad, no borrándonos sino caminando con nuestros hermanos, todos juntos. Todos juntos, sirviendo, ayudando. Todos hijos de Dios, hijos de María, hijos de esta noble tierra cubana».
La familia no es un problema sino una oportunidad
Ciudad del Vaticano, 23 de septiembre de 2015 (Vis)-El Papa terminó su visita a Cuba encontrando a las familias de la isla en la catedral Nuestra Señora de la Asunción de Santiago, donde dio las gracias en su nombre a todos los cubanos por el calor con que lo habían tratado en estos días. »El calor -dijo- que brota de gente que sabe recibir, que sabe acoger, que sabe hacer sentir en casa».
La lectura que precedió al discurso del Santo Padre fue el relato de las bodas de Caná. »Jesús comienza su vida pública precisamente en una boda- señaló Francisco- Es interesante observar cómo se manifiesta también en las comidas, en las cenas. Comer con diferentes personas, visitar diferentes casas fue un lugar privilegiado por Jesús para dar a conocer el proyecto de Dios. Él va a la casa de sus amigos –Marta y María–, pero no es selectivo… no le importa si hay publicanos o pecadores, como Zaqueo… No sólo él actuaba así, sino que cuando envió a sus discípulos a anunciar la buena noticia del Reino de Dios, les dijo: »Quédense en la casa que los reciba, coman y beban de lo que ellos tengan». Bodas, visita visitas a los hogares, cenas, algo de »especial» tendrán estos momentos en la vida de las personas para que Jesús elija manifestarse allí».
Francisco recordó que en su diócesis anterior, en Argentina, muchas familias le comentaban que »el único momento que tenían para estar juntos era normalmente en la cena, a la noche, cuando se volvía de trabajar, donde los más chicos terminaban la tarea de la escuela. Era un momento especial de vida familiar. Se comentaba el día, lo que cada uno había hecho… Jesús elije estos momentos para…, entrar en nuestras casas y ayudarnos a descubrir el Espíritu vivo y actuando en nuestras casas y en nuestras cosas cotidianas. Es en casa donde aprendemos la fraternidad, donde aprendemos la solidaridad, donde aprendemos el a no ser avasalladores. Es en casa donde aprendemos a recibir y a agradecer la vida como una bendición y que cada uno necesita a los demás para salir adelante…Por eso la comunidad cristiana llama a las familias con el nombre de iglesias domésticas».
»Sin familia, sin el calor del hogar, la vida se vuelve vacía -reafirmó el Papa- comienzan a faltar las redes que nos sostienen en la adversidad, las redes que nos alimentan en la cotidianidad y motivan la lucha para la prosperidad. La familia nos salva de dos fenómenos actuales: la fragmentación…, y la masificación. En ambos casos, las personas se transforman en individuos aislados fáciles de manipular, y de gobernar. Y entonces encontramos en el mundo sociedades divididas, rotas, separadas o altamente masificadas… Y… se van como olvidando esas relaciones que son el fundamento».
»La familia es escuela de humanidad -reiteró – escuela que enseña a poner el corazón en las necesidades de los otros, a estar atento a la vida de los demás. …A pesar de tantas dificultades como las que aquejan hoy a nuestras familias en el mundo, no nos olvidemos de algo, por favor: las familias no son un problema, son principalmente una oportunidad. Una oportunidad que tenemos que cuidar, proteger, y acompañar…Se discute mucho hoy sobre el futuro, sobre qué mundo queremos dejarle a nuestros hijos, qué sociedad queremos para ellos. Creo que una de las posibles respuestas es: Dejemos un mundo con familias. Es la mejor herencia…. Es cierto que no existe la familia perfecta…pero eso no impide que no sean la respuesta para el mañana. Dios nos estimula al amor y el amor siempre se compromete con las personas que ama.Por eso, cuidemos a nuestras familias, verdaderas escuelas del mañana… verdaderos espacios de libertad…verdaderos centros de humanidad».
El Santo Padre invitó entonces a las mujeres encintas que se encontraban allí a las »embarazadas de esperanza” -dijo- porque un hijo es una esperanza» a que se tocasen el vientre para acariciar a sus futuros hijos e hijas mientras él los bendecía.
Después retornó a su discurso para hablar de otra cena, la de la Eucaristía. »Se habrán dado cuenta -observó- que Jesús quiere utilizar como espacio de su memorial, una cena….Un momento vivido y entendible por todos, la cena. Y la Eucaristía es la cena de la familia de Jesús, que a lo largo y ancho de la tierra se reúne para escuchar su Palabra y alimentarse con su Cuerpo. Jesús es el Pan de Vida de nuestras familias, él quiere estar siempre presente alimentándonos con su amor, sosteniéndonos con su fe, ayudándonos a caminar con su esperanza, para que en todas las circunstancias podamos experimentar que él es el verdadero Pan del cielo».
El Papa finalizó pidiendo a los presentes que rezasen por el Encuentro Mundial de las Familias en Filadelfia y por el Sínodo sobre la Familia que comienza a primeros de octubre. Después, acompañado por el arzobispo de Santiago Dionisio Guillermo García Ibañez, recorrió la nave central del templo para saludar a los fieles y por último se asomó a la terraza que da al Parque Céspedes desde donde se despidió de Cuba con estas palabras:
»Los saludo. Les agradezco … la acogida… la calidez… gracias.. Los cubanos realmente son amables, bondadosos y hacen sentir a uno como en casa. Muchas gracias. Y quiero decir una palabra de esperanza. Una palabra de esperanza que quizás nos haga girar la cabeza hacia atrás y hacia adelante. Mirando hacia atrás, memoria. Memoria de aquellos que nos fueron trayendo a la vida y, en especial, memoria a los abuelos. Un gran saludo a los abuelos. No descuidemos a los abuelos. Los abuelos son nuestra memoria viva. Y mirando hacia adelante, los niños y los jóvenes, que son la fuerza de un pueblo. Un pueblo que cuida a sus abuelos y que cuida a sus chicos y a sus jóvenes, tiene el triunfo asegurado. Que Dios los bendiga y permítanme que les dé la bendición, pero con una condición. Van a tener que pagar algo. Les pido que recen por mí. Esa es la condición. Los bendiga Dios Todopoderoso, el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo. Adiós y gracias».
Francisco habla de su viaje a Cuba
Ciudad del Vaticano, 23 de septiembre de 2015 (Vis).-Durante el vuelo de Cuba a Estados Unidos, el Papa Francisco volvió a hablar con los periodistas y a responder a las preguntas que le plantearon acerca entre otras cosas, del bloqueo a Cuba, de sus críticas al capitalismo liberal y del futuro papel de la Iglesia en la isla.
La primera pregunta fue cual era la opinión del Papa del bloqueo a Cuba y si hablaría de este tema ante el Congreso de Estados Unidos.
»La cuestión del «bloqueo»-respondió Francisco- es parte de la negociación. Es público: ambos presidentes se han referido a esto. Es algo público, que sigue la dirección de las buenas relaciones que se intentan lograr… Mi deseo es que se llegue… a un acuerdo que satisfaga a las partes. Con respecto a la posición de la Santa Sede sobre los bloqueos los papas anteriores han hablado, -no sólo en este caso, sino también en otros casos- acerca de ello. Hay una doctrina social de la Iglesia en este sentido y a ella me remito porque es precisa y correcta. Por lo que se refiere al Congreso de Estados Unidos… estoy pensando en lo que quiero decir al respecto, pero no específicamente sobre esta cuestión, en general sobre el tema de los acuerdos bilaterales y multilaterales, como una señal de progreso en la convivencia. Pero este tema en concreto no se menciona, casi seguro que no».
»Hemos oído que más de 50 disidentes fueron detenidos fuera de la Nunciatura porque querían encontrarlo ¿Le gustaría encontrarse con los disidentes? Y si tal reunión tuviera lugar, ¿qué les diría?», fue la segunda cuestión
»En primer lugar no tengo noticias de que haya sucedido esto: No tengo ninguna noticia. No lo sé directamente -dijo el Papa- Sus dos preguntas son sobre el futuro… Me gustaría que sucediera. Me gusta conocer a toda la gente. En primer lugar porque creo que todas las personas son hijos de Dios,. En segundo lugar, el encuentro con una persona es siempre enriquecedor…. Sí, me gustaría encontrarme con ellos. Si desea que le hable todavía de los disidentes, puedo decirle algo muy concreto. En primer lugar, estaba claro que yo no habría dado ninguna audiencia, porque pidieron audiencia no sólo los disidentes, sino también gente de otros sectores, entre ellos varios jefes de Estado. No, yo fui a visitar al país y sólo esto. No había prevista ninguna audiencia: ni con los disidentes ni con otros. Segundo: la Nunciatura llamó por telefóno a algunas personas, que forman parte de este grupo de disidentes … La tarea del Nuncio era comunicarles que, con mucho gusto, a mi llegada a la catedral, en la reunión con los consagrados, habría saludado a los que estaban allí. Un saludo, eso si es verdad … Pero en vista de que nadie se presentó en el saludo, no sé si estaban o no estaban. Yo saludé a todos los que estaban allí. Especialmente a los enfermos, a los que estaban en una silla de ruedas … Pero nadie se identificó como disidente. Desde la Nunciatura se hicieron algunas llamadas para invitarlos a un saludo de paso».
La tercera pregunta fue sobre el sufrimiento de la Iglesia Católica cubana bajo Fidel Castro, y si en su encuentro con el Comandante el Papa tuvo la impresión de que estaba algo arrepentido.
»El arrepentimiento es una cosa muy íntima, que atañe a la conciencia -dijo el Santo Padre- En el encuentro con Fidel hablé de historias de los jesuitas conocidos, porque yo le regalé un libro del Padre Llorente un jesuita amigo suyo… y otro del Padre Pronzato que seguramente le gustará . Hablamos de estas cosas. Hablamos mucho de la encíclica Laudato Si ‘, porque está muy interesado en la ecología. Fue un encuentro informal, espontáneo. Hablamos de la encíclica porque está muy preocupado por ese tema, perto no del pasado».
Ya que el Pontífice denuncia la iniquidad de los sistemas económicos vigentes, algunos sectores de la sociedad americana se han preguntado si el Papa era católico y en otras partes se habla de Papa comunista. ¿Que piensa Francisco?
»Estoy seguro -contestó el Santo Padre – de que yo no he dicho nada más de lo que está en Doctrina Social de la Iglesia. Ya en otro vuelo una periodista, después de mi discurso a los movimientos populares, me preguntó si la Iglesia me seguía y yo le dije: ‘Yo soy el quie sigue a la Iglesia «, y no creo que me equivoque, no he dicho nada que no esté en la Doctrina Social de la Iglesia. Las cosas pueden ser explicadas. Tal vez una explicación dio la impresión de ser un poco más «izquierdosa», pero sería un error de explicación. No. Mi doctrina acerca de todo esto sobre el «imperialismo económico, sobre la Laudato Si’, es la de Doctrina Social de la Iglesia. ¡Y si hace falta que rece el Credo estoy dispuesto a hacerlo!
Otro periodista recordó que en su ultimo viaje a América Latina el Papa había criticado con dureza el sistema liberal capitalista mientras en Cuba sus críticas al sistema comunista no fueron tan estrictas, sino mucho más «suaves». ¿Por qué estas diferencias?
»En los discursos que he pronunciado en Cuba -aclaró Francisco- siempre he mencionado la Doctrina Social de la Iglesia. Las cosas que hay que corregir, las he dicho con claridad, no de forma suave. . Pero no he dicho más de lo que ya he escrito duramente, tanto en la encíclica como en la Evangelii Gaudium, sobre el capitalismo salvaje o liberal, todo lo que está escrito allí… que ya es bastante. Pero aquí en Cuba el viaje era muy pastoral con la comunidad católica, con los cristianos, también con las personas de buena voluntad; por eso mis intervenciones han sido homilías … Incluso con los jóvenes – que eran jóvenes creyentes y no creyentes, así como creyentes de diferentes religiones – fue un discurso de esperanza,para fomentar el diálogo , para buscar lo que une y no lo que divide. Era un lenguaje más pastoral. En cambio, en la encíclica hay que tratar temas más técnicos».
La penúltima cuestión planteó si la Iglesia católica jugaría algún papel en la apertura a las libertades políticas, dado el rol que ha desempeñado la Santa Sede en el restablecimiento de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos
»La Iglesia en Cuba -reveló el Pontífice- había elaborado una lista de prisioneros para indultar. El indulto se concedió a unos 3.500, según me ha dicho el Presidente de la Conferencia Episcopal. Y todavía hay casos que se están estudiando. La Iglesia en Cuba está trabajando de cara a los indultos. Por ejemplo, alguien me dijo: «Sería bueno acabar con la cadena perpetua». Hablando claramente, la cadena perpetua es casi una pena de muerte escondida. Lo dije públicamente en un discurso a los juristas europeos. Estás ahí, muriendo todos los días, sin la esperanza de liberación. Es una hipótesis. Otra hipótesis es conceder indultos generales cada uno o dos años … Pero la Iglesia está trabajando, ha trabajado … No estoy diciendo que estos tres mil fueron liberados gracias a las listas de la Iglesia, no. La Iglesia ha hecho una lista – no sé cuántas personas – ha solicitado formalmente indultos y seguirá haciéndolo».
Por último un informador preguntó si la visita de tres Papas en menos de 20 años a Cuba se podía interpretar como un síntoma de que la isla estuviera aquejada de alguna enfermedad
»No, no. El primero fue Juan Pablo II: la primera visita histórica -respondio- Pero era normal: visitó muchos países, incluidos países agresivos contra de la Iglesia. El segundo fue el Papa Benedicto: era normal…En mi caso fue un poco al azar, porque pensé entrar en Estados Unidos a través de México; Inicialmente, la primera idea fue Ciudad Juárez, la frontera de México … Pero ir a México sin ir a ver a la «Guadalupana» habría sido muy feo. Después, con el anuncio del 17 de diciembre del año pasado, cuando se dio a conocer lo que más o menos era reservado, un proceso de casi un año … me dije: Quiero ir a Estados Unidos pasando por Cuba. Y por eso la elegí. Pero no porque tenga una enfermedad especial que no tengan otros países».