Hasta mi amigo Juanjo, el más formal de la pandilla, no pudo resistirse y de vez en cuando repetía sus expresiones. Otros como Romano incorporaron sin darse cuén el código propio del humorista. Somos de la generación de Chiquito de la Calzada. Entiéndame bien, bastante más jóvenes. Me refiero a que quienes rozamos los 40 hemos crecido influenciados por su lenguaje y sus chistes. De esos jóvenes que durante la EGB disfrutábamos del humor de programas como No te rías que es peor y en Bachillerato nos pasamos a Genio y Figura, que encontró a su gran estrella en un malagueño de 62 años. Su ¡jarrl! dejó una huella imborrable en quienes encendían la pantalla durante más de una década. Como mi amiga Angelines, que años más tarde parecía haber venido a la redacción en el caballo de Bonanza (léase con tono musical).
Son algunos de mis recuerdos al saber de la muerte del humorista. Cada uno tendrá su historia personal ligada a Chiquito. Creo que ese es su principal legado. Que ha sabido no solo hacer reír, sino formar parte de alguna manera de la vida de la inmensa mayoría de los españoles a través de un humor del que se ha hablado mucho estos días, y del que me gustaría reivindicar que no era ofensivo para nadie. Abundan los que tienen que herir, ridiculizar o despreciar a otro, escudados en la carta blanca que supuestamente otorga la sátira, para intentar arrancar una pequeña mueca. Chiquito –lejos de ser un cobarde– demostró que el grandísimo humorista, como él, no necesitaba más que mirar a la cámara con sus patillas, su calva y su sonrisa y decir comooorrr para conseguir la reacción del público.
Este pecador de la pradera llamado Gregorio Esteban Sánchez Fernández era patrimonio nacional, y nosotros casi sin darnos cuenta. Ha sido una pérdida sentida por millones de españoles. Lo de menos era chiste, sino cómo lo contaba y cómo se movía. Estos días no había conversación en la que no se le escapara a uno un no puedo, no puedo acompañado de un extraño andar ni pa’tras ni pa’lante. Las redes sociales se han inundado de su legado. Desde el Cielo, donde ya estará con su venerado El Cautivo, mirará satisfecho que ha conseguido el consenso incluso de los partidos políticos más distantes, con unos líderes que han publicado mensajes en Twitter que parecen copiados. Se puede decir que ha puesto de acuerdo a Rivera e Iglesias y que ha unido a Sánchez y a Rajoy más que el 155. Este fistro, bajito pero gigante, forma parte de nuestras vidas y siempre nos sacará, solo con recordarlo, una simpática sonrisa.
Pedro J. Rabadán
Foto: Miguel Gómez/La Voz de Cádiz