La prensa libre se está haciendo eco una vez más de un caso que se suma a otros de gran actualidad donde los encargados de su buen uso demuestran creer aquello de que «el dinero público no es de nadie», como en su día sentenció la hoy presidenta del Consejo de Estado (sic).
Pues bien, el dinero del otrora reputado Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), el público y el privado, sí tiene dueño: las personas afectadas por la terrible enfermedad, los fallecidos por la misma causa y por los que en el futuro tengan la desgracia de padecerla.
Esa prensa libre, con la ayuda de los trabajadores del Centro, su Comité de Empresa, y los informes de la Intervención General del Estado (IGAE), han tabulado con toda precisión que un dinero sagrado ha sido mal usado (¿quizá malversado?) por la actual dirección del Centro y su máxima ejecutiva María Blasco. Casi un millón para comprar obras de arte (sic), estoy convencido de que no son trabajos de ninguna persona cercana en amistad a la señora citada, como si sobraran los recursos para combatir científicamente (la única manera de poder mirar a los ojos del cáncer) a esa lacra asesina que se lleva en España más de 120.000 personas a la tumba (2021). Subrayar que la tasa de mortalidad bruta fue de 231 defunciones por cáncer por cada 100.000 habitantes.
Dicen los responsables de haber malgastado una cantidad cercana al millón de euros en un tour itinerante de exposiciones del CNIO ARTE por el Ártico, Estados Unidos y Mozambique que ese dinero «no es público». ¿No es público? ¿Acaso los donantes privados sabían que ese dinero no iba para investigar la enfermedad? No dicen la verdad, además, porque según fuentes fidedignas del Centro, CNIO ARTE contrató a tres personas a cargo del erario público. Con ese dinero se podía haber contratado a reputados investigadores españoles hoy en el exterior cuando muchos de ellos desean volver a su país.
Luego está el tema del sueldo de la señora directora Blasco, que cobra al año la cifra de 230.000 euros, el triple que otras directoras de centros como, por ejemplo, el de Biología Molecular Severo Ochoa o el de Investigaciones Biológicas Margarita Salas. Según la propia Intervención General del Estado (IGAE, organismo público), la misma persona lleva cobrando cinco años 30.000 euros de más, ignorante de todas las advertencias realizadas..
Es sorprendente que la presidenta del Patronato del CNIO, Eva Ortega, a su vez secretaria general del Ministerio, pueda desconocer todo esto y si lo conociera estar de brazos cruzados. Por menos hay causas abiertas en los tribunales. En la anterior legislatura la presidenta del Patronato fue doña Raquel Yotti, médica cardióloga del hospital Gregorio Marañón. Se trata, según fuentes de su entorno, de la mujer de Iván García Yustos, un «fontanero del Palacio de la Moncloa». En medios socialistas y mediáticos siempre se relacionó a este matrimonio con el formado por Pedro Sánchez y Begoña Gómez, tan de actualidad estos meses tras la imputación de la mujer del presidente, y con los que mantendrían una supuesta relación de «gran amistad». Curiosamente, la catedrática Begoña aparece amadrinando actos CNIO ARTE. ¿Sorprendente, no?
¿Tampoco tiene nada que decir Diana Morant, ministra de Ciencia, Tecnología y Universidades? Está demasiado ocupada en intentar llegar al sillón del Gobierno autónomo valenciano aprovechando que la DANA pasaba por ahí…
Parece mentira que teóricos científicos afamados hayan podido dar tan pueriles argumentos, mediante una nota de prensa, para justificar lo injustificable.
Imagino que el Gobierno acudirá raudo al Parlamento a explicar este quilombo que ha caído como un enorme iceberg sobre la opinión pública, muy especialmente por todos los afectados directa o indirectamente por esa palabra maldita llamado cáncer. Hasta el diario El País, sospechoso siempre de cualquier sospecha, arremete contra el CNIO de María Blasco con datos incuestionables.
¿Ha escrito ya la carta de dimisión la señora Blasco o habrá que ir al juzgado de guardia?
GRACIANO PALOMO
Publicado en OKdiario el 14.12.2024