Para conmemorar los 25 años de la Jornada Mundial de la Juventud de Santiago, el Cardenal Antonio María Rouco Varela recorre junto a un grupo de jóvenes madrileños al menos cien kilómetros hasta la catedral del Apóstol. En un tramo del camino, el Cardenal hace balance y recuerda que el legado de esa jornada sigue vivo.
Hace veinticinco años en Santiago de Compostela se celebraba la segunda Jornada Mundial de la Juventud fuera de Roma. El entonces Papa, San Juan Pablo II, bendijo el Camino del Apóstol y la peregrinación resurgió cinco años después, atrayendo a miles de personas al mensaje de Jesús.
El Cardenal Antonio María Rouco Varela ha trasladado su entusiasmo, por la celebración del aniversario de aquella JMJ de 1989, donde la juventud, ha dicho, «estaba expuesta a mensajes materialistas, de reflexión a corto plazo y a propuestas de vida» que los alejaba de Dios. La respuesta de la JMJ a esas experiencias a corto plazo, como las drogas, el sexo o el alcohol, fue un mensaje claro: «el camino, la verdad, la felicidad, y la gloria es Cristo», ha recordado.
Sin embargo, la experiencia de la generación de jóvenes que asistieron al encuentro se ha convertido en un legado del apostolado juvenil. Antonio María Rouco Varela hace balance de estos años y considera que aquellas jornadas sirvieron para «poner en camino a una juventud de la Iglesia que viniera desde todos los puntos de la tierra». Ha hecho hincapié además en que «los jóvenes no solo venían a Santiago como pioneros peregrinos del final de siglo XX, sino como jóvenes que querían seguir a Cristo, que es el contenido y el mensaje del evangelio». Desde entonces, ha apuntado, arraigó «una historia de jóvenes y su vínculo con la Iglesia».
En sus trece años de ministerio episcopal en Santiago, el Cardenal Rouco Varela, destaca que San Juan Pablo II puso en marcha una peregrinación que sigue viva hoy. «Sin duda alguna fue un antes y un después para Santiago esa peregrinación», y lo refleja con datos: «en el año santo en 1982 no llegaron a 700 las compostelanas que se inscribieron. Y en 1993, cinco años después de la visita del Papa, los peregrinos fueron 160.000».
Hoy acompaña a un grupo numeroso de jóvenes en el Camino hacia la catedral del Obradoiro, un camino en el que ha hecho expresa su ilusión porque el Papa Francisco venga a España: «Dios quiera que venga con motivo del año teresiano. El espíritu de Santa Teresa es jacobeo por excelencia y, si viene con motivo del quinto centenario del nacimiento de la Santa, ayudará a conectar de nuevo con el espíritu apostólico de Santiago y recibir a Cristo, sin condiciones, a través del Camino y del camino de la vida por muy complicados y complejos que sean».