La semana pasada las llamas acabaron con la cubierta de la parroquia Santo Domingo de la Calzada, situada en plena Cañada Real. El domingo, el cardenal Osoro fue a allí a celebrar Misa con el párroco, Agustín Rodríguez, y con feligreses y vecinos. Uno de ellos se le acercó y le preguntó: «¿Usted me podría bautizar?». «Claro que puedo, ¿tú quieres?», le respondió el purpurado, quien recibió al joven en su casa apenas un día después y ya le ha dado materiales para empezar a prepararse sin que parezca una oposición «a notarías».
El arzobispo de Madrid reveló la anécdota este martes, 28 de mayo, en el Club Siglo XXI, donde impartió una conferencia titulada Retos y propuestas del Papa Francisco. «El Papa nos está pidiendo una nueva forma de estar nosotros anunciando el Evangelio y esto nos exige abrirnos al Señor, que toque nuestro corazón y, cuando lo toque, seremos capaces de tocar el corazón de los demás», remarcó tras contar su visita a la Cañada al hilo de una cuestión sobre el descenso de católicos practicantes.
Ya en su intervención, en la que valoró que «en la persona de Francisco se conjugan la experiencia pastoral, la experiencia mística y la experiencia intelectual», el cardenal Osoro había insistido en que, desde el Concilio Vaticano II, la Iglesia «replantea su misión en las nuevas circunstancias del mundo» y requiere «discípulos misioneros», «no grandes programas ni estructuras».
Para acercar «la alegría del Evangelio» a la gente, como pide Francisco en Evangelii gaudium, y construir «la cultura del encuentro» lo primero es acercarse a un Dios que es Amor –detalló el arzobispo– y, desde esa experiencia, dar amor a los demás al estilo del «buen samaritano». «Dios es Amor. La cultura del encuentro comienza por esta acogida. Muy difícil será si se retira a Dios de la vida», abundó.
El Papa Francisco –explicó en un salón lleno a rebosar– es «un hombre de Dios» que, antes de comenzar la jornada, «pasa horas orando» y acaba irradiando los frutos de ese encuentro, generando «atracción» incluso entre los alejados. «A veces los que estamos en la Iglesia tenemos cierta ideologización de Jesucristo. No nos hemos encontrado directamente con el Señor. Hablamos de que este es mi amigo, no de que este es mi hermano», lamentó al ser preguntado por posibles críticas internas al Pontífice.
«Poner al hombre en el centro»
Esta invitación del Sucesor de Pedro a afrontar «una nueva etapa evangelizadora» y a construir la cultura del encuentro se suma, como explicó el purpurado, a su preocupación por el «desafío urgente de proteger nuestra casa común», a su permanente mirada a la familia y a los jóvenes, y a su llamada a la santidad a todos los cristianos, que no deben «conformarse con una existencia mediocre, licuada».
Así, el cardenal Osoro recordó varias veces que «no hay ecología sin una adecuada antropología» y apostó por «poner al hombre en el centro» para hacer frente al «imperio del paradigma tecnológico» y al «antropocentrismo moderno». «Los movimientos que se hagan a favor de la protección [del medio ambiente] son buenos, pero lo que está a veces en cuestión es el ser humano, que lo hemos descentrado», aseveró al ser preguntado por los #FridaysForFuture.
«La familia es un bien social»
En el coloquio, moderado por la periodista de la Cadena COPE Cristina López Schlichting, el arzobispo de Madrid aplicó esta receta a otros problemas que tiene por delante la sociedad en general y que afectan, como no podía ser de otra manera, a los cristianos.
Tras incidir en que «la familia es un bien social» y en que «una política que no defienda la familia no sé qué tiene de moderno», al ser cuestionado por la comunión de los divorciados vueltos a casar, pidió hacer una lectura completa de Amoris laetitia, «no a trocitos»; apostando por «discernir caso por caso» y, sobre todo, escuchar a los afectados, que luego muchas veces «entienden los motivos».
En defensa de los migrantes y contra la trata
En relación con el miedo que puede existir hacia los inmigrantes, subrayó que «Dios ha dado a todo ser humano el derecho a pasear por esta tierra» y abogó por trabajar juntos ante los retos que plantean los flujos migratorios. «Poner fronteras es la solución más fácil, pero no es una solución cristiana. […] Los que salen es porque tienen hambre, por situaciones de guerra donde peligra la vida de los suyos. […] Eso los hombres lo podemos arreglar. Con la cultura del encuentro esto se arregla, como no se arregla es en el desencuentro, poniendo muros», insistió.
De igual forma, el cardenal Osoro lamentó la lacra de la trata de personas y reclamó de nuevo «una sociedad que vuelve a poner en el centro al ser humano, que no se sirve del ser humano», citando el ejemplo de las adoratrices o las oblatas que llegan a ver «peligrar» su vida por «sacar adelante personas».
«Votar en conciencia»
Y aunque no le preguntaron explícitamente por los últimos resultados electorales, el purpurado afirmó que, lejos de esperar que haya un partido católico, los cristianos deben «votar en conciencia para lograr lo más próximo de lo que nos pide el Señor». Ahí, apuntó en otro momento, toca reivindicar un Estado aconfesional como el español que, en su verdadera acepción, es aquel que defiende la libertad religiosa, y advirtió que, aunque no hay que ser alarmistas, esta se puede ver «atacada por el fundamentalismo» y «de modo más sutil por la pretensión de reducirla a un ambiente privado».
Para cerrar el acto, Paloma Segrelles, del Club Siglo XXI, pidió a López Schlichting que dejara un titular. «Dios ve siempre en cada uno de nosotros un núcleo de belleza imborrable, más allá de todos los desastres que provoquemos nos quiere, esa es la cultura del encuentro», concluyó la responsable de Fin de Semana de COPE.
Infomadrid/R. Pinedo