Para acabar con las tragedias causadas por las armas de fuego es necesario «un liderazgo fuerte» de los políticos y los tribunales, así como el apoyo de «las comunidades de fe, las empresas», los responsables educativos y los ciudadanos, afirmó el arzobispo de Boston en el marco de March for our lives, la masiva movilización a favor de un mayor control de la venta y posesión de armas
La Iglesia apoya a los cientos de miles de personas que, el sábado, salieron a la calle en Washington D. C. y otras ciudades de Estados Unidos para reclamar un mayor control de la venta y posesión de armas de fuego. Así lo ha demostrado el cardenal Sean O’Malley, arzobispo de Boston, que antes de la manifestación en esta ciudad presidió una Misa por la paz, la justicia y la sanación.
El arzobispo de Boston subrayó que la violencia con armas de fuego «amenaza el bien común de nuestra nación». Y no solo por los tiroteos masivos en institutos y otros lugares, que afectan de golpe a un número grande de jóvenes o adultos. O’Malley, uno de los más estrechos colaboradores del Papa Francisco, recordó también a los jóvenes que mueren violentamente en la calle, «normalmente en las comunidades más pobres», y cuya desaparición no suscita tanto eco mediático.
La Iglesia es consciente de que poseer armas de fuego en Estados Unidos es un derecho amparado por la segunda enmienda de la Constitución. Pero este derecho –matizó el cardenal durante la Misa–, como cualquier otro, tiene límites.
Liderazgo y apoyo social
La March for our lives pide «regular el acceso a las pistolas, definir lo que es un marco razonable que reconozca el derecho constitucional pero que también reconozca que nuestra política pública sobre las armas de fuego, tal como existe hoy, está fallando a nuestros hijos, nuestras escuelas y a la seguridad pública».
El cardenal concluyó pidiendo «un liderazgo fuerte de nuestros representantes públicos y nuestros tribunales», orientado a las reformas legales que pongan fin al ambiente de permisividad. Estos esfuerzos, además, «necesitan ser apoyados por nuestras comunidades de fe, nuestras empresas», el mundo educativo y los ciudadanos.
Los estudiantes de Parkland, «un signo de esperanza»
La marcha ha sido la multitudinaria respuesta social a la campaña lanzada por los alumnos del instituto Marjory Stoneman Douglas, donde el 14 de febrero Nikolas Cruzm, un exalumno, asesinó a 17 personas, casi todas adolescentes.
Durante su intervención, el cardenal O’Malley alabó el protagonismo que han asumido estos jóvenes como «un signo de esperanza para todos nosotros». Estos chicos, «devastados por la pérdida de sus amigos y compañeros, se han negado a callar» y están liderando una especie de «examen de conciencia» nacional.
De hecho, ya han logrado una gran influencia en el debate social. «Nos han ayudado a darnos cuenta de que estas tragedias convierten en víctimas a personas de todos los estilos de vida, clases y etnias».
Armas a los profesores no soluciona nada
La Misa presidida por el arzobispo de Boston no ha sido la única voz de la Iglesia en este debate. A comienzos de marzo, los presidentes de las comisiones episcopales de Justicia Nacional y Desarrollo Humano, monseñor Frank Dewane, y Educación Católica, monseñor George Murry, exigieron a los líderes políticos unidad para abordar esta crisis «de forma integral».
En un manifiesto, descartaban la idea de dar armas a los profesores, sugerida por el presidente Donald Trump. En su lugar, sugerían que se prohíban a nivel federal los fusiles de asalto, que se limite el acceso de los civiles a las armas de mayor capacidad, y una mayor penalización del tráfico de armas.
La tenencia de armas debería tener «una edad mínima más adecuada», y permitirse solo tras una comprobación exhaustiva de los antecedentes penales. Pero en esta lucha –continuaban los obispos–, también es importante combatir la proliferación de imágenes y experiencias violentas entre los jóvenes, y establecer medidas para identificar e intervenir antes en los casos de personas conflictivas o con enfermedades mentales potencialmente peligrosas.
María Martínez López
(Foto: CNS)