El prefecto del Dicasterio para el Clero, a pocas horas de la partida del Papa hacia Extremo Oriente: son tierras ricas en espiritualidad donde el diálogo con las religiones es central, el anuncio del Evangelio confirma la alegría de fe típica de los asiáticos.
2 de septiembre 2024.- Hace apenas diez años acogió a Francisco, el invitado esperado de lo que podría considerarse la JMJ asiática. Diez años después, el cardenal Lazzaro You Heung-sik dirige el Dicasterio para el Clero, pero su corazón coreano late más rápido ante la idea de que el Papa está dispuesto – como lo hará dentro de unas horas – a embarcarse de nuevo hacia Asia. Un continente tan inmenso como sus culturas y creencias religiosas, en el que arraigar la fe es un desafío que pasa por la inculturación y, afirma el cardenal a los medios vaticanos, «se desarrolla a través de nuevos lenguajes y nuevos modelos pastorales».
En su opinión, ¿cómo podemos resumir el significado de este viaje apostólico?
Creo que el viaje del Santo Padre a Asia confirma su pasión por Extremo Oriente, que ha expresado varias veces al hablar de sus primeros años de sacerdocio y de su deseo de ser misionero en esas tierras. De manera más general, este camino atestigua una vez más la atención hacia las «periferias», que el Papa Francisco ha recomendado a menudo casi como una brújula para orientar el camino de toda la Iglesia. Es una mirada que no se cierra en sí misma, que no reduce la belleza y la imaginación del cristianismo a un único modo de orar, de celebrar o de actuar pastoralmente, sino que, al contrario, se expande más allá de las fronteras, escuchando lo que sucede también en tierras e iglesias aparentemente «fuera del centro», lejanas, pero ricas en vida y espiritualidad. Al mismo tiempo, una figura importante de este Viaje se refiere al tema de la fraternidad; al llegar a esos países, el Papa podrá sumergirse en un mundo multicultural, en tierras y ciudades donde pueblos, culturas y tradiciones religiosas antiguas y diferentes se mezclan y conviven en armonía. Así, el Papa Francisco podrá confirmar el Pueblo de Dios que encontrará y, al mismo tiempo, sacar a la luz este ejemplo de fraternidad y participación en un mundo aún desgarrado por conflictos, guerras y discordias.
¿Cuál es el papel de Asia en el contexto de la fe y del resto del mundo hoy?
Asia es un continente muy diverso. El camino de la fe cristiana, siempre «contaminado» por muchas otras espiritualidades y encarnado en una cultura tan particular, se desarrolla a través de nuevos lenguajes, nuevos modelos pastorales y una atención específica al diálogo entre religiones, entendido también como camino unitario de la humanidad hacia Dios y la participación en su plan de salvación. En este sentido, Asia también puede ayudar a la fe occidental a renovarse, a redescubrir la vitalidad a través de una nueva evangelización y a crecer en la conciencia de la misión que los cristianos tenemos respecto al mundo, a la sociedad y a la construcción de un futuro en paz.
¿Qué significa anunciar el Evangelio en esa zona, en esas tierras?
Como sabemos, por un lado, el Evangelio se encarna en la cultura, convirtiéndola en el terreno propicio para que germine y, por tanto, acogiéndola con benevolencia; al mismo tiempo, el anuncio del Evangelio es siempre un desafío para la cultura y pretende purificarla y acompañarla por un camino de crecimiento que la haga cada vez más conforme al plan de Dios y, por tanto, más humana. En este sentido, anunciar el Evangelio en Asia significa confirmar la alegría de la fe que distingue al pueblo asiático, arraigada en la siembra de tantos misioneros y testigos del Evangelio, pero, al mismo tiempo, el cristianismo está llamado a afrontar algunos desafíos culturales: pienso especialmente a los jóvenes, que a veces se dejan fascinar por modelos culturales y sociales demasiado secularizados y caracterizados por una mentalidad hedonista y consumista; pero también cuestiones relacionadas con algunos fenómenos más locales como la magia, la brujería, el uso de la violencia como autodefensa, en algunos casos el tribalismo y el animismo. Sin olvidar los problemas que atañen a los pobres, a la familia y a la protección de la vida. En general, pues, el aspecto más importante lo da sin duda el testimonio cristiano, como lo enseñó san Andrés Kim, el primer mártir coreano, y muchos otros mártires asiáticos: donde hay testimonio de vida hay también anuncio del Evangelio, porque antes de las palabras y fórmulas es ante todo nuestra vida la que debe manifestar la alegría del Evangelio, para convertirse en luz que ilumine las tinieblas del mundo.
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