El presidente de la Conferencia Episcopal de Nicaragua y monseñor Silvio Báez denuncian los nuevos actos de represión violenta y detenciones ocurridos el sábado durante una manifestación a favor de los presos políticos. El nuncio medió para la liberación de al menos un centenar de detenidos.
La Iglesia nicaragüense ha criticado con firmeza la represión violenta de la manifestación del sábado en Managua, que se saldó al menos con un centenar de personas detenidas. El cardenal Leopoldo Brenes, arzobispo de la capital y presidente de su episcopado, expresó el domingo su tristeza por que «no podamos marchar en armonía, que no podamos entendernos. Es triste que se presenten al mundo ambientes de violencia».
Cuando «se está tratando de buscar soluciones y esto prácticamente enciende más el fuego de una división». «Las respuestas están en las acciones», respondió en declaraciones a los medios el domingo después de celebrar Misa, cuando le preguntaron si creía que el Gobierno tiene buena voluntad de cara a las negociaciones.
De forma más oficial, la misma archidiócesis hizo pública una nota que se leyó después de las misas del domingo. En el texto, la Iglesia «deplora y condena los hechos de la tarde del sábado, que evidencia la necesidad de resolver con franca y efectiva responsabilidad la crisis nacional».
Niña de 12 años presa
La Policía nicaragüense reconoció el sábado la detención de solo 107 personas, aunque el grupo Unidad Nacional Azul y Blanco denunció que en realidad eran 164. Entre ellas, había una niña de 12 años, que según su padre solo estaba haciendo fotos de lo que ocurría; un niño de 14 años, y el sacerdote Juan Domingo Gutiérrez, vicario de la parroquia de San Agustín de Managua y primo de monseñor Rolando Álvarez, obispo de Matagalpa.
El obispo auxiliar de Managua, monseñor Silvio Báez, aludió explícitamente a este hecho en Twitter. El sacerdote –denunciaba– «fue detenido llevando pacíficamente en mano una bandera de la Iglesia». El obispo también expresó a lo largo del sábado, a través de esta red social, su «indignación» por la represión contra «manifestantes pacíficos y periodistas» y su «solidaridad» con los detenidos.
«Sofocar una protesta cívica reprimiendo con violencia abre una herida irreparable en la sociedad y quiebra el fundamento del respeto, la libertad y la confianza que sostienen la convivencia social», subrayaba en otro tuit.
Mediación del nuncio
Los detenidos permanecieron varias horas en la cárcel de Auxilio Judicial de la Policía, hasta su liberación en la misma noche del sábado. En su liberación participó el nuncio en Nicaragua, monseñor Waldemar Sommertag. Sommertag es el único representante de la Iglesia que está participando en la mesa de diálogo nacional como «testigo y acompañante», después de que la Conferencia Episcopal decidiera el 8 de marzo no tomar parte activa en esta ronda de negociaciones.
Este hecho le ha valido las críticas de algunos sectores de la oposición, que comparan su actitud con la de los obispos del país. Sin embargo, lo más probable es que este reparto de papeles sea consensuado entre ambos sectores eclesiales. De hecho, la nota de la archidiócesis de Managua agradecía expresamente la mediación del nuncio para la liberación de los presos, en particular del padre Gutiérrez.
Fracturas en torno a los presos políticos
La represión y detenciones del sábado arrojan nuevas sombras y dudas sobre qué ocurrirá en los próximos días con las negociaciones. La manifestación reclamaba, precisamente, la liberación de los presos políticos; una cuestión que se ha convertido en cuestión clave en el diálogo, pero también en un factor de tensión dentro del mismo bloque opositor.
Después de cinco días de parón la semana pasada, el viernes la Alianza Cívica aceptó retomar los encuentros con el Gobierno, después de que este liberara a 50 detenidos, que pasaron a arresto domiciliario. Esta cincuentena se sumaba a los 112 liberados el 27 de febrero. Para el principal grupo de la fragmentada oposición estos gestos eran suficientes. No así para los estudiantes, que reclaman la liberación sin condiciones de los 770 presos políticos, y anunciaron que no volverán a sentarse a la mesa de las conversaciones mientras esta no se cumpla.
Su liberación es también clave para la Iglesia. En declaraciones a los medios después de la Misa dominical, monseñor Silvio Báez subrayó que los presos políticos «tienen que salir todos y ya». Esto debe ser «condición previa para poder entrar a dialogar cosas importantes».
Mensaje a la oposición
El obispo, reconocido como la voz más firme de la Iglesia en defender la democracia en el país frente a los abusos del Gobierno de Daniel Ortega, rechazó una vez más una solución violenta y volvió a apostar por el diálogo; si bien el fin de este «no es que las negociaciones vayan adelante», sino que sean eficaces. «No es para lograr un consenso de escritorio» ni «para alcanzar una paz efímera que solo privilegia a unos pocos».
Por eso, lanzó un mensaje a Alianza Cívica: «No se olviden del pueblo». «El diálogo –continuó– funcionará en la medida en que el verdadero sujeto activo sea el pueblo, poniendo ante todo al ser humano y sobre todo al ser humano más humillado: en este caso nuestros presos políticos».
En un sentido similar se expresó el cardenal Brenes, también presidente de la Conferencia Episcopal Nicaragüense, al pedir a la oposición «valorar y escuchar los sentimientos que hay dentro de la población. Es importante llevar a la mesa de los encuentros no solamente lo que ellos piensan como instituciones, sino que puedan recoger los sentimientos de la población».
Alfa y Omega
(Foto: AFP/Maynor Valenzuela)