El arzobispo de Valladolid y presidente de la Conferencia Episcopal pide en la Misa crismal a su presbiterio intensificar «la comunión» frente a las «acciones abominables» de los abusos sexuales.
El cardenal Ricardo Blázquez, presidente de la Conferencia Episcopal y arzobispo de Valladolid, ha rechazado el «eufemismo» de la locución «muerte digna» a debate estos días en España. «Cuando una persona pide que se le ayude a terminar la vida porque la pena se le hace insoportable, lo que solicita es en realidad ser tratado con amor; no pide la llamada ‘muerte digna’, que es uno de tantos eufemismos inventados en nuestro tiempo para evitar llamar las cosas por su nombre», dijo durante la homilía de la misa crismal que celebró el Jueves Santo en la catedral de Valladolid.
Lo importante, a su juicio, es afrontar las causas del sufrimiento de los enfermos. Además de los «medios preciosos» que ofrece la sociedad en hospitales y residencias, dijo, a través de los servicios sanitarios con los cuidados paliativos, los enfermos pueden afrontar la soledad derivada de «un sufrimiento largo y extendido» mediante el «trato cariñoso» de las familias y de los amigos, así como de la «atención delicada» de los profesionales.
En la Misa por excelencia que cada año celebra el obispo con su clero, Blázquez se refirió también a los abusos cometidos cometidos por clérigos, que calificó de «acciones abominables». Frente a ellos, a su juicio, los sacerdotes deben intensificar «la comunión orante con el Señor y estrechar los lazos entre miembros del presbiterio diocesano».
Respeto entre las tres religiones
También re refirió al llamamiento realizado desde Rabat por el Papa Francisco y el rey de Marruecos, Mohamed VI, para que la ciudad de Jerusalén, patria espiritual de judíos, cristianos y musulmanes, «se conserve como lugar pacífico para los fieles de las tres religiones monoteístas».
Y propugnó una pluralidad religiosa «sin proselitismos ni condenaciones» entre judíos, cristianos y musulmanes. La diversidad religiosa, dijo, «no debe conducirnos a luchar por el dominio de unos sobre otros no a reducir la pluralidad real a la marginación o privacidad, sino a respetarnos mutuamente tato en la existencia como en la actuación pública sin proselitismos ni condenaciones».
Agencias / Alfa y Omega