El Obispo emérito de San Cristóbal de las Casa en México, cardenal Felipe Arizmendi, tras el asesinato del sacerdote Marcelo Pérez pide el compromiso de todos para alcanzar la reconciliación y la paz en México.
28 de octubre 2024.- “Me uno a la amada Iglesia de San Cristóbal de las Casas, en el estado mexicano de Chiapas, que llora al sacerdote Marcelo Pérez Pérez, asesinado el domingo pasado. Un dedicado servidor del Evangelio y del pueblo fiel de Dios. Su sacrificio, como el de otros sacerdotes asesinados por fidelidad al ministerio, sea semilla de paz y de vida cristiana”, fue el pésame del Papa Francisco luego el Ángelus del domingo, por el asesinato de sacerdote mexicano.
En entrevista con Vatican News – Radio Vaticano el cardenal Felipe Arizmendi Esquivel, Obispo emérito de Chiapas recuerda el legado del sacerdote Marcelo Pérez, como un hombre de comunión con la Iglesia que siempre abogaba por la justicia y la paz entre los pueblos: “hace 22 años lo ordené sacerdote y desde hace mucho tiempo estuvo trabajando en comunidades hostiles ”.
¿Cuál es la realidad que afronta Chiapas que ha tenido como consecuencia el asesinato de un sacerdote y quizás muchas otras situaciones que vive también la población?
La situación es múltiple, por ejemplo en la costa de Chiapas que da hacia el pacífico, allí la situación es más bien la migración que se ha intensificado de una forma exponencial, entonces no hay ni quién les pueda atender suficientemente ni el gobierno ni nosotros ni la comunidad. En otras partes de la Sierra de Chiapas, en torno a Motozintla, fundamentalmente, son cárteles de grupos armados que se pelean por la posesión del dominio del territorio para extorsionar sobre todo a los migrantes, no tanto por la droga, sino por la extorsión de los migrantes.
En cambio, en otros lugares donde fue, tanto los del padre Marcelo como comunidades que él ha estado atendiendo, son comunidades indígenas, la mayoría de la etnia tsotsil. Que están peleando entre sí mismos por el dominio del poder político, entonces en algunas partes, pues, quisieran ser presidentes municipales y con ello manejar dinero. O en algunos otros lugares, por ejemplo, hubo un caso en Chalchihuitá y Chenalhó, que son 2 municipios tsotsiles, y el padre ayudó a que no se estuvieran peleando por territorios por límites entre una población y otra. Pues el padre Marcelo siempre estuvo abogando por la paz, la reconciliación que se respetaran, que nadie abusara ni del poder ni de nada lo demás. Entonces por lo visto, pues, algunos no les pareció bien y quisieron eliminarlo, pero esa es una obra de Dios, una obra de la Iglesia y no se puede detener.
Luego de ocho días de lamentable suceso para la iglesia mexicana, ¿Qué se sabe del asesinato del sacerdote, de la diócesis de San Cristóbal de las Casas?
El gobierno estatal ya dice que ya detuvieron al autor material, pero esto aún no se acaba de comprobar porque el autor material dice que no, él le echa la culpa a otra persona, entonces esto, pues, va en manos de la autoridad civil que tengan que esclarecer primeramente el autor material. Segundo, el autor intelectual, es decir, quién y por qué. Nosotros hacemos la hipótesis de que sean personas que en el congreso designó para presidir un municipio y que mucha gente no está de acuerdo. Y le pidieron consejo al padre y él buscando siempre, pues la justicia y la paz para todos. Él no se estaba involucrando con ningún partido o ningún grupo, sino buscando siempre la reconciliación. Pero aún está en proceso aclarar tanto el autor material como los autores intelectuales.
¿Cuál fue la labor del padre Marcelo Pérez y cuál es su legado? El Papa Francisco, en el Ángelus, en su pésame a la Diócesis de San Cristóbal de las Casas, pedía que fuera una semilla de paz y de vida cristiana.
El padre Marcelo es de origen indígena, él es de la etnia tsotsil. Hace 22 años lo ordené sacerdote y desde hace mucho tiempo estuvo trabajando en comunidades tsotsiles. Y allá promoviendo, que se respetan entre unos y otros, que no pelearan tanto entre indígenas contra indígenas, que hubiera paz y reconciliación entre ellos. En los últimos años, fue designado por mi Obispo sucesor en una parroquia de la ciudad de San Cristóbal de las Casas, la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe, pero desde allí seguía apoyando por las causas de la paz y de la justicia en las comunidades, sobre todo en las comunidades indígenas. Y su trabajo fue fundamentalmente desde que estábamos allá, yo como obispo, estábamos en mucha comunión, siempre en comunión conmigo, en comunión con el presbiterio, él nunca fue un hombre aislado, ni de causas políticas ni de otra índole. Si un hombre siempre de Iglesia, un hombre servidor de Dios, servidor del pueblo, un hombre de mucha oración, pero precisamente por eso muy servidor de las causas del pueblo, que sobre todo la paz, la reconciliación, la fraternidad.
Eminencia, ¿cuál cree que sea el camino para encontrar la paz y el respeto a la vida en Chiapas y en otras regiones de México que viven similares conflictos?
Todos tenemos que seguir trabajando en ello, la familia en primer lugar, que desde ahí puede haber paz entre los esposos, los hijos. Paz en las comunidades pequeñas con los barrios con las colonias ahí con los vecinos, pero paz también en las comunidades, pues, educarlos todos, es el trabajo del padre Marcelo y trabajo de la Iglesia y que lo seguimos haciendo adelante hablando de las reconciliaciones de la paz, nunca de la violencia, nunca de las armas. Pero también hay cosas que le comenten mucho al gobierno, como es tratar de desarmar a esos grupos armados que han dominado ya territorios, no solamente eran comunidades indígenas, sino en otras comunidades tanto de Chiapas como de México.
Entonces la autoridad civil, pues, tiene una responsabilidad muy grande que es hacer más para que esos grupos que se han sentido libres para actuar, sea para la extorsión, sea para el tráfico de drogas, pues, esos grupos ya puedan ser desarmados, desarticulados porque hay problemas que nos exceden a todos, como son estos problemas del narcotráfico o de la extorsión que está por todas partes. Mi pueblito que es muy chiquito, no hay alguna violencia porque todo mundo paga lo que los grupos armados exigen de cobro de piso, que se llama decir de pagar una cuota por si alguien vende huevo, tortillas o lo que sea, maíz, lo que sea, le cobran. Si para construir una casa los materiales tienen que ser a quienes ellos decidan que se les venda y al precio que ellos ponen y eso obviamente el gobierno tiene que desarticular. He hablado con algunos líderes armados de este grupo, pero ni caso me hacen, porque a ellos lo que les importa es el dinero y sus armas y eso si no se accede, por eso el gobierno tiene que hacer lo que le compete. Pero nosotros también, como Iglesia en la evangelización, la Palabra de Dios, no podemos dejar de seguir promoviendo la justicia, el respeto, pero sobre todo la paz.
Es decir, que la comunidad vive siempre la zozobradel ataque y de la extorsión…
Totalmente, la gente se siente indefensa porque el gobierno quiere que las personas pongan una denuncia ante las autoridades judiciales. Y la gente no quiere denunciar porque se exponen a peores represalias, ha habido un pueblito aquí cerca de mí, que tomaron la decisión de matar al grupo armado y lo mataron, a un grupo de diez personas los mataron, pero las consecuencias de los grupos que les apoyan a estos grupos delincuentes, pues, han perdido con muchas represalias. Que ahora tiene que estar protegiendo ahí el ejército, la guardia nacional, la policía para proteger a la pobre población. Pero entonces están orillando a que la gente, pues, tome otro tipo de medidas y eso de ninguna manera es lo más conveniente. Si no, el Gobierno tiene que hacer lo que le toca, y nosotros haciendo lo que más nos corresponde también.
A nosotros como Iglesia, a la iglesia en México, este testimonio del padre Pérez y de tantos otros nos ayuda a vivir fielmente el Evangelio, sobre todo ante cada situación injusta…
Sí, esa es nuestra vocación, Señor Jesús, los quiere para eso, y él traía la paz desde que nació, en su Resurrección les dejo la paz. La paz significa ámense, quiéranse. Nosotros no vamos a imponer la paz con armas. Jesucristo nunca lo hizo así, sino con la predicación y habrá gente que nos hace caso y gente que no. La mayoría de la gente nos hace caso, son gente buena, la inmensa mayoría. Pero hay otros grupos que les atrae mucho el dinero y por el dinero se alían con otros, lo que les importa es tener dinero.
Finalmente Eminencia, ¿cuál es el mensaje de la Iglesia a las autoridades, al pueblo y estos grupos que generan violencia?
Pues que la guerra como ha dicho el Papa no tiene la última palabra, la maldad no tiene la última palabra, la última palabra la tiene Dios y la tenemos nosotros. Y que sigamos construyendo la paz, no depende solo del Gobierno, depende todos nosotros, cada quien, gobierno, sociedad, Iglesia, familias, educación, escuelas, medios de comunicación. Todos hagamos lo que más nos es posible para que haya paz entre todos.
JOHAN PACHECO