Ahora son las mujeres las que rompen con la pareja cuando tienen estabilidad laboral.
Desde el inicio de la crisis económica se producen menos divorcios pero también menos matrimonios. En 2018, se registraron 99.444 disoluciones matrimoniales (entre nulidades, separaciones y divorcios). Un 2,8% menos que un año antes y muy lejos de las 145.919 disoluciones que se producían en 2006. Según la estadística hecha pública ayer por el Instituto Nacional de Estadística (INE), los matrimonios que rompen tienen una duración media de 16,8 años y la mayoría de las disoluciones se producen por mutuo acuerdo (77,7%). Además este lunes el 61,6 % de los casos, la custodia de los hijos menores se otorga a la madre, pese a que crecen las sentencias con custodia compartida (33,8%).
«Hay menos divorcios pero también hay menos matrimonios. Ante una situación de desventaja, como ha sido la pasada crisis económica, las parejas no han dado el paso tanto como para casarse como para divorciarse. Además cada vez hay más parejas de hecho o situaciones de convivencia que no acaban en matrimonio», explica la profesora de Geografía Humana en la Universidad CEU-San Pablo, María Jesús Lago. Desde 2004, la tasa de nupcialidad ha pasado de los cinco matrimonios por cada mil habitantes a solo 3,45 en 2018. El año pasado, en concreto, se casaron un 5,9% de parejas menos que en 2017.
La mayoría de las personas que decidieron el año pasado romper su matrimonio tenían entre 40 y 49 años y solo la mitad tenían hijos menores de edad (45,1%). Entre las causas de la ruptura, la profesora Lago apunta a un fenómeno nuevo: el «síndrome de la asimetría». «Antes los matrimonios se separaban por infidelidad, problemas económicos, trastornos de la personalidad, pero ahora comenzamos a percibir que tras quince años de convivencia la evolución de los integrantes del matrimonio puede ser desigual. La persona evoluciona, cambia y se da cuenta de que ya no comparte con su pareja las mismas expectativas y el proyecto común se rompe», explica.
Este «desarrollo en paralelo de los miembros de la pareja» explica –según la geógrafa– que la mayoría de las rupturas se produzcan entre los 40 y 49 años, cuando la persona vive una etapa de consolidación laboral. «La igualdad de la mujer también ha influido porque ahora ya no se conforma con relegar su profesión por el cuidado de los hijos. Antes cedía ahora no», indica Lago, quien insiste en que los roles de la pareja están cambiando y eso provoca que sean ellas las que pidan en su mayoría el divorcio a partir de los 45 años cuando sus vidas profesionales están asentadas.
Ceuta, Comunidad Valencia y Cataluña son las ciudades y comunidades con las mayores tasas de ruptura (2,4 por cada 1.000 habitantes). Le siguen Canarias, Islas Baleares y Murcia.
Laura Daniele/ABC
Foto: ABC