Las consecuencias de la pandemia, pero también la presencia de guerras y el terrorismo siguen socavando los derechos humanos en el mundo, mientras los países más vulnerables se empobrecerán cada vez más si no se cancela su deuda externa. Es la opinión del Observador Permanente de la Santa Sede en la ONU, que fue recibido en audiencia hoy por el Papa Francisco.
La comunidad internacional se enfrenta a muchos desafíos: guerras, terrorismo, pobreza, inmigración. La actual pandemia está proyectando su sombra sobre todos ellos. Pero según el Arzobispo Gabriele Giordano Caccia, Observador Permanente de la Santa Sede en las Naciones Unidas en Nueva York, hay una posible receta para superar estos problemas: la unidad y el compartir. Esta mañana el prelado fue recibido en audiencia por el Papa Francisco y al final del encuentro con el Pontífice concedió esta entrevista a Vatican News.
El mundo sigue luchando contra la pandemia. ¿Por qué cree que esta emergencia ha puesto aún más en crisis la situación de los derechos humanos y las diferencias sociales?
R. – Muy a menudo, en momentos de dificultad, se intenta encerrarse para salvarse. Todos piensan que viviendo en su pequeño mundo, protegiéndose a sí mismos, pueden encontrar soluciones, y el mundo nos hace entender que en cambio las soluciones se buscan y se encuentran juntas, porque el mundo es cada vez más una gran realidad. Hace setenta y cinco años hubo una guerra mundial, al final de la cual se entendió que la búsqueda de intereses nacionalistas, o sólo de algunos países, no podía llevar muy lejos y se crearon las Naciones Unidas. Creo que a partir de esta crisis también se podrá entender que juntos hay caminos de mayor duración para resolver los problemas de todos.
Usted pidió precisamente a la Onu con fuerza la cancelación de la deuda externa de los países más vulnerables. ¿Es este un camino viable?
R. – Por supuesto. Hay señales de aliento. Al principio hubo una prórroga. Es una de las formas, no la única, pero especialmente en tiempos de emergencia a veces hay medidas que pueden considerarse, al menos para el período de emergencia, como favorables para luego encontrar soluciones más amplias.
La guerra y el terrorismo siguen estando dramáticamente presentes en muchas partes del mundo. El Papa en la entrevista del TG5 habló de nuevo con preocupación sobre este tema. ¿Qué medidas se pueden tomar para enfrentar esta «guerra mundial a pedazos»?
R. – En primer lugar, al inicio de la pandemia, el Secretario General de la ONU, entre las primeras peticiones que dirigió a la comunidad internacional y al mundo entero, planteó la cuestión de un alto el fuego mundial, a la que el Santo Padre unió inmediatamente su voz para relanzar esta propuesta, porque en un momento de crisis como éste, es aún más evidente que no tiene sentido poner energía, gastar para lo que no es pan, para lo que no es salud, sino para lo que destruye. En este sentido muchos han recogido este llamamiento, se trata entonces de acompañarlo, de mediar, de dialogar, para que de una iniciativa pueda surgir luego una consolidación y también, esperamos, una resolución de estos conflictos.
En su opinión, ¿las dificultades mundiales de hoy en día se ven exacerbadas por lo que se denomina «crisis de los sistemas democráticos»?
R. – Creo que cada sistema tiene sus lados positivos y sus deficiencias. Creo que nada debe darse por sentado. Hay condiciones que permiten aumentar mejor el desarrollo integral, pero debemos educarnos siempre en la paz, debemos educarnos siempre en el cuidado de los demás, debemos educarnos siempre en la globalización, en la colaboración. Y esta es también la invitación del Papa en la Encíclica Fratelli tutti, es decir, cambiar nuestra mirada. Sólo con una perspectiva más amplia, también se encuentran caminos concretos, de lo contrario se sigue siendo prisioneros de una lógica que está destinada a fracasar.
Otro de los temas que para el Papa Francisco es muy importante es el de los inmigrantes, su acogida, su real inserción social. ¿Qué se puede hacer, incluso en presencia del Covid que está complicando un poco todo?
R. – Ciertamente, es un problema que concierne a Italia de manera muy fuerte, pero muchos países del mundo están involucrados en este tipo de problemas, tanto en América como en Asia, y por lo tanto es un problema verdaderamente mundial. Creo que una visión de cercanía, de acogida – que debe entonces declinar naturalmente según las competencias, los gobiernos o el tipo de personas – permitiría encontrar soluciones originales. Para Italia, por ejemplo, el corredor humanitario, elaborado también con la colaboración de la Comunidad de Sant’Egidio y la comunidad luterana, el Estado italiano, son formas nuevas, es decir, la creatividad es mucha. Puede haber muchas maneras con las cuales hacer algo. Lo importante es que existe esta voluntad de enfrentar este problema con una perspectiva abierta y considerando no sólo los números que dan miedo, sino los nombres. Detrás del nombre hay una historia, un hermano y una hermana, no es sólo un número.
Giancarlo La Vella (Ciudad del Vaticano)