El arzobispo filipino Bernardito Auza es el nuevo nuncio del Papa en España y Andorra, en sustitución de Renzo Fratini. Comenzará su servicio en España el próximo 1 de diciembre, una vez concluya su trabajo en Nueva York, tal y como ha anunciado en un comunicado la Misión Permanente del Vaticano en la ONU. Auza ha manifestado que acoge el encargo «con entusiasmo».
«Un gran diplomático, un profesional del más alto nivel, pero antes que eso, un cura cercano. En la ONU ha sido un padre para todos nosotros, preocupado por hacer que el ambiente en el equipo fuera siempre agradable. Es un hombre de gran fe. Y el trabajador más infatigable que he conocido en mi vida».
Así define al nuevo nuncio en España y Andorra uno de sus más estrechos colaboradores en Nueva York, el californiano Timothy Herrmann, que fue el negociador principal de la Santa Sede para el Pacto Mundial para la Migración Segura, Ordenada y Regular, y que este 4 de octubre participa en la inauguración del EncuentroMadrid, organizado por Comunión y Liberación.
El diplomático filipino, de 60 años, llega a España en un momento crucial. A nivel eclesial, pilotará un importante proceso de relevo generacional en el episcopado, con la jubilación prevista en los próximos años de diversos obispos y arzobispos, incluidos los cuatro cardenales al frente de diócesis (Valencia, Valladolid, Madrid y Barcelona). Como ya demostró en Haití, Auza no es una persona acostumbrada a quedarse encerrada en los despachos. Enviado al país caribeño en 2008 por Benedicto XVI, gestionó la ayuda humanitaria tras el terremoto de 2010 con gran eficacia, pero sobre todo con enormes dosis de empatía y cercanía pastoral, que dejaron un inmejorable sabor de boca cuando, en 2014, el Papa Francisco apostó por él para el estratégico cargo de observador permanente ante la ONU. Desde el pasado mes de julio representa a la Santa Sede también ante la Organización de los Estados Americanos, muestra del interés de la diplomacia vaticana por impulsar los procesos de integración regional.
El 13 de septiembre, el Consejo de Ministros dio el plácet a su nombramiento como nuncio en Madrid, anunciado oficialmente por la Santa Sede el 1 de octubre, si bien se espera que el diplomático tarde todavía algunas semanas en dejar en orden sus asuntos pendientes en Nueva York.
Bernardito Auza habla perfectamente español y ha visitado España en diversas ocasiones. Suele bromear acerca de sus improbables orígenes hispanos. Auza es el nombre de un pueblo de Navarra, circunstancia que comparte con otra importante figura eclesial filipina, el cardenal Tagle, quien visitó en 2017 con su familia la localidad cántabra del mismo nombre.
Defensor de los migrantes y del derecho a la vida
La fama de hábil diplomático del arzobispo filipino ha terminado de consolidarse durante las negociaciones para el Pacto Mundial sobre Migración, impulsado con gran empeño por la Santa Sede a petición del Papa Francisco. Herrmann lo considera «un gran éxito de la diplomacia multilateral». Y si bien, en plena efervescencia nacionalista en el mundo, se desmarcaron de la firma países como Estados Unidos o Italia, «por primera vez, con los pactos, la comunidad internacional ha aceptado sentarse a clarificar las normas para manejar eficazmente los fenómenos migratorios, un asunto en el que, hasta hace poco, los estados eran muy renuentes a plasmar sus compromisos por escrito».
El documento –reconoce el diplomático– no es vinculante, «pero es un punto de referencia inexcusable para los estados a la hora de legislar sobre migraciones». Y aunque «nos hubiera gustado mayor concreción en lo que se refiere al reconocimiento de los derechos de los migrantes, independientemente de su estatus legal, ha habido importantes avances y estamos felices con el resultado final».
El éxito diplomático debe atribuirse, a partes iguales, a Auza y al Papa Francisco, cree Timothy Herrmann. «En estos últimos años, se ha fortalecido la presencia de la Santa Sede en las Naciones Unidas como un referente moral, al que las delegaciones de todo el mundo miran con gran interés». «Hemos sido capaces de actuar eficazmente en cada área en la que estaba trabajando la ONU, ya sean los temas de desarme, el tráfico de personas o el desarrollo sostenible», añade.
Pero el arzobispo Auza no ha dejado de izar al mismo tiempo otras banderas, por incómodas que resultaran para algunos gobiernos, como el aborto o la ideología de género. «Siempre nos ha insistido mucho en que una cosa no se opone a la otra», prosigue Herrmann. «Promover el derecho a la vida incluye defender la vida de las personas migrantes. Igual que si trabajamos por el desarrollo sostenible y la preservación de la casa común, lo coherente es defender la ecología humana, que nos dice que la vida es un don».
Auza insistía además en descartar discursos de tipo ideológico; más bien, debían «partir del terreno, de las situaciones reales y concretas en las que está presente la Iglesia. Esa experiencia es la que permite hablar con autoridad».
R. B.
Imagen: Bernardito Auza saluda a dos jóvenes en el exterior de la iglesia de la Sagrada Familia de Nueva York (Estados Unidos).
(Foto: CNS)