La revelación se hace en un libro presentado en la Universidad Gregoriana: “La Iglesia católica y el comunismo en Europa central y oriental y en la Unión Soviética”
(ZENIT – Roma).- El Papa Francisco saludó el miércoles 20, después de la audiencia general, al sacerdote albanés Ernest Simoni, que pasó 28 años en prisión, perseguido por el régimen comunista en Tirana, el simple hecho de ser sacerdote.
Fue un encuentro intenso que revela una herida aún abierta en el cuerpo de la Iglesia. De hecho, no se puede olvidar el dolor sufrido por los religiosos y también por muchos fieles durante el siglo pasado en Europa central y oriental y en la entonces Unión Soviética.
La figura del padre Simoni es el paradigma de una perseverancia heroica de los cristianos que se enfrentaron incluso con el martirio con tal que no renunciar a su fe delante de la hoz y el martillo.
Experiencias de este tipo, las vivió también en su propia piel monseñor Cyril Vasil, eslovaco y actual secretario de la Congregación para las Iglesias Orientales que el jueves 21 en la Pontifica Universidad Gregoriana, presentó el libro “La Iglesia Católica y el comunismo, en Europa centro oriental y en la Unión Soviética”, escrito por el padre Jan Mikrut, profesor de dicha universidad.
Hijo de un sacerdote de la Iglesia Católica griega de Eslovaquia, Mons. Vasil sufrió la persecución comunista que en la antigua Checoslovaquia, alcanzó su punto máximo en 1950, con la supresión de todas las órdenes religiosas. El joven sacerdote Cyril Vasil se exilió en 1987 de Checoslovaquia, ya que las autoridades le negaron el permiso para salir del país y por ello fue sentenciado a dos años de prisión, veredicto que terminó con el final del sistema comunista dos años más tarde.
Para el secretario de la Congregación, los sufrimientos causados por el régimen comunista, son percibidos en occidente como más suaves de los infligidos por la dictadura nazi, a pesar de causó incluso más víctimas, lo que se explicaría, consideró, porque todavía hay rasgos ideológicos en presente.
Mons. Vasil explicó que después de Yalta, los regímenes comunistas comenzaron a identificar inmediatamente la Iglesia Católica como un enemigo y en este contexto, los sacerdotes eran particularmente indeseable y dibujó el modus operandi empleado por las autoridades comunistas en varios países de Europa central y oriental.
Así Mons. Vasil pandeó una pregunta filosófica: “¿Qué relación debe existir entre la justicia histórica y el perdón?”. Teniendo en cuenta que “una sincera admisión de culpabilidad en la percepción común de la gente, no ocurrió ni en Europa occidental ni en los países protagonistas de estos acontecimientos”. O sea faltan los presupuestos para un verdadero perdón, lo que claramente no significa una idea de venganza.
La publicación del libro “La Iglesia católica y el comunismo en Europa central y oriental y en la Unión Soviética” da un aporte en este sentido haciendo conocer diversos hechos históricos sucedidos en estos países.
El prelado recordó que para armonizar la justicia con el perdón es necesario abandonar los criterios puramente humanos. Por ello consideró que la profundización de las raíces cristianas que se encuentran en tierras de Europa del Este puede ayudar a entender y vivir este tema.
Por otra parte, matizó que para poder cumplir con nuestro deseo de justicia, hay que dirigirse a ese juez que conoce el secreto de los corazones y que quiere conducir a la reconciliación. Sólo entonces podremos dirigir nuestra mirada al pasado de la Europa centro-oriental, sin sufrir el dolor de una herida todavía abierta.
Federico Cenci