Ciudad del Vaticano, (VIS).-»He querido que el signo de la Puerta Santa estuviera presente en cada Iglesia particular para que el Jubileo de la Misericordia se convierta en una experiencia que todas las personas puedan compartir», ha dicho el Santo Padre en la catequesis de la audiencia general del miércoles 16, recordando la apertura de la Puerta Santa de la Basílica de san Juan de Letrán y de las Puertas de la Misericordia en todas las catedrales de las diócesis del mundo.
»Así ha empezado el Año Santo en toda la Iglesia y se celebra en cada diócesis como en Roma y Roma es el signo visible de la comunión universal», añadió , manifestando el deseo de que la comunión eclesial sea cada vez más intensa, para que la iglesia sea en el mundo el signo viviente del amor y de la misericordia del Padre.
Pero »la misericordia y el perdón no deben quedarse en meras palabras bonitas, sino realizarse en la vida cotidiana. Amar y perdonar son los signos visibles y concretos de que la fe ha transformado nuestros corazones y nos permite expresar en nosotros mismos la vida de Dios. Amar y perdonar como Dios ama y perdona. Es un programa de vida que no puede tener interrupciones o excepciones, sino que nos empuja a ir cada vez más lejos sin cansarnos, con la certeza de estar sostenidos por la presencia paternal de Dios».
»Este gran signo de la vida cristiana luego se convierte en muchos otros signos que son característicos del Jubileo», añadió, recalcando que la salvación no se paga, es gratuita y advirtiendo a los fieles que no se dejasen engañar y que supieran que por atravesar las Puertas Santas no se paga. »La Puerta es Jesús, y Jesús es gratis…atravesar la Puerta Santa es el signo de nuestra confianza en el Señor Jesús que no vino para juzgar sino para salvar, es el signo de una verdadera conversión de nuestro corazón. Cuando crucemos esa puerta es bueno recordar que también debemos mantener abierta la puerta de nuestro corazón. Porque no tendría mucho efecto el Año Santo si la puerta de nuestro corazón no dejara pasar a Cristo que nos empuja a ir hacia los demás, para llevarles a Él y su amor. Así que, igual que la Puerta Santa se mantiene abierta, porque es el signo de la acogida que Dios nos reserva, que también nuestra puerta esté siempre abierta para no excluir a nadie».
También la confesión es un signo importante del Jubileo. »Recibir el sacramento con el cual nos reconciliamos con Dios -ha añadido- es tener una experiencia directa de su misericordia… Pero, ¿cómo se puede pedir a Dios que nos perdone si luego nosotros no somos capaces de perdonar? Por supuesto, perdonar no es fácil, porque nuestro corazón es pobre y con su propia fuerza no lo consigue. Pero si nos abrimos a recibir la misericordia de Dios para con nosotros, también nosotros seremos capaces de perdonar».
Al final de la catequesis Francisco ha animado a todos a vivir el Jubileo comenzando por estas señales que comportan una gran fuerza de amor. »¡Valor, adelante!,»