En el momento de mayor éxito profesional, al entonces presidente del Eibar, Álex Aranzábal, le «visitó el diablo» y se le tambalearon todos sus esquemas de vida. La espiritualidad ignaciana, que le era cercana desde niño, le ayudó a superar el trance y ahora relata la experiencia en el libro Vivir dos veces (Conecta).
Cuando en 2009 Álex Aranzábal (Eibar, 1974) se hizo cargo de la Sociedad Deportiva Eibar, se convirtió en el presidente más joven del fútbol profesional español. Tenía entonces 34 años y aquel año el equipo acababa de descender a 2ºB. El club vivía un momento crítico «y en vez de ponerme a fichar, a estudiar quién tenía que ser el entrenador o cuál iba a ser el precio de las entradas», en lugar de todo eso, Aranzábal se hacía dos preguntas de manera insistente: ¿Qué sentido tiene que Álex Aranzábal sea presidente del Eibar? ¿Qué sentido tiene la existencia de un club como la SD Eibar? ¿Qué debe aportar? ¿Qué misión tiene? ¿Cuáles son sus objetivos deportivos, extradeportivos, sociales, de transformación…?
«Esas preguntas eran absolutamente atípicas. Imagínese el equipo descendido en 2ªB, con cero euros, sin ninguna perspectiva de que eso pudiera cambiar y, de pronto, estas preguntas. Nos tacharon de locos», asegura Aranzábal en conversación con Alfa y Omega. Sin embargo, el presidente quiso empezar lo que posteriormente fue uno de los mayores casos de éxito a todos los niveles del fútbol nacional –estudiado incluso en el IESE– con estas preguntas que no eran sino «una aplicación de lo que san Ignacio de Loyola llamaba “el principio y fundamento”. El fundador de los jesuitas decía que lo primero, antes de ponerse a hacer nada, es tener claro el para qué». Entonces «comienza un camino que dota de sentido y de significado la vida, y una vida dotada de sentido es siempre una vida feliz».
Ya como presidente, Álex y su equipo comenzaron a «desarrollar unos conceptos absolutamente innovadores para la época. Hablábamos de que otro fútbol era posible, que no debía ser solo un espectáculo o un negocio, sino que teníamos que conseguir que fuera una herramienta de transformación social, algo con lo que puedas ayudar a la gente». Y funcionó. Durante el mandato de Aranzábal, el club consiguió subir a Primera División, se convirtió en el equipo más rentable de la categoría y se puso en marcha el proyecto Ipurua Tallarra, que implicaba la remodelación del estadio para convertir al club en un referente de transformación social e integración en el entorno.
La «visita del diablo»
Pero en 2016 Aranzábal tuvo que volver a tirar de la espiritualidad ignaciana ante lo que él define como la «visita del diablo», o el momento en el que «los esquemas de vida empiezan a tambalearse hasta el punto de venirse abajo». A él la crisis le sobrevino en el momento del éxito, cuando el equipo llegó a Primera División. Entonces comenzó un camino interior, de la mano de san Ignacio, que concluyó en una «vida nueva» y que relata pormenorizadamente en el libro Vivir dos veces. Transformación personal y organizacional basada en el modelo de los jesuitas (Conecta), publicado recientemente.
La obra ofrece algunas claves para culminar con éxito los procesos de cambio vital o empresarial a partir de la propia experiencia del autor y de la biografía, espiritualidad y liderazgo de Ignacio de Loyola. Para su autor, «haber escrito la obra hubiera merecido la pena aunque solo una persona la leyera y supusiera para ella una transformación personal, le abriera los ojos ante una realidad de la que no era consciente, o le ayudara a superar un problema».
Una vida con los jesuitas
Álex Aranzábal buceó en la espiritualidad ignaciana desde pequeño. Se formó en el entorno académico de los jesuitas y su estrecha colaboración con la Compañía de Jesús como gerente del colegio de San Ignacio de San Sebastián, como director financiero de los jesuitas en la Provincia de Loyola (País Vasco y Navarra) y consejero delegado del Grupo de Comunicación Loyola Media-Herri Irratia, además de profesor de la Universidad de Deusto y ponente en ESADE, le ha permitido conocer a fondo las enseñanzas del fundador de la orden y su aplicación en el mundo empresarial.
«Pero más importante que todo esto es que empiezo a tener un contacto personal con varios jesuitas a través de los cuales fui adquiriendo, casi sin darme cuenta, muchos de los hábitos que ellos tenían e, incluso, su manera de enfocar la vida», confiesa Aranzábal. Entre todas estas prácticas, el ahora expresidente del Eibar pone en valor el examen del día propuesto por el fundador de la orden. «Es un proceso sencillísimo de 15 minutos que, si se convierte en rutina, ayuda verdaderamente a la transformación de la persona», concluye el autor de Vivir dos veces.
José Calderero de Aldecoa @jcalderero
(Foto: Comunicación Grijalbo/Conecta)