De la voracidad del sanchismo tras seis años de amontonar poder a nadie en su sano juicio le puede caber duda alguna. Ahora parece que le llega el turno a Asuntos Exteriores, embajadores y altos funcionarios de carrera.
No es ninguna novedad la ruptura de una línea de consenso desde el inicio mismo de la Transición. Alguno me dirá que la depuración empezó hace tiempo y dirá verdad, pero en casos aislados, ateniendo Albares a su propia condición de miembro de la Carrera Diplomática.
Es Moncloa quien decide y no el palacio de Santa Cruz. Los embajadores políticos en los grandes destinos es lo que más gusta a Pedro Sánchez; que le deban lo máximo posible. Y ya se está viendo el resultado. Pero por rebañar que no quede.
Hay grandes diplomáticos que han demostrado ser enormes servidores del Estado en el exterior que han tenido que colgar sus uniformes, archivar sus cartas credenciales y dar el paso al sector privado, donde son reconocidos como palabras valiosas y honradas. El caso especialmente llamativo del ex embajador en Berlín y ante la UE resulta paradigmático. Todo lo que no es del agrado del gran lucio es arrasado como un sembrado en agosto.
He conocido a todos los jefes de la diplomacia española desde la restauración democrática. Ninguno de ellos demostró tan escaso cuajo como el actual que parece como un muñeco del gran jefe y, desde luego, tan escasa personalidad. Albares tiene que subrayarse a sí mismo con grandes aspavientos cada vez que aparece en televisión. Consciente de que no cuenta con el apoyo de la gran mayoría de la gente de la Carrera, lo que estriba es el ordeno y mando, ceses y destituciones. Los agraciados amigos y conmilitones.
Primero vinieron a por los judíos…
GRACIANO PALOMO
Publicado en OKdiario el 5.5.2024.