El domingo 24 de abril, la iglesia latina en el centro de Mosul, oficiada por los padres dominicos y conocida como la “Iglesia de la Virgen Milagrosa” o también como la “Iglesia del reloj”, fue demolida por explosivos. Fuentes oficiales del Patriarcado caldeo, informa la agencia Fides, atribuyen este acto sacrílego de vandalismo a los militantes del Estado Islámico (Daesh) que controlan la ciudad desde el 9 de junio de 2014.
Según fuentes locales, “los yihadistas de Daesh habrían evacuado el área alrededor de la iglesia y saqueado todo lo que pudiese tener algún valor del interior, antes de detonarlo con cargas explosivas”, precisa la nota.
En el comunicado emitido por el Patriarcado caldeo se expresa dolor por “este nuevo acto de destrucción cometido contra un lugar de culto”, y también insta a los “políticos iraquíes a actuar con rapidez para fomentar una verdadera reconciliación nacional que cierre las puertas a la propagación del terrorismo”.
La iglesia latina –indica Fides– caracterizaba inequívocamente el perfil del centro histórico de Mosul, sobre todo gracias a su característico campanario con el reloj, donado a los cristianos iraquíes por la Emperatriz Eugenia, esposa de Napoleón III. Es posible que la iglesia haya sido destruida solo porque se considera históricamente vinculada a Francia.
“Las campanadas del reloj” explica sor Luigina Sako, superiora de la casa romana de las religiosas caldeas de las Hijas de María, “han marcado nuestra juventud, cuando Mosul era una ciudad en la que se vivía en paz. Recuerdo que siendo estudiante, cuando teníamos un examen importante, nos íbamos todos, cristianos y musulmanes, a llevar el billete con nuestras peticiones de ayuda a la gruta de Lourdes alojada en esa iglesia, que incluso nuestros amigos musulmanes conocían y honraban como “la iglesia de Nuestra Señora milagrosa”.