La cuestión no es sólo la victoria palmaria de independentistas, extrema izquierda, batasunos. La cuestión esencial es que con la última entrega y rendición de Sánchez a los que odian a España y, por ende, a los españoles, se puede certificar con justeza que Montesquieau ha muerto.
Lo predijo hace 40 años el que fuera vicesecretario general del mismo partido al que pertenece el claudicador. Sentencias sucesivas de los tribunales ordinarios, de las audiencias provinciales, del Tribunal Supremo y del Constitucional se las ha pasado por el arco del triunfo el hombre más odiado y repudiado de la España actual. El gran “conducator” inmarcesible, el hombre formidable que no puede arrimarse a la calle sin que le abucheen y el pueblo llano se le tome a chacota y pitorreo.
¿Lo de acabar con el delito de sedición y abaratar las penas por corrupción (la malversación no es otra cosa que eso) es lo le que parece a todo el mundo de aquí y de acullá? Lo dijo con toda claridad Emiliano García Page, al menos el único barón que se ha permitido, si bien tímidamente, levantar su voz contra los desvaríos de su jefe de fila. El aragonés Lambán reclamará su parte, desde luego, pero es tan ínfima su protesta que cualquier maño sabe que resulta impostada. Es muy serio lo que está ocurriendo, muy grave.
Resulta que el jefe de Gobierno que llegó a ese puesto mediante una moción de censura invocando la corrupción del Partido Popular viene ahora a restar importancia a esa corrupción, que continúa existiendo, incluso en las filas del PSOE y si se me apura en las filas de la extrema izquierda con la que gobierna. Estas dos líneas rojas que se ha permitido pisar, contra la palabra dada formalmente, son palabras mayores. Ocurre todo esto mientras el pueblo empieza a pasar hambre, en el mejor de los casos “necesidad”. Ese mismo pueblo que siempre abomina de la corrupción política, esto es, el robo de distintas formas y maneras del dinero que ellos ponen en la caja del Estado mediante sus tributos.
¿Qué señal se les está mandando? Que delinquir -sedición/malversación- sale barato y que pierdan toda esperanza de regeneración y limpieza. Con decir que hasta Rufián se ha asustado y Echenique no tiene claro esto de rebajar penas a los malversadores… Es decir, a los corruptos.
Son dos pasos que los historiadores pondrán en su lugar con el paso del tiempo. Sánchez cada vez enseña su cara más oscura y arrugada. Eso sí, con gran caradura y chulería digna de mejor causa. Tapa un escándalo con otro, en una especie de orgía inconclusa, al mismo tiempo que no es capaz de taponar las colas del hambre. Quizá porque eso no le interesa, ni es glamuroso. Le gusta más oír a su pléyade de pelotas mediáticos a los que ha comprado por un sillón barato en RTVE.
¡Vivir para ver!
GRACIANO PALOMO
Publicado en okdiario
19.11.2022