Desde que se dio a conocer el resultado del referéndum, se han registrado en Gran Bretaña más de 100 agresiones e intimidaciones por razones raciales, en particular contra la comunidad polaca
(ZENIT- Roma).- “Tenemos que reflexionar sobre lo que ha sucedido en estos días tumultuosos y valorar con atención qué es necesario hacer ahora”. Este es el llamamiento dirigido por el cardenal Vincent Nichols, presidente de la Conferencia de obispos de Inglaterra y Gales, (Cbcew) que en una nota publicada expresa su firme condena por los graves episodios de intolerancia contra inmigrantes comunitarios verificados en estos días en el país.
Como indica Radio Vaticano, desde la proclamación de los resultados del voto sobre el Brexit, en el que Gran Bretaña ha elegido la salida de la Unión Europea, se han registrado más de 100 agresiones e intimidaciones por razones raciales. En particular, se han cometido contra la comunidad polaca, la más numerosas entre los inmigrantes de origen comunitario.
“Esta oleada de racismo y odio es inaceptable y no puede tolerarse”, afirma el arzobispo de Westminster, que además invita a no ceder al miedo y a confinar en Dios: “si no dejamos espacio a la providencia, la sociedad se cierra en sí misma y se hace mucho más egocéntrica y dividida”.
Por tanto, el cardenal Nichols hace referencia a la responsabilidad de los líderes políticos británicos: “estoy seguro de que todo líder debe reflexionarsobre nuestra capacidad de escuchar y dar voz a quien se siente sin voz. Tenemos que recuperar el sentido de los objetivos de nuestro vivir juntos”, que son “el bien común que no excluye a nadie”.
Los políticos, los emprendedores y los banqueros deben cada uno hacer su trabajo, pero el objetivo fundamental –subraya el primado inglés– es construir un mundo en el que la fuerza sea usada para el servicio y nadie sea excluido.
En este sentido, concluye el purpurado, el gran desafío que espera hoy a quien guía nuestra nación es hablar a todos. Si, de hecho, el resultado del referéndum continúa dividiendo al país, nos convertiremos en una nación cada vez más débil y no seremos capaces de desarrollar un rol sobre la escena política internacional para afrontar los grandes problemas del mundo.