Esta semana se cumplen 5 años del estallido de la pandemia del Covid 19. Una tragedia mundial que acabó con la vida de millones de personas, dejando otros tantos con secuelas.
En estos días queremos trasladar nuestro cariño a todas ellas. A las personas que fallecieron en sus casas, en los hospitales, en las residencias. Niños, jóvenes, pero especialmente mayores.
Muchos fallecieron sin el acompañamiento de sus familiares, pero de la mano y con el consuelo de un profesional sanitario o de atención social. No cabe mayor gratitud.

Aquellos meses fueron un golpe emocional durísimo para excelentes profesionales que luchan por la vida y, en la mayoría de las ocasiones, ganan la batalla como sucede en la sanidad madrileña. Muchos de ellos enfermaron también o incluso llegaron a fallecer.
La Comunidad de Madrid fue una de las regiones más perjudicadas en la primera ola. A pesar de las alertas de la Organización Mundial de la Salud, que llegaron incluso desde enero, febrero, marzo, el Aeropuerto internacional de Madrid Barajas permaneció abierto y los grandes eventos en esta región de alta densidad, como en el resto de España, se celebraron sin ninguna política sanitaria por parte del Gobierno de la Nación a pesar de nuestros avisos desde Madrid.
5 años más tarde lamentamos que haya partidos políticos que, lejos de estar a la altura de este aniversario, pretendan tergiversar todo lo que el pueblo de Madrid vivió unido, y que hagan como que en el resto de España tampoco pasara nada y sin responsabilidad alguna.
Pero a pesar de todo, ese zarpazo contra nuestra vida y nuestra libertad nos unió como región. Aquí los ciudadanos, profesionales, sanitarios, funcionarios, empresas, todos, dieron su mejor versión y hoy, 5 años más tarde, la Comunidad de Madrid se ha recuperado de uno de los peores trances de su Historia y vive un momento de esplendor, alegría y pujanza.
En vista, sin embargo, de la manipulación constante, de las campañas de descrédito y de la instrumentalización de la tragedia por parte de algunos que deberían responder por su pésima gestión y de sus medidas inconstitucionales, quisiera recordar algunos hechos:
No fue hasta que Madrid se puso al frente y tomó las riendas de la situación que el gobierno central reaccionó.
Entre enero y febrero de 2020 los responsables del gobierno central, que tienen la obligación de encargarse de vigilar las alertas sanitarias y más aún cuando son internacionales, nos dijeron que esto serían dos o tres casos, con unos síntomas de una gripe común. Permitieron manifestaciones, conciertos, bodas…
La alta densidad de población de Madrid fue víctima de aquello. Todos los días viajan en el Metro de Madrid más de 2 millones de personas, más que toda la población de algunas regiones españolas.
Decidimos actuar y fuimos los primeros en cerrar los colegios, universidades y residencias de mayores, con el rechazo frontal del gobierno de Sánchez, que trató de paralizar estas medidas que resultaron vitales.
Un gobierno central que venía desoyendo de manera irresponsable los avisos de la Organización Mundial de la Salud.
Aunque al principio se nos prohibió comprar material sanitario y perdimos semanas esenciales, cuando los médicos, enfermeras o celadores tenían que cubrirse con plásticos y bolsas de basura, la Comunidad de Madrid pudo abrirse paso en el mercado internacional y actuar por la vida. Sin resignarnos.
Y trajimos 24 aviones repletos de material de protección, camas, respiradores…: más de 2.000 toneladas con las que comenzamos a ver la luz. También lideramos la distribución de mascarillas FFP2 a toda la población y a través de las farmacias, y especialmente en las residencias. Porque con información y responsabilidad los madrileños colaboraron de una manera emocionante.
Fuimos los primeros en adquirir test de antígenos en España. Hicimos test masivos a sanitarios, profesores, funcionarios…
El Plan Vigía fue un modelo en el mundo. Nos permitió analizar la evolución del virus a través del estudio de las aguas residuales gracias al Canal de Isabel II. Y así tomábamos medidas equilibradas, sensatas, por donde iba el virus. Y siempre de la mano de la ciencia.
Y gracias a estos criterios científicos, nunca en base a los de ningún comité de expertos inventado y menos por motivos políticos, hacíamos análisis de la evolución del virus incluso por zonas, y así tomábamos medidas selectivas porque luchábamos contra el Covid y no contra la gente.
Evitamos así cierres prolongados que hacían polvo a las personas con demencias, con trastornos autistas o a los mayores en general, para quienes los cierres abusivos significaban desorientarse, hundirse y deprimirse aislados.
Además de que esos cierres prolongados sin estudio científico alguno hubiera supuesto la ruina de Madrid y, por tanto, de España entera.
La capacidad asistencial jugó un papel fundamental. Lo sabíamos y para ello unimos por primera vez en la historia la sanidad pública y la privada bajo un mismo mando, bajo un mismo cuerpo, y juntos desarrollamos planes de estabilidad para permitir duplicar el número de camas de hospitalización y, además, triplicar las UCIs, así evitamos dolorosas imágenes de otros países.
Pero también tomamos otras medidas creativas como convertir 14 hoteles en hospitales, atendiendo a más de 4.500 pacientes, entre ellos muchos profesionales sanitarios en primera línea de batalla, para evitar que volvieran a casa poniendo en riesgo a sus familias. Y más si alguno de ellos estaba pasando, por ejemplo, un proceso oncológico.
Y tampoco olvidamos algo que el mundo observó con asombro, incluida la Organización Mundial de la Salud y la Unión Europea. La Feria de Madrid, IFEMA, se convirtió en un hospital en apenas 72 horas y curó a 4.000 pacientes esas semanas gracias a la ayuda de cientos de voluntarios de muchos oficios.
Posteriormente, construimos el Hospital Isabel Zendal en 100 días, otro hito mundial de gestión del COVID, sanando a otras 10.000 personas gracias a sus 1.000 camas, evitando que el virus siguiera desbordando otros hospitales. Un hospital, el Enfermera Isabel Zendal, que además fue boicoteado y que tuvo que sufrir manifestaciones en la puerta con pacientes dentro.
Pero es que, además, Madrid fue también la primera en proteger a nuestros mayores: pusimos en marcha una red de geriatras referentes de hospitales para hacer de enlace a las residencias.
Se medicalizaron 232 residencias, se distribuyeron 12 millones de unidades de material sanitario, se llevaron a cabo 11.200 traslados de residentes a hospitales, todos ellos bajo criterios sanitarios.
Fuimos la única Comunidad que puso en marcha un operativo de emergencias, bomberos, militares, policías locales, sanitarios, Cruz Roja y agentes forestales, voluntarios de Protección Civil, para asistir todos a las más de 700 residencias de Madrid.
Fuimos la primera región que consiguió material de protección y test para sus bomberos, policías, para todos los efectivos desplegados en la región.
Una docena de Sociedades Científicas, las más relevantes de España, firmaron un documento conjunto respaldando los criterios y las actuaciones de los profesionales en los hospitales y las residencias.
Gracias a nuestras medidas quirúrgicas, en cuanto la Comunidad de Madrid gestionó en solitario la pandemia a partir de la segunda ola, el virus descendió drásticamente mientras luchamos para que los alumnos no perdieran sus cursos y para que la economía de la región no se hundiera.
Cuidamos de la cultura, que fue premiada por el mundo entero. Sindicatos de actores querían saber qué hacíamos para no arruinar a la profesión. Los madrileños y quienes nos visitaban, con responsabilidad y bajo criterios científicos, pudieron sanar sus penas visitando un museo, paseando por la región, haciendo ejercicio físico.
En España, sin embargo, se tomaron muchas medidas sin criterio científico alguno. Los ciudadanos tenían estipulado hasta las horas de paseo según la edad de cada uno, cierres masivos injustificados. Hubo fiebre por parte de algunas administraciones a la hora de cerrar, en ocasiones sin basarse en nada.
Agua, luz, aire. Y así funcionó todo en Madrid, como lo hizo su Metro. Y así sacamos comercios, bares, restaurantes a la calle. Muchos frivolizaron y estigmatizaron nuestro modo de vida, nuestra cultura y el sector servicios, que en la Comunidad de Madrid es fundamental.
Pero entre críticas infundadas, las familias podían verse en una terraza, los mayores estar acompañados de sus nietos. La vida, con sus restricciones y cautelas, siguió adelante para asombro de todo el mundo. Porque demostramos que el rigor científico y las decisiones políticas equilibradas y sensatas, funcionan.
Hoy la Comunidad de Madrid está más viva que nunca. Amamos la vida y la libertad. Y por eso hoy somos ese lugar de referencia que ha demostrado que ser libre es más que palabras. Es una actitud que se defiende cada día.
Hace 5 años un coronavirus cambió en muchos aspectos el mundo.
Hace 5 años una región creativa, brava y solidaria demostró con sus 70 días de luto seguidos que la vida es lo más importante y que cada una de las pérdidas que sufrimos son irreparables.
Pero también fuimos conscientes de la sociedad y del modo de vida que nos hemos dado entre todos en Madrid. Y nos gusta como nunca.
Vivimos bajo ese criterio, bajo ese equilibrio que es maravilloso: libertad, economía y los mejores servicios públicos. Vivimos bajo un modo único de estar en el mundo, integrador, abierto, humano. Y por eso es un lugar hospitalario, trepidante y libre.
Siempre hemos estado al servicio de España, siempre hemos sido una población que se crece en la adversidad, que cuenta con los demás. Somos los de Madrid.
Dimos lo mejor de nosotros en estos momentos.
Y ahora exigimos responsabilidad, sensatez y respeto: por la verdad, y por los que murieron, y también por sus familias.
Muchas gracias.
Madrid, 12 de marzo de 2025
FOTO: COMUNIDAD DE MADRID