El vicario apostólico de Alepo habla de los enfrentamientos de los últimos días entre las actuales «fuerzas gubernamentales» y los alauitas, en su mayoría ex partidarios de Asad, en las zonas costeras del país medio-oriental: cuando hay un cambio en la cúpula «tan repentino hace falta tiempo para la estabilización política, social y militar». Se informa que más de 1.300 personas, incluidas mujeres y niños, han muerto como resultado de la violencia.
Ciudad del Vaticano, 10 de marzo 2025.- ¿Qué está pasando en Siria? ¿Los enfrentamientos armados de los últimos días están empujando al país nuevamente a una guerra civil? ¿Está el nuevo régimen de Ahmed al-Sharaa traicionando sus promesas de reunificación nacional y tolerancia hacia las minorías? Los medios del Vaticano preguntaron a monseñor Hanna Jallouf, Vicario Apostólico de Alepo y líder espiritual de los católicos latinos de Siria. «De las noticias que hemos podido recoger a través de nuestros seguidores y de la versión oficial de las autoridades gubernamentales -explica- parece que milicianos que permanecieron leales al depuesto presidente Bachar al-Assad intentaron una insurrección armada destinada a derrocar al régimen actual, iniciativa que fue luego duramente reprimida por las fuerzas pro gubernamentales.
De una primera reconstrucción parece que la iniciativa habría sido planeada en los días anteriores en una reunión entre antiguos funcionarios alauitas del gobierno de Assad, la rama siria de Hezbollah y milicias chiítas pro iraníes. El escenario de estos enfrentamientos se limitó, sin embargo, a la franja costera mediterránea, comenzando en Jableh y extendiéndose a lo largo de la provincia de Latakia, hasta el borde interior de la ciudad de Homs. Durante el primer ataque murieron una veintena de soldados del nuevo gobierno, y otros tantos en un segundo ataque a un puesto de control atendido por las fuerzas gubernamentales. Esto provocó entonces una reacción muy dura por parte de las fuerzas gubernamentales que causó cientos de muertos. Lamentablemente, tengo entendido que también fueron asesinados algunos cristianos; pero accidentalmente, no como cristianos.»

¿Es esto una señal del regreso, después de sólo tres meses, de la guerra civil en Siria?
Me inclinaría a decir que no. Por varias razones. En primer lugar, hay que señalar que se trata de episodios muy localizados, que aún no se han extendido al resto del país. Aquí en Alepo, pero también en Damasco, la situación está completamente tranquila. En segundo lugar, hay que considerar que cuando se produce un cambio de régimen tan repentino como el del 8 de diciembre pasado -y en un país desgarrado por años de guerra civil- se necesita un período de tiempo para que se estabilice la situación política, social y militar, que puede ser bastante largo, y durante el cual pueden surgir fuertes tensiones. También entran en juego intereses personales o de clanes comprometidos que buscan venganza. En tercer lugar, hay que tener presente que cuando hablamos de “fuerzas gubernamentales” no estamos hablando de un ejército estructurado (el anterior se derritió como la nieve al sol), sino de grupos armados liderados por Hayat Tahir al Sham. Al no responder a una sola orden, es posible que algunos de estos grupos actúen con excesiva violencia contra los insurgentes.
¿No contradice esto los llamados a la pacificación nacional expresados por el nuevo liderazgo después del cambio de régimen?
Me parece que las palabras expresadas en estas horas por el presidente pro tempore al-Sharaa están marcadas por la prudencia y la responsabilidad. Por una parte, dijo que, efectivamente, era de esperar una resistencia hostil por parte de aquellos nostálgicos del antiguo régimen y debe ser rechazada enérgicamente; por otra parte, sigue sosteniendo que no hay otro camino para Siria que el de la pacificación nacional, a través de la coexistencia entre los diversos grupos étnicos y creencias religiosas que viven en nuestra tierra.
¿Qué está sucediendo en la frontera entre Siria e Israel?
Israel continúa ocupando territorios sirios más allá de la antigua frontera del Golán y, aparentemente, sin que esto tenga el carácter de ser temporal. Israel justifica sus últimas acciones militares como defensa y apoyo a las poblaciones drusas. Se han producido casos de violencia contra los drusos por parte de milicias islámicas autónomas en Suwayda y Jaramana, un suburbio de la capital, que el gobierno de Damasco no ha podido evitar. Pero aún queda por entender cuáles son las verdaderas intenciones de Israel. De la misma manera, no están claras las verdaderas intenciones de las otras entidades que históricamente han jugado un papel en este tablero de ajedrez: Rusia, Estados Unidos y Turquía. Confiamos en que no haya más intereses extranjeros que fomenten divisiones internas: Siria debe volver a la unidad y para estar unida debe ser independiente.
En un contexto tan precario y tenso, ¿cuál es el papel de los cristianos?
Respaldamos las promesas hechas por el Presidente al-Sharaa de respeto y participación de todas las minorías, sean étnicas o religiosas. Ahora también queremos ver acciones concretas en esta dirección por parte del nuevo gobierno. De hecho, ya no queremos ser considerados una minoría, sino participantes con iguales derechos y deberes en la nueva Siria. Yo, junto con otros obispos de confesiones cristianas, participé en el congreso promovido para la redacción de la nueva Constitución. Hemos formulado nuestras propuestas en términos de paz, unidad, independencia y multirreligiosidad. Y fueron grabados y aceptados. Esperamos que la comunidad internacional también contribuya a la construcción de la paz en Siria.
ROBERTO CETERA