(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco habló el domingo 29 por la tarde en el Aula nueva del Sínodo, en la ceremonia de conclusión del VI Congreso Internacional de la fundación pontificia Scholas Ocurrentes, con el tema “Entre la universidad y la escuela, un muro o un puente”. En el evento final estuvieron algunos actores famosos de Hollywood, futbolistas, surfistas y sobre todo los participantes del congreso que se realizó, una parte en el Vaticano y otra de jóvenes en la universidad Lumsa de Roma. En medio de las intervenciones del Papa se registraron otras actuaciones, incluso una oración interreligiosa realizada por un grupo de personas de diversos credos que participaron el en congreso en la Casina Pio IV.
Palabras del Santo Padre
Primera intervención del papa Francisco: Gracias por estar aquí. Estoy contento de saludarlos y desearles que no haya sido muy aburrido todo esto. Que se haya dado ese clima de comunicación, ese clima de encuentro, ese clima de puente, que nos une y que es un desafío para este mundo que corre siempre el riesgo de atomizarse. Y de separarse y, cuando los pueblos se separan, las familias se separan, los amigos se separan, solamente en la separación se puede sembrar enemistad o incluso odio. En cambio, cuando se juntan se da la amistad social, la amistad fraternal y se da una cultura del encuentro que nos defiende de cualquier tipo de cultura de descarte. Gracias por eso y por lo que están haciendo con él.
La respuesta de Francisco a si había pensado alguna vez en renunciar debido a la responsabilidad que significaba ser Papa.
No se me ocurrió dejar de serlo por la responsabilidad y les hago una confidencia: ni se me había ocurrido que me iban a elegir a mí. Fue una sorpresa para mí. Pero, desde ese momento, Dios me dio una paz que dura hasta el día de hoy. Y eso me mantiene. Esa es la gracia que recibí. Por otro lado, por naturaleza soy inconsciente, así que sigo adelante.
Mirá, construir un mundo ‘más mejor, más mejor’, me salió la porteñada. Construir un mundo mejor creo que se puede resumir en esas cosas que hablamos juntos allí, ¿no es cierto? Es decir, que cada persona sea reconocida en su identidad, pero la identidad no se da si no hay pertenencia. Procurar dar pertenencia, y uno de ustedes me preguntaba: si un chico, una chica no tiene pertenencia ¿cómo puedo ayudarla? Por lo menos ofrecele pertenencia virtual, pero que se sienta… y ahí va a tener identidad. Pero una persona sin identidad no tiene futuro. Entonces urge, es urgente ofrecer pertenencias de cualquier tipo, pero que se sientan pertenecientes a un grupo, a una familia, a una organización, a algo, y eso le va a dar identidad. Identidad, pertenencia.
Esto otro, lenguaje de los gestos, animarnos a tener lenguaje de los gestos. A veces nos gusta hablar y hablar. A veces el lenguaje de los gestos es distinto. Sólo hablar no basta. Podemos caer en el «jarabe de pico» y ese no funciona. Lenguaje de los gestos, que a veces es una palmada, una sonrisa. Me gustó lo que dijiste vos: «Esta sonrisa no me la saca nadie». Una sonrisa que da esperanza, mirar a los ojos, gestos de aprobación o de paciencia, de tolerancia, gestos.
Dejar las agresiones, el bulismo, el bulling, el bulismo es otra cosa, el bulismo es una agresión que esconde una profunda crueldad y el mundo es cruel. El mundo es cruel. Y las guerras son un monumento de crueldad.
Una monja de un país africano que tiene guerras intestinas me mandó fotografías, las tengo acá. Y ¿a donde llega la crueldad de la guerra? Un niño degollado, un niño. Entonces, podemos entender el bulling. Si esto se da, ¿cómo no se va a dar el bulling? Es la misma crueldad contra un niño y un niño que se lo hace a otro, si vos sembrás crueldad. Un niño masacrado en su cabeza. Y esto pasó el mes pasado.
O sea, para construir un mundo nuevo, un mundo mejor hay que desterrar todo tipo de crueldad. Y la guerra es una crueldad. Pero este tipo de guerra más crueldad todavía porque se ensaña con un inocente.
Después el escuchar al otro, la capacidad de escuchar, no discutir enseguida, preguntar, y eso es el diálogo, y el diálogo es un puente. El diálogo es un puente. No tenerle miedo al diálogo, no se trata del San Lorenzo-Lanús, que se juega hoy, a ver quién gana. Se trata de juntamente ir poniendo las propuestas para avanzar juntos. En el diálogo todos ganan, nadie pierde. En la discusión hay uno que gana y otro que pierde o pierden los dos. El diálogo es mansedumbre, es capacidad de escucha, es ponerse en el lugar del otro, es tender puentes. Y dentro del diálogo si yo opino distinto no discutir, sino a lo más persuadir con mansedumbre.
Como ven son todas las conductas que fueron saliendo en las preguntas que ustedes hacían. Y el orgullo, la soberbia, desterrarlos, porque el orgullo y la soberbia terminan mal siempre. El orgulloso termina mal. O sea, yo te contestaría esa pregunta: ¿Cómo construir un mundo mejor? Por ese camino. Nuestro mundo necesita de bajar el nivel de agresión. Necesita de ternura. Necesita de mansedumbre, necesita de escuchar, necesita de caminar juntos. Si no, esto y esto se está dando hoy, porque faltan todas esas actitudes que yo dije. No sé si respondí a la pregunta, eh? ¿De acuerdo? ¿Respondí?
Las palabras finales del Santo Padre.
Les agradezco a todos ustedes la colaboración, el trabajo y la paciencia. Pensamos en todos los chicos del mundo con sus diversas culturas, idiomas, razas, religiones. Y nos dirigimos a Dios pidiendo con el texto de bendición más antiguo que es válido y es usado por las tres religiones monoteístas: «El Señor los bendiga y los proteja, haga brillar su rostro sobre ustedes y les muestre su gracia, les descubra su rostro y les conceda la paz. Amen». Y muchas gracias por todo y recen por mí, por favor, que necesito.