El cardenal Tolentino de Mendonça, prefecto del Dicasterio para la Cultura y la Educación, ha presidido la Misa y leído la homilía preparada por Francisco.
17 de febrero 2025.- El Papa tenía previsto afrontar otro desafiante fin de semana de eventos jubilares antes de que la persistencia de su bronquitis se lo impidiera. Para ello, había preparado ya los mensajes que pretendía ofrecer a los cerca de 10.000 artistas de casi 100 países que han acudido a la llamada de este Año Santo. Dos de los eventos se han cancelado, porque no tenían sentido sin la presencia del Pontífice, —la audiencia jubilar de este sábado y el encuentro con actores en Cinecittà— pero se ha mantenido la celebración de la Misa en la basílica de San Pedro.
Aunque este fin de semana no hace tanto frío en Roma como el fin de semana pasado, lo cierto es que es durante el invierno es mejor que, en lo posible, las celebraciones tengan lugar en la basílica o el Aula Pablo VI. Está claro que la Misa del pasado sábado en la plaza de San Pedro por el Jubileo de las Fuerzas Armadas, que presidió el Papa a la intemperie bajo la lluvia, no le ha ayudado a superar sus problemas respiratorios.
El cardenal Tolentino de Mendonça, prefecto del Dicasterio para la Cultura y la Educación, ha sustituido a Francisco este domingo y ha leído la homilía que el Papa había escrito para los artistas.

El Santo Padre asegura a los artistas que ellos están llamados «a ser testigos de la visión revolucionaria de las Bienaventuranzas». Porque las Bienaventuranzas suponen mirar la realidad «con ojos nuevos, con la mirada de Dios, que ve más allá de las apariencias y reconoce la belleza, aun en la fragilidad y en el sufrimiento». «Es una lógica invertida, una revolución de la perspectiva», les dice.
Esa misión que Francisco confiere a los artistas va más allá de crear belleza. El Papa les insta a «revelar la verdad y la bondad escondidas», «dar voz a quien no tiene voz y transformar el dolor en esperanza». Por ello, les encomienda ser «custodios de la belleza que sabe inclinarse ante las heridas del mundo, que sabe escuchar el grito de los pobres, de los que sufren, de los heridos, de los presos, de los perseguidos, de los refugiados». Además, les anima a que, en una época donde solo se levantan muros, construyan puentes de enriquecimiento mutuo.
En esta homilía del Papa leída por el cardenal Tolentino, Francisco explica que la crisis que vivimos en estos días es también «una crisis del alma, de sentido». Por eso, invita a los artistas a ser quienes «ayuden a la humanidad a no perder la dirección, a no extraviar el horizonte de la esperanza».
También indica a los artistas que el auténtico arte es siempre «un encuentro con el misterio» y que «no es una lujo, sino una necesidad del espíritu», por si alguien piensa que el arte no sirve.
«El mundo tiene necesidad de artistas proféticos, de intelectuales valientes y de creadores de cultura. Y recuerden: la esperanza no es una ilusión; la belleza no es una utopía; el don que tienen no es una casualidad, es una llamada», concluye Francisco.
Ángelus desde el Gemelli
Desde el hospital, el Papa ha enviado su reflexión para el rezo del ángelus. Ha destacado que el Jubileo de los artistas recuerda la importancia del arte «como lenguaje universal que difunde la belleza y une a los pueblos, llevando armonía al mundo y haciendo callar el grito de la guerra». Un domingo más, invoca la paz para Oriente Medio, Ucrania, Sudán, Myanmar y Kivu, en República Democrática del Congo.
Ha enviado un especial saludo a los artistas. «Me hubiera gustado estar con vosotros», escribe. También vuelve a agradecer las oraciones y muestras de cariño que le están llegando desde todo el mundo y, a su vez, pide oraciones por el personal del Gemelli que se está ocupando de su salud.
ÁNGELES CONDE MIR
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