En torno al lema «Misión JPIC: Peregrinos de esperanza para la transformación sistémica en favor del bien común de toda la creación» laicos y religiosos de diferentes países reciben las herramientas necesarias para mejorar sus apostolados de JPIC y ministerios relacionados e inspirar a los miembros de sus congregaciones a comprometerse.
Ciudad del Vaticano, 12 de febrero 2025.- Animar e introducir a los nuevos promotores de Justicia, Paz e Integridad de la Creación (JPIC) de varias congregaciones religiosas, así como a los que ya están trabajando en el campo. Este es uno de los cometidos esenciales del taller de formación organizado por la Unión Internacional de Superioras Generales (UISG) que se lleva a cabo del 10 al 14 de febrero de 2025 en Roma. Lo explica el Padre Roy Thomas, de los Misioneros del Verbo Divino, co-secretario ejecutivo de la Comisión de JPIC de la UISG y de la Unión de Superiores Generales (USG), quien subraya el tema de la edición de este año: «Peregrinos de esperanza para la transformación sistémica en favor del bien común de toda la creación.
Durante los cuatro días, una centena de laicos y religiosos procedentes de diversas naciones, tanto de manera presencial como virtual, profundizan en asuntos vinculados a su servicio y abordan la metodología ver-juzgar y actuar, así como la creación de redes con otras entidades de la sociedad civil y la promoción. Sobre este punto, Thomas sostiene que intentan llegar a múltiples congregaciones e invita a todas a participar activamente en las iniciativas relacionadas. «Es hora de que abramos realmente nuestros corazones y nuestras manos para ayudarnos unos a otros», afirma.

JPIC pretende consolidar las redes en todo el planeta
En dicho aspecto coincide también la hermana Greta Fernandes, de la India, secretaria para la Misión de las Hermanas Misioneras del Espíritu Santo: «No debemos renunciar a la esperanza. Confío en que uniéndonos, trabajando juntos encontraremos nuevas formas de tratar estos problemas». Para la consagrada, la unidad es fundamental en este tiempo crucial, no solo para la Iglesia católica, sino para todas las organizaciones, para todos los pueblos.
“No tenemos que temer ante los acontecimientos que están ocurriendo en este momento, especialmente en lo que respecta a los inmigrantes, los refugiados y los solicitantes de asilo y las personas que necesitan a los demás, porque todos formamos parte de una misma humanidad. Lo que ocurre en una parte del mundo me afecta a mí y afecta a todos.”
Fernandes postula que esta es una época difícil, en especial para quienes viven en los márgenes o se ven obligados a estar en ellos: «Por eso, se nos invita de nuevo a reavivar la esperanza». «Es importante que nosotros, como promotores de JPIC, nos centremos en nuestro ministerio y no nos distraigamos con algunos de los sucesos negativos, sino que permanezcamos con los individuos que se ven forzados a vivir en los márgenes y les llevemos esperanza».
Hallar alternativas para migrantes y refugiados
En cuanto a la labor con migrantes y refugiados desde las coordinaciones de JPIC, la religiosa asegura que muchos miembros de distintas órdenes religiosas laboran en las fronteras y en zonas de guerra. Ellos «se ven directamente afectados, sobre todo con los cambios en algunas de las políticas del gobierno de Estados Unidos, así que tenemos que encontrar alternativas», añade, incentivando a identificar formas de apoyarse mutuamente, en particular a aquellos que se encuentran atrapados en las fronteras.
También se demuestra confiada en que próximamente se generen deliberaciones entre quienes trabajan con los refugiados que atraviesan una situación crítica.

«Tendríamos que mirarnos a nosotros mismos»
Por su parte, el hermano Mariano Espinoza Sala, paraguayo que conforma la Congregación del Espíritu Santo, ha comenzado recientemente su tarea en el área de JPIC. Espinoza valora la lectura bíblica de las implicancias de esta labor en la Iglesia y enfatiza la necesidad de efectuar un balance de la vida de los pueblos en el marco del Jubileo de 2025, «si se está cumpliendo o no la voluntad de Dios en el día a día de su vida, en su estructura social».
En este contexto, considera que las congregaciones deberían mirarse a sí mismas para determinar la forma en que están viviendo. De este modo, el espíritu del Jubileo debería ser «una interpelación» sobre el modo de organizarse y la manera de llevar a cabo su misión.
SEBSTIÁN SANSÓN FERRARI