La historia política de Antonio Resines, según propia confesión de estos días, pasa por ser de izquierdas (todo el derecho), votar al PSOE (¡faltaría más!) y sentirse defraudado con una opción política que para permanecer en el poder se abraza a independentistas, ultranacionalistas, ultraderechistas, xenófobos e incluso con las farolas si estas tuvieran algún voto parlamentario.
¡Vaya novedad, Resines! Lo que no dice el buen exponente cántabro es qué entiende él por ser de izquierdas, la raíz misma de tal consideración. Sobre todo, si después de una larga carrera delante de las cámaras se ha acumulado el jurdó suficiente para poder ir a chospar en los verdes prados santanderinos y si se tercia, bailar una jota del lugar delante de su admirado Reviriego.
Como casi toda esta muchachada de la «izquierda caviar», cuyas películas se sufragan mayormente con el dinero del contribuyente (en 2023 el cine español batió récords de pérdidas en taquilla), se han quedado muy viejos, antiguos, con filosofías políticas fracasadas y de otros tiempos. En ellos no hay nada de modernidad, ni de lucha, ni de rebeldía, ni siquiera de coherencia personal. Dicen pensar como revolucionarios guevaristas y se comportan y viven como burgueses decadentes. Ahí tienen al nieto de picador, Víctor Manuel, forrándose a costa del Principado de Asturias con Orquesta Sinfónica a su disposición y gratis total. Y, ¿qué decimos de Almodóvar, enorme trincador de subvenciones?
El dinero y la buena vida para esas élites de cómicos españoles, sin arriesgar nada, les ha carcomido las meninges. Adoran y se muestran genuflexos ante el poder de sus amigos y sólo toman la calle cuando ven peligrar sus transferencias. Nada de extraño que odien a Trump y Milei, el de la motosierra.
GRACIANO PALOMO
Publicado en Okdiario el 5.1.2025