El organizador de los eventos artísticos del Jubileo, atiende a Alfa y Omega en la previa de la apertura de la Puerta Santa.
19 de diciembre 2024.- El 24 de diciembre, en la Misa de Nochebuena, el Papa abrirá la Puerta Santa de la basílica de San Pedro, inaugurando el Jubileo 2025. Con el lema Peregrinos de esperanza, el año santo estaría «incompleto» sin eventos artísticos, afirma su organizador. Fue el responsable de que 300.000 personas vieran en Roma el Cristo de Dalí o una reliquia de san Juan de la Cruz como preparación a esta cita.
¿Superará el Jubileo las expectativas?
Se habla de 30 millones de personas, pero hay factores que podrían llevar a un resultado mayor. La movilidad en nuestra época es más favorable; el número de católicos aumenta en casi todo el mundo, por lo que crece la cantidad de fieles invitados a esta peregrinación. Además ahora, con 56 conflictos en curso y zonas marcadas por la miseria y factores críticos, muchos sienten intensamente la urgencia de la esperanza. No hay que olvidar que el Jubileo es ponerse en camino para volver a lo profundo del alma y redescubrir el sentido de la vida. Es una experiencia que, incluso muchas personas que no están seguras de la fe, observan con atracción y verdadera sed. Y, junto a los católicos, hay muchos no católicos que buscan la verdad y razones de esperanza o que, al menos, quieren decirse a sí mismos y al mundo que la dimensión espiritual de la vida debe encontrar el lugar que le corresponde.
¿Qué encontrarán los peregrinos que lleguen a Roma a partir del día 24?
20 siglos de testimonios de fe y santidad, capaces de hablar todavía hoy al corazón humano: desde las tumbas de san Pedro y san Pablo hasta las huellas de tantos mártires. Encontrarán momentos y lugares de belleza para ponernos de nuevo en contacto con lo más profundo de nuestro ser; numerosas invitaciones a la oración; acogida, sobre todo, por parte de muchas personas y comunidades. También las contradicciones de la historia humana, que te hacen mirar hacia arriba, a maravillas del arte, y luego echar los ojos hacia abajo, con consternación, a los pobres acampados en las calles. Roma, en este sentido, es un lugar encantador y verdadero, una síntesis del mundo, de sus luces y sus tinieblas.
El Papa no dudó en pasar a contemplar una de las tantas exposiciones que están organizando por el año santo.
Es una alegría que quisiera meditar ante la Crucifixión blanca de Chagall. Él mismo se convirtió en peregrino de la esperanza ante esa imagen, que puede describirse como un icono extraordinario del sufrimiento de la humanidad y de la necesidad de esperanza. Con ese gesto, recordó que las artes son queridas en el corazón de toda la Iglesia por razones espirituales. Llegó de forma inesperada y provocó un gran silencio, favoreciendo lo que el artista quiso dejarnos: en una época en la que todo es ruidoso y comercial, reeducarnos en el encuentro con el arte en estado de recogimiento es importante. Él nos lo recordó.
¿Qué diría a quienes piensan que la cultura no tiene que ver con el Jubileo?
Los jubileos son cultura. Los mejores artistas prepararon Roma para los años santos, como Caravaggio para el de 1600. En el de 1475, Sixto IV quiso que el Hospital del Santo Spirito fuese lugar de acogida para los peregrinos, pero también sitio de belleza terapéutica. Los jubileos despiertan en el hombre el sentido de su grandeza y su fragilidad. Por tanto, si no tuviesen arte, estarían incompletos. Por último, esta supone además una especie de peregrinación del alma: hay obras que tienen el poder de detener el cuerpo. Tal vez quien venga a Roma no se considere verdadero peregrino y no tenga intención de participar en las liturgias, pero atraído por el esplendor de una pieza de arte podría sorprenderse al salir conmovido por tanta belleza. ¿No sería entonces, de alguna manera, una pequeña experiencia de gracia también para él?
¿Nos adelanta alguna iniciativa?
Al menos cuatro marcarán el camino de 2025. Por ahora, es agradable el sentimiento de sorpresa. Hacia principios de año podremos anunciar qué obras tendremos el privilegio de admirar pronto.
CARMEN ÁLVAREZ
Alfa y Omega