Muchos sirios siguen buscando a sus desaparecidos. Los rebeldes prometen libertad a las minorías pero estas piden supervisión internacional para garantizarla.
19 de diciembre 2024.- La angustia crece en las familias sirias que no saben nada de sus seres queridos desde hace años. La frustración de no encontrar ninguna pista sobre su paradero en la cárcel de Saidnaya ha sido un duro golpe. «Los dosieres de los presos estaban desperdigados por todas partes. La gente los cogía con la esperanza de encontrar información», asegura Suhair Zakkout, de la delegación del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) en Siria. La semana pasada compartió con estas personas su búsqueda por la prisión militar apodada «el matadero humano», en la que el régimen de Bashar al Asad torturó y asesinó a miles de personas. Su descripción del recorrido por las pequeñas e insalubres celdas, muchas con «manchas de sangre reseca y heces», es sobrecogedora.
«Deambulaban gritando por las galerías, armados con barras de hierro y martillos con los que derribaban las puertas blindadas y hacían agujeros en las paredes en busca de celdas secretas». Hay montones de historias. Pero recuerda en particular la de una mujer «anciana que estaba allí desde las seis de la mañana» con una carpeta llena de datos y fotos de su hijo, desaparecido en 2013. A pesar de tener problemas para caminar había recorrido de noche los 30 kilómetros que separan Damasco de esta cárcel del horror.
Según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, solo durante la primera década de la guerra (2011-2021) allí fueron ejecutadas 30.000 personas. Pero no había rastro de ellos. «Poco antes de huir, los militares intentaron deshacerse de todo el material y quemaron la mayor parte de los documentos», detalla Zakkout. Lleva más de una década tratando de realizar el derecho de estas familias a saber la verdad. Además de actuar como intermediario neutral con el fin de facilitar las búsquedas e identificaciones, la entidad ha puesto a disposición de las familias exámenes forenses para identificar los cuerpos. «Hemos registrado 35.000 casos de desaparecidos en Siria. Pero sabemos que son muchos más», asegura su representante. También deja claro que en esta lista no hay solo «opositores políticos», sino que también hay casos de «niños o mujeres embarazadas». Como muchos otros sirios, ella ha vivido con terror los gobiernos totalitarios de Hafez al Assad y su hijo, Bashar.
85 % de los cristianos han abandonado Siria desde 2011. Actualmente viven en el país unos 300.000.
80 % de los habitantes son musulmanes sunitas. Los chiitas constituyen el 13 % de la población.
Ahora, tras 13 años de guerra civil y medio siglo de dinastía dictatorial, Siria se enfrenta al reto de construir la paz y apagar la sed de venganza. Mohamed al Bashir, el nuevo primer ministro interino que conducirá al país en el camino hacia la transición hasta marzo de 2025, pidió el pasado viernes —día sagrado para los musulmanes— que el país «sea un símbolo de misericordia». El hasta ahora gobernador de Idlib, reducto en manos de los rebeldes en el noroeste del país, subrayó en la mezquita de los Omeyas, de Damasco, que la construcción del nuevo Estado sirio es tarea de «todos».
Dado que el principal grupo de la coalición rebelde es Hayat Tahrir al Sham (HTS), antigua rama de Al Qaeda luego escindido de ella y dirigido por Abu Mohamed al Golani, algunos temen la instauración de un nuevo régimen con componentes de corte yihadista. Sin embargo, en Alepo, la primera ciudad que cayó durante la ofensiva que acabó con el régimen, los cristianos viven de momento con tranquilidad y sus líderes se han reunido con los insurgentes. El arzobispo maronita, Joseph Tobji, subraya que «nos aseguran que nuestras vidas no cambiarán». Espera es que la seguridad «vuelva a nuestro querido país lo antes posible». Para ello, será necesaria «una nueva Constitución que respete al pueblo sin distinción. Todos somos sirios».
Sin embargo Antonio Alonso, experto en Relaciones Internacionales de la Universidad CEU San Pablo, recuerda que Estados Unidos aún ofrece diez millones de dólares de recompensa por Al Golani y que este país, la ONU y la UE consideran al HTS terroristas. A pesar de la «operación de blanqueo», pronostica que «más pronto que tarde veremos su auténtico rostro». El secretario de Estado del Vaticano, cardenal Pietro Parolin, compartió la semana pasada su preocupación y, reconociendo mensajes positivos, pidió prudencia para ver «qué escenarios se abren». Por su parte el superior de los franciscanos en Damasco, Firas Lufti, subraya que «la comunidad internacional debe supervisar y asegurarse» de que estos grupos «cumplen sus promesas».
Otro gran reto será hacer despegar una economía moribunda —más de la mitad de la gente vive en la pobreza extrema— con una moneda devaluada y una inflación que ha duplicado los precios desde 2022. «La seguridad trae turismo y apoya la economía», señala Tobji.
13 años y nueve meses
- 15 de marzo: Estalla la primera manifestación contra el régimen de Bashar al Asad en Deraa, al sur.
- 21 de agosto: 1.400 personas mueren en un doble ataque químico con gas sarín en zonas de Damasco.
- 14 de enero: Los yihadistas del Estado Islámico en Irak, precursor del grupo Estado Islámico, toman Al Raqa.
- 30 de septiembre: Rusia anuncia por sorpresa su participación militar directa en la guerra junto al Ejército sirio.
- 15 de junio: Se prohíben prácticamente todas las transacciones financieras de Estados Unidos con Siria.
- 6 de febrero: Un terremoto de magnitud 7,8 causa 50.000 muertos en Turquía y 6.000 en Siria.
- 8 de diciembre: Tras 25 años en el poder, 13 de ellos de guerra civil, el presidente sirio es derrocado.
VICTORIA ISABEL CARDIEL C.
Alfa y Omega