Es con esta interrogante que el Papa Francisco abrió su homilía este domingo, en la celebración eucarística en la plaza de Austerlitz, en Ajaccio. Recordó que las lecturas bíblicas de hoy señalan dos maneras de esperar al Mesías: la espera desconfiada y la espera gozosa. Y reflexionó sobre ellas. Dio importancia al rezo del Rosario y las cofradías como ejemplos de piedad popular.
Ciudad del Vaticano, 15 de diciembre 2024.- «En todo tiempo y en cualquier tribulación, Cristo es la fuente de nuestra alegría. Para llevarla adondequiera, tengámosla siempre en el corazón. Entonces, seremos testigos de la esperanza que no defrauda», este el mensaje de Francisco para los corsos, en su viaje en Córcega, en la misa en la Plaza de Austerlitz.
En el Evangelio de hoy, la gente le pregunta a Juan el Bautista: «¿Qué debemos hacer entonces?» (Lc 3,10). Y al respecto, el papa Francisco afirma que esta interrogante expresa “el deseo de renovar la vida, de mejorarla”. Una pregunta que no hacen los fariseos o doctores de la ley, se creen justos, alude el Papa, y no consideran renovarse, Esa pregunta la hacen los más lejanos, los considerados pecadores públicos, los publicanos, son ellos los que expresan su voluntad de conversión. Querían pasar de una conducta deshonesta y violenta a una conducta nueva. Esta es una buena pregunta, que quizá hoy, antes de acostarnos, recomendó, cada uno de nosotros pueda hacer como oración: «Señor, ¿qué debo hacer para preparar mi corazón para la Navidad?»”. Acercarnos a Dios, con la verdad, comenzar diciendo que somos pecadores, sin «maquillajes de una justicia no verdadera».
“Los lejanos se vuelven cercanos cuando Cristo se hace cercano a nosotros. De hecho, Juan respondió a los publicanos y a los soldados de este modo: practiquen la justicia, sean rectos y honestos. Incluyendo especialmente a los más pobres y a los marginados, el anuncio del Señor, despierta las conciencias, porque Él viene a salvar y no a condenar al que estaba perdido”
Asumir esa interrogante en este tiempo de Adviento
Durante este tiempo de Adviento tengamos la valentía de preguntar, sin miedo: “¿qué debemos hacer?”, agregó Francisco, pidámoslo con sinceridad para preparar en nosotros un corazón humilde y confiado al Señor que viene. Las lecturas que hemos escuchado nos señalan dos maneras de esperar al Mesías, dijo: la espera desconfiada y la espera gozosa.
Reflexionemos, pues, sobre estas dos actitudes espirituales.
Esperar al Mesías de manera desconfiada está llena de recelo y ansiedad, es que el que tiene la mente ocupada en pensamientos egocéntricos pierde la alegría del ánimo; en vez de velar con esperanza, duda sobre el futuro. Interesado sólo en proyectos mundanos, no aguarda la obra de la Providencia, afirmó. Cuando la angustia se apodera de nosotros, añadió, siempre nos arruina. «Una cosa es el dolor; dolor físico, dolor moral por alguna calamidad en la familia… Pero una cosa es la angustia. Los cristianos no deben vivir con angustia», señaló.
Al respecto, el Santo Padre parafraseando a san Pablo, alienta a quien espera en forma desconfiada al Mesías, que no se deben angustiar por nada, (Flp 4,6). “No estén afligidos, decepcionados o tristes” y agregó:
“¡Cuán difundidos están hoy estos males espirituales, especialmente donde se propaga el consumismo! Una sociedad así, envejece insatisfecha porque no sabe dar; quien vive para sí mismo nunca será feliz”
La medicina que aconseja el Apóstol, señaló Francisco: «en cualquier circunstancia, recurran a la oración y a la súplica, acompañadas de acción de gracias» (Flp 4,6).
La fe en Dios da esperanza
¡La fe en Dios da esperanza!, exclamó, y se refirió al congreso que clausuró esta mañana, donde se destacó la importancia de cultivar la fe, valorando el papel de la piedad popular. Y en su homilía Francisco citó ejemplos de piedad popular: rezar el Santo Rosario y las cofradías.
Rezar el Rosario dijo, si se descubre y practica en su “verdadero sentido, nos enseña a mantener el corazón centrado en Jesucristo, con la mirada contemplativa de María”. Por otra parte, señaló que las cofradías pueden educar a los demás, en la gratuidad del servicio, tanto espiritual como material.
“Esas asociaciones de fieles, tan ricas en historia, participan activamente en la liturgia y en la oración de la Iglesia, a las que embellecen con los cantos y las devociones del pueblo. Exhorto a los miembros de las cofradías a mostrarse siempre cercanos y disponibles, especialmente con los más vulnerables, haciendo a la fe activa en la caridad”
La espera Gozosa
La venida del Señor trae la salvación, por eso es motivo de alegría, dijo el Papa, ¡Él puede redimir nuestra vida porque es capaz de realizar lo que dice! Así que nuestra alegría no es un consuelo ilusorio para sobrellevar las tristezas de la vida, agregó, la alegría es fruto del Espíritu por la fe en Cristo Salvador, que llama a nuestro corazón, para liberarlo de la tristeza y del tedio. La venida del Señor, insistió el Santo Padre, se convierte en una fiesta llena de futuro para todos los pueblos; «en compañía de Jesús descubrimos la verdadera alegría de vivir y de transmitir los signos de esperanza que el mundo anhela».
“La alegría cristiana … no es apática ni superficial. Es, en cambio, un regocijo del corazón asentado sobre un sólido fundamento, que el profeta Sofonías describe, dirigiéndose a la ciudad santa: regocíjate porque “el Señor, tu Dios, en medio de ti, es un Salvador poderoso” (cf. So 3,17)”
Confiar en el Señor que está en medio de nosotros, cuando hacemos una obra buena, cuando educamos a nuestros hijos, cuando cuidamos a los ancianos. En cambio, no está en medio de nosotros «cuando chismorreamos, y siempre chismorreamos sobre los demás. Ahí no está el Señor. Somos nosotros».
Su venida nos llena de Paz
Aquel que viene es el Emanuel, el Dios con nosotros, que da la paz a los hombres amados por el Señor (cf. Lc 2,14). Afirmó por último y agregó que en este tiempo de Adviento, mientras nos preparamos a recibirlo, puedan nuestras comunidades crecer en su capacidad de acompañar a todos, particularmente a los jóvenes que se encaminan hacia el Bautismo y los demás Sacramentos, La Iglesia es fecunda cunado es alegre, ese afirmó, es el estilo de nuestro anuncio, que lleva la paz del Señor y la luz de la fe a todos.
A pesar de los «graves momentos de dolor entre las naciones: miseria, guerras, corrupción, violencia, no olvidar que la Palabra de Dios nos conforta siempre. Ante las devastaciones que oprimen a los pueblos, la Iglesia anuncia una esperanza segura, que no desencanta, porque el Señor viene a habitar entre nosotros. Por eso, nuestro compromiso por la paz y la justicia encuentra, en su venida, una fuerza inagotable.
“En todo tiempo y en cualquier tribulación, Cristo es la fuente de nuestra alegría. Para llevarla adondequiera, tengámosla siempre en el corazón. Entonces, seremos testigos de la esperanza que no defrauda.”
Pidió que las comunidades crezcan acompañando a todos, pero de una manera más especial los viejos, los ancianos, e insistió que son la sabiduría de un pueblo. No lo olvidemos. Y recordó las distintas situaciones en que muchos ancianos se encunetran en el mundo, olvidados en casa de reposo, en soledad. Por último, alabó que en la isla vio muchos niños, como pudo apreciar en Timor Este. Los niños son la alegría de una sociedad.
¡Gracias me he sentido en casa!
El Papa, al final de la misa, agradeció las palabras del cardenal Bustillo que piden una sociedad que redescubra el gusto por la vida y la esperanza, a todos los que hicieron posible este viaje, los animó a seguir adelante con armonía; en la distinción, que no comporta separación; colaborando siempre por el bien común, afirmó. Que el Evangelio de Jesucristo, dijo, los ayude a tener el corazón abierto al mundo:
“porque las tradiciones de ustedes son una riqueza que hay que proteger y cultivar, pero nunca para que ustedes se aíslen sino, más bien, para el encuentro y el compartir”
PATRICIA YNESTROZA