El nuevo informe de ACNUR, que desentraña las consecuencias del cambio climático en los contextos de conflicto y desplazamiento forzado, afirma que los riesgos climáticos debilitan la posibilidad de los pueblos a reconstruir su vida.
Ciudad del Vaticano, 12 de noviembre 2024.- La Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), hizo público este 12 de noviembre un nuevo informe que atañe a las consecuencias del cambio climático en los contextos de conflicto y desplazamiento forzado.
El informe revela la cruda realidad de los efectos del cambio climático en los desplazamientos forzados, lo cual ocasionó, en los últimos 10 años, la movilización interna de alrededor de 220 millones de personas; en tal sentido, ACNUR asegura que, tras el informe, “para 2040 se espera que el número de países que se enfrentan a amenazas climáticas extremas aumente de 3 a 65”, países que, en su mayoría, acogen a poblaciones desplazadas. En tal sentido, ACNUR asegura en su publicación que tres de cada cuatro desplazados, viven en países con una alta exposición a riesgos y amenazas climáticas.
Del mismo modo, los resultados de la investigación plantean que, con el paso del tiempo, el calor extremo aumentará significativamente, lo cual implicará que “la mayoría de los asentamientos y campos de refugiados experimenten el doble de días de calor peligroso en 2050”; en consecuencia, las poblaciones desplazadas se encuentran “cada vez más, sin vías de escape”, por las afectaciones climáticas de afligen a sus lugares de origen y destino.
Llamado a la acción
“A finales de 2023, más del 70% de los refugiados y solicitantes de asilo procedían de países altamente vulnerables al clima que, además, son los menos preparados para mejorar su resiliencia”, asegura el escrito, sin embargo, expresa que los peores escenarios pueden evitarse “mediante enfoques integrados e inteligentes desde el punto de vista del clima, centrados en la protección y el género, basados derechos humanos”.
Por tanto, la agencia hace un fuerte llamado a la acción en cuatro ámbitos específicos; en primer lugar, invita a proteger a las personas desplazadas “que huyen en el contexto de los efectos del cambio climático y las catástrofes aplicando y adaptando los instrumentos jurídicos existentes”; posteriormente, llama a la inclusión de “las voces y necesidades específicas de las poblaciones desplazadas y las comunidades de acogida en las decisiones sobre financiación y políticas climáticas”.
En tercer lugar, se propone invertir en la creación de “resiliencia climática” en los entornos más vulnerables y afligidos por conflictos de diversa índole y, por último, se llama a la acción en términos de aceleración de los procesos de reducción de las emisiones de carbono “para prevenir los desastres climáticos y evitar y minimizar nuevos desplazamientos”.
Impactos desiguales
“Las poblaciones de entornos frágiles y afectados por conflictos son especialmente vulnerables a los riesgos climáticos”, afirma el informe “Sin Escape: En la primera línea del cambio climático, el conflicto y el desplazamiento forzado”; a este respecto, ACNUR comunica en su escrito que, durante la última evaluación realizada por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, se evidenció cómo la vulnerabilidad climática es mayor en territorios de pobreza y problemáticas relacionadas a la gobernanza y el acceso a los servicios y recursos de primera necesidad.
Así mismo, la publicación establece que, aunque el cambio climático constituye un riesgo prominente para el bienestar y la seguridad de todas las personas, no todos se ven “afectados por igual”; bajo este contexto, se observa la disparidad de las afectaciones climáticas con base en el género de las personas, dado que, “las normas sociales suelen asignar a las mujeres y las niñas tareas como la recolección de alimentos, agua y combustible, responsabilidades que el cambio climático hace más difíciles”, por ello, al depender mayoritariamente de los recursos naturales para subsistir, las consecuencias del cambio climático las afectan desproporcionadamente.
A tal efecto, “esta mayor vulnerabilidad no solo afecta a su seguridad física, sino que también aumenta el riesgo de violencia de género, ya que pueden tener que atravesar zonas inseguras para acceder a agua o leña esenciales”.
Dificultad para recobrar la calidad de vida
De acuerdo al informe, que abarca diversos aspectos del cambio climáticos en la vida de los pueblos desplazados, se asevera que los desastres naturales, como inundaciones e incendios, no sólo obligan a las personas a desarraigarse de sus tierras, sino que, también, debilitan sus posibilidades de reconstruir sus vidas, de forma digna y segura.
“Los medios de subsistencia han sido destruidos, las redes sociales fracturadas y se las actividades económicas desestabilizadas, lo que dificulta que los desplazados recuperen la autosuficiencia”, explica el informe, a la vez en que asevera que la situación de vulnerabilidad, no sólo económica y social, sino también ambiental, repercute en la salud de las personas al propiciar ambientes donde se propagan las enfermedades con más facilidad y empeora la salud mental.
ARIANA PERNÍA PAOLINI