El convento y el hospital de las monjas de la Madre Teresa en la capital haitiana, Puerto Príncipe, fueron objeto de vandalismo e incendiados por un grupo armado. Las religiosas acogían y atendían hasta treinta mil personas al año.
Ciudad del Vaticano, 4 de noviembre 2024.- Hasta la noche del sábado 26 de octubre había sido uno de los últimos lugares respetados de un país, Haití, sumido en la violencia. Esa noche, una banda saqueó el convento y el hospital de las Misioneras de la Caridad, en Puerto Príncipe, la capital, antes de prenderle fuego a todo. Afortunadamente, ninguna monja resultó herida.
A finales de septiembre, la policía había pedido a las monjas que abandonaran la zona y cerraran su casa, ya que los enfrentamientos con las bandas se estaban convirtiendo en un peligro para sus vidas. El 26 de octubre, unos vándalos irrumpieron en la casa, destruyeron parte de las paredes y vaciaron por completo el convento y el hospital. Se llevaron bancos, camas, material médico, todo, y algunos objetos ya se han revendido en el mercado negro de la ciudad.
Impunidad para las bandas
Es la primera vez que las Misioneras de la Caridad sufren un ataque tan directo en el país. Hasta ahora, las bandas también habían respetado su misión vital para la población. Jimmy Chérizier, el jefe indiscutible de la banda que está detrás del ataque, es especialmente peligroso, confía una fuente sobre el terreno.
«Ha perdido toda racionalidad, todo respeto por las hermanas y por el pueblo, porque sabe muy bien que son los más pobres los que se benefician del servicio de las monjas y se han beneficiado de él todos estos años».
Casi treinta mil personas eran atendidas cada año en la casa de las monjas. Durante el verano, la seguridad se deterioró en el barrio de Bas Delmas de Puerto Príncipe, muchas casas fueron incendiadas y la mayoría de los civiles tuvieron que huir. Actualmente, las misioneras están alojadas en la otra comunidad de hermanas de la Madre Teresa en Haití.
Una casa fundada por la Madre Teresa
Nunca antes las misioneras habían tenido que abandonar su casa, que se había convertido en el corazón del barrio. Había sido inaugurada por la propia Madre Teresa en 1979, tras ver cómo dejaban morir a los pacientes en el patio del hospital general de Puerto Príncipe. Desde entonces, miles de haitianos han pasado por las amorosas manos de las hermanas, recibiendo ayuda alimentaria, asistencia, cirugía o atención médica. En un país inmerso en la violencia, este ataque directo contra las hermanas podría comprometer toda su misión en Haití.
MARINE HENRIOT