La tecnología ha cambiado la sociedad y la forma en la que vivimos. Nos ayuda a comunicarnos, a aprender cosas nuevas y, en algunos casos, nos ha facilitado la ejecución de muchas de nuestras tareas diarias.
La educación, por supuesto, también se ha visto afectada por esta revolución tecnológica. Los dispositivos digitales y plataformas están muy presentes en las aulas, algo que ha supuesto un nuevo aprendizaje para los docentes y alumnos.
Actualmente, la tecnología es una herramienta importante para el aprendizaje individualizado, ya que facilita la enseñanza gracias a toda la información y recursos de los que disponemos.
Pero, ¿a qué nos referimos con el aprendizaje individualizado? Pues bien, el aprendizaje individualizado es un método educativo mucho más centrado en el alumno, en sus fortalezas y necesidades. Cada alumno recibe un aprendizaje basado en las necesidades y características de cada niño o niña. En este sentido, la tecnología ha aportado nuevas estrategias de trabajo y nuevos modelos que permiten crear planes de aprendizaje mucho más adaptados a sus exigencias, ritmos y dificultades.
De este modo, la tecnología ha facilitado la adaptación de los métodos de enseñanza a diferentes estilos de aprendizaje (visual, auditivo) utilizando recursos como vídeos, simulaciones, juegos educativos o podcast, lo que fomenta el aprendizaje inclusivo y atractivo para los estudiantes que necesitan distintas formas para asimilar la información. Además, gracias Internet los estudiantes tienen acceso a una gran cantidad de materiales educativos, desde tutoriales en vídeo, hasta bibliotecas digitales. Esto les permite explorar y conocer temas de interés más allá del currículo tradicional, lo que aumenta el autoaprendizaje.
Igualmente, hay que destacar que la tecnología no funciona por sí sola, sino que va acompañada del trabajo de los docentes para potenciar su efectividad. También es importante la dedicación, implicación e interacción que se dedique a los alumnos para generar un ambiente de confianza y promover una dinámica de aprendizaje motivadora. De esta forma, los preparamos a progresar en una sociedad cambiante y evolutiva.
Por otro lado, hay quien opina que la tecnología puede traer algunas consecuencias negativas, por ejemplo, la falta de atención o la dificultad para desarrollar otras habilidades.
Desde nuestra experiencia, la tecnología en la educación puede ser una herramienta bastante favorecedora, siempre y cuando se use adecuadamente. Para ello, se debe optar por la concienciación de su uso responsable, contar con la participación de las familias para impulsar un ambiente saludable y enriquecedor.
En resumen, la unión entre la tecnología y el aprendizaje individualizado ha revolucionado el mundo de la educación, con una enseñanza mucho más personalizada, flexible y accesible. Al adaptarnos al ritmo de aprendizaje de nuestros alumnos, mejoramos la eficacia del proceso educativo y empoderamos a los estudiantes a tomar el control de su propio aprendizaje. Esto genera una educación más integradora y adaptada al mundo actual, el cual está en constante cambio y evolución.
Sin duda, es una herramienta de gran valor en las aulas, pero no puede convertirse en el pilar fundamental. Debe acompañarse de una preparación previa, tanto por parte de los docentes como las familias y los propios alumnos.
IAN PIPER
Principal (Director) de Hastings School