En la habitual sesión informativa de puesta al día en la Oficina de Prensa vaticana, se informó de los debates sobre el «intercambio de dones» y una funcional «articulación entre lo local y lo universal». Intervenciones de los cardenales Aveline, Rueda Aparicio y Mulla y de monseñor Marín De San Martín sobre el entusiasmo de la obra en un mundo todavía «lleno de dramas».
Ciudad del Vaticano, 18 de octubre 2024.- La «descentralización» es «sana» si se inspira en criterios firmes: así, una «Iglesia de Iglesias» encuentra su propia armonía si se funda en ciertos principios capaces de restablecer su funcionamiento eficaz. Entre ellos, el «intercambio de dones», una «articulación funcional entre lo local y lo universal», la «subsidiariedad», la valorización en la unidad de las «Iglesias “sui iuris”». La sesión informativa sobre los trabajos del Sínodo de ayer por la tarde y de esta mañana, 18 de octubre, celebrada en la Oficina de Prensa de la Santa Sede y moderada por la subdirectora Cristiane Murray, fue inaugurada por Paolo Ruffini, prefecto del Dicasterio para la Comunicación y presidente de la Comisión de Información del Sínodo, y continuó con un informe de Sheila Pires, secretaria de la propia Comisión.
Redefinir el concepto de territorio
Los intercambios, sobre todo ayer, en presencia de 332 miembros, se centraron en la tercera parte del Instrumentum laboris, dedicada a los ‘Lugares’. En este contexto, dijo Ruffini, varias intervenciones destacaron «la importancia de las Iglesias particulares, que no perjudican, sino que sirven a la unidad», subrayando que «la particularidad de cada una» no es una amenaza, sino un «don especial».
Un ejemplo de ello son las «Iglesias católicas orientales», cuya tradición debe ser protegida, ya que es «un tesoro de toda la Iglesia católica universal», de la que es, por tanto, «parte integrante e indispensable». Por ello, prosiguió el presidente de la Comisión, muchos señalaron que es necesario «garantizar» no sólo la «supervivencia efectiva», sino el «florecimiento de las Iglesias orientales católicas tanto en sus territorios de origen como en la diáspora». De hecho, algunos intervinieron afirmando que «ha habido en nuestra historia una unidad entendida no como debería ser» y que a veces la Iglesia latina se ha comportado de forma «injusta con las Iglesias orientales “sui iuris”, pensando en su teología como algo secundario». Hoy, en cambio, se reiteró durante el debate, uno de los retos es «redefinir el concepto de territorio», que «no es sólo un lugar físico»: de hecho, «a causa de la diáspora hay Iglesias orientales que viven en territorios donde prevalece el rito latino».
Descentralización entre Roma y la periferia
En cuanto al tema -muy sentido- de la celebración de la Pascua el mismo día por parte de las «Iglesias hermanas», se subrayó que se ha llegado a un acuerdo para que tenga lugar el próximo año; pero la petición de la asamblea, que fue acogida con gran aprecio, de «un mensaje de todo el Sínodo para pedir siempre una fecha común», concluyó Ruffini.
La descentralización entre Roma y la periferia ha sido objeto de muchas reflexiones en los trabajos sinodales de los últimos días, despertando también la curiosidad de los periodistas en las diversas sesiones informativas. Pires explicó que se analizaron los criterios para «definir una sana descentralización», entre ellos «la cercanía y la sacramentalidad, es decir, los sacramentos». También se prestó atención a las «pequeñas comunidades de base como lugar privilegiado de una Iglesia sinodal». Para ellas«, se dijo, “el entorno digital es de gran importancia, porque puede ayudar a mantenerlas unidas sobre el terreno, ”no sólo virtualmente».
A su vez, el entorno digital puede contaminarse fructíferamente con la oración, que es indispensable «para discernir entre lo que es bueno y lo que es malo». Ésta, añadió el secretario de la Comisión, repasando algunas reflexiones de la asamblea, «es fundamental para todos nosotros, para que todos podamos convertirnos en discípulos digitales».
Compartir el camino con los laicos
En varias intervenciones, comentó Pires, instaron a «no tener miedo a la sinodalidad, porque no debilita los diferentes carismas y ministerios, ni la especificidad de los lugares». De hecho, resulta que «las tareas administrativas ahogan el impulso y el entusiasmo misionero, por lo que es necesario pensar de forma creativa». En particular, es necesario «escuchar los gritos de los que sufren, porque la sinodalidad de la Iglesia local» se manifiesta también «en realidades marcadas por el sufrimiento».
Para librar el buen combate de la fe en las sociedades secularizadas, como decía san Pablo, es importante «compartir el camino con los laicos», se recordó a continuación: «una sana descentralización de la Iglesia puede aumentar la dimensión de corresponsabilidad del pueblo de Dios», siempre que sea en la unidad, «en la fidelidad al Magisterio, en la comunión eclesial con el Sucesor de Pedro, en el respeto de las Iglesias locales, en la subsidiariedad y en la sinodalidad».
El Evangelio debe «encarnarse en cada cultura y en cada lugar, viviéndolo, reforzando la dimensión comunitaria de los movimientos y de las nuevas realidades eclesiales». Un discurso muy aplaudido, señaló también Pires, subrayó la llamada de la Iglesia ‘a la unidad en la diversidad’: ella es un ‘organismo vivo que tiene a Cristo como corazón y vive como cuerpo a través de la existencia de las personas’.
Acoger a las mujeres y a los jóvenes
Sobre el diaconado femenino, algunos ponentes señalaron que «la Iglesia no debe ser una “cosa de hombres” y que aunque las mujeres pidan estar presentes en los procesos de decisión, esto no es suficiente».
Sobre los jóvenes, en cambio: si «se dicen espirituales pero no religiosos» esto debe empujarles a «ser pastores también en los ambientes digitales» que frecuentan y habitan chicas y chicos. Para concluir, Ruffini anunció que esta tarde, además del encuentro entre los grupos de trabajo, habrá una reunión de la comisión canónica y otra de la Secam, encargadas de un discernimiento teológico-pastoral sobre la poligamia.
La próxima semana, recordó, será decisiva para discutir el borrador del documento final: por ello, como «ha afirmado esta mañana el cardenal Mario Grech», habrá que vivirla en un clima de recogimiento y de gran oración. «Precisamente por este motivo», dijo el Prefecto del Dicasterio, la jornada del lunes comenzará a las 8.30 con la Misa votiva al Espíritu Santo, celebrada en el altar de la Cátedra de la Basílica Vaticana.
Sufrimientos y esperanzas de América Latina
A continuación fue el turno del cardenal colombiano Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá, quien expuso la experiencia de fe en su país y en toda América Latina, un «continente joven» con «sufrimientos y esperanzas». La Iglesia local busca una «espiritualidad cada vez más cercana a los pobres». Una plaga agravada no sólo por el fenómeno migratorio hacia el norte del continente americano, sino también por cuestiones relacionadas con el narcotráfico. La Iglesia, en un contexto tan difícil, «ha sabido unirse y encontrar caminos para acercarse a la realidad, tratando de verla con los ojos de la fe y de la esperanza». El resultado, en la visión del Arzobispo de Bogotá, es una concreta ‘presencia del Reino’ que pretende expandirse, para lograr una ‘evangelización integral’ que conforme a todo el continente.
Las plagas de Sudán del Sur
A continuación, el cardenal sudanés Stephen Ameyu Martin Mulla, arzobispo de Juba, abordó las dificultades a las que se enfrentan su país y el «vecino» Sudán. Un pueblo «pobre» que ha luchado en guerras en busca de la libertad y que hoy se encuentra, sin embargo, todavía lejos de la paz y presa de numerosas «cuestiones sin resolver».
La guerra en Sudán va de la mano de las dificultades del país natal del cardenal Mulla, que, a pesar de un proceso de independencia que se creía que «resolvería todos los problemas», se encuentra con aún más. Los acuerdos de paz firmados en Sudán del Sur aún no se han aplicado plenamente; una cuestión que una delegación de alto nivel había planteado al Papa Francisco en el histórico encuentro de 2018. La situación, sin embargo, no ha cambiado en los últimos años, ni siquiera tras el viaje del Pontífice al país africano. «Por esta razón», dijo el arzobispo de Juba, »pensamos que el Sínodo puede ayudarnos a tener un diálogo para resolver los problemas sociales y políticos que estamos viviendo.» Otra de las plagas que afligen a la nación, recordó Mulla, se refiere al calentamiento global.
A este respecto, se citó la ciudad de Bentiu, ahora completamente anegada por las inundaciones que han azotado Sudán del Sur. En medio del sufrimiento, sin embargo, la Iglesia local está creciendo, con una nueva diócesis establecida el pasado mes de julio. En un mundo cada vez más interconectado, según el arzobispo de Juba, «nadie está a salvo», y «ocuparse» de ciertas situaciones es una cuestión, y una necesidad internacional.
El entusiasmo del Sínodo
Por último, tomó la palabra monseñor Luis Marín De San Martín, subsecretario de la Secretaría General del Sínodo y miembro de la Comisión para la Información, quien, tras señalar los desafíos a los que se enfrenta el mundo, a la luz de las intervenciones que precedieron a la suya, explicó cómo el Sínodo «responde» a estas cuestiones, alimentando una Iglesia abierta, con un lenguaje comprensible, capaz de tratar temas relevantes e interesantes.
«Llevar la respuesta de Cristo a los dramas de hoy» es el concepto que subyace en el mensaje del prelado, que identifica cuatro pilares fundamentales sobre los que debe apoyarse la Iglesia: su ser cristocéntrica, fraterna, inclusiva («y se equivocan -añadió el obispo- los que ven» dentro de la Asamblea del Sínodo «luchas de poder. Esto no existe») y, por último, dinámico. Ojalá pudiéramos compartir nuestro entusiasmo en un mundo lleno de drama».
Por otra parte, los diálogos en el seno del Sínodo discurrieron entre ciertas dicotomías: sinodalidad y escucha de los signos de los tiempos, unidad y variedad, centro y periferias. La invitación final del Subsecretario fue a no dejarse desanimar por el «pesimismo que a veces se apodera de nosotros».
Exigir respuestas inmediatas
Durante la conferencia, se reservó el habitual espacio para las preguntas de los periodistas. En cuanto a la concreción del concepto de «unidad en la diversidad», el cardenal Rueda Aparicio señaló cómo ya se aprecia en un «estilo del Sínodo» diferente e innovador, donde las madres sinodales representan el índice más visible de «novedad y desarrollo».
Sobre el punto de dar respuestas a quienes exigen inmediatez al Sínodo, Monseñor Marín De San Martín hizo un paralelismo con la propia fe cristiana: «es una experiencia de Cristo. Si no la vivimos, nunca podremos» vivirla plenamente. Sin embargo, y aquí radica en la visión del prelado agustino el «clic», el «cambio», es necesario que todo el proceso sinodal no se quede en lo abstracto sino que, por el contrario, «caiga en la realidad». En este sentido, las parroquias siguen siendo importantes y centrales: «las primeras comunidades».
Documento final y poligamia
También se preguntó a los participantes en la rueda de prensa sobre las discusiones en torno al papel y la autoridad de los obispos. «Se ha hablado mucho de ello», admitió el cardenal colombiano, recordando el pensamiento de San Juan XXIII de que el depósito de la fe sigue siendo “siempre el mismo”. Sin embargo, aclaró el arzobispo de Bogotá, «debe adaptarse a cada situación». A continuación, el cardenal volvió a referirse a las dificultades encontradas en su país, entre ellas una «polarización tóxica», capaz de convertir a las comunidades en «enemigas» unas de otras.
Después, el cardenal Aveline dio algunas pinceladas sobre la redacción del Documento Final del Sínodo. Su «comisión de síntesis» tiene, por ejemplo, «el objetivo de verificar que lo que se propone como texto a votar no se aleje demasiado de las opiniones expresadas durante estas semanas de trabajo». Por último, en relación con el tema de la poligamia, un periodista se refirió a la visita de hoy del rey de eSwatini «con una de sus esposas» al Papa Francisco: el cardenal Mulla recordó cómo, al igual que otras fuentes de debate, concierne principalmente a África, pero debe abordarse de manera «holística».
ROBERTO PAGLIALONGA y EDOARDO GIRIBALDI