El Santo Padre presidió una oración ecuménica junto a los Padres Sinodales en la Plaza de los Protomártires Romanos, en la Ciudad del Vaticano, conmemorando el 62º aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II, que marcó el ingreso oficial de la Iglesia católica en el movimiento ecuménico. Representantes de diversas confesiones cristianas se unieron a la plegaria del Pontífice.
Ciudad del Vaticano, 11 de octubre 2024.- En la Plaza de los Protomártires Romanos de la Ciudad del Vaticano, donde según la tradición tuvo lugar el martirio del Apóstol Pedro, el Papa Francisco presidió una oración ecuménica el viernes 11 de octubre por la tarde en presencia de los delegados fraternos del Sínodo y de varios otros representantes de las Iglesias cristianas.
En su homilía, entregada a los participantes, el Papa Francisco instó a los cristianos de todo el mundo a dar testimonio de su unidad centrándose en su «misión común». En combinación con esta celebración en el Vaticano, se organizaron oraciones locales en 80 lugares diferentes de todos los continentes.
La vigilia de oración, organizada por la Comunidad de Taizé, es la continuación de la vigilia «Together», efectuada el 30 de septiembre de 2023, en vísperas de la apertura de la primera sesión del Sínodo sobre la sinodalidad.
Este año, se ha elegido la fecha simbólica del 11 de octubre para conmemorar el aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II, que tuvo lugar el 11 de octubre de 1962. «Queremos dar gracias en particular por todos los frutos ecuménicos que han surgido del impulso del Concilio», dijo el cardenal Kurt Koch, Prefecto del Dicasterio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, en su breve discurso introductorio, recordando el 60 aniversario de la publicación del decreto sobre el ecumenismo Unitatis Redintegratio y de la Constitución dogmática sobre la Iglesia Lumen Gentium.
Extractos de los dos documentos conciliares fueron leídos por todos los responsables eclesiásticos presentes, entre ellos el metropolita ortodoxo Job, el obispo anglicano Warner, el archimandrita Katsynas de la Iglesia ortodoxa griega y la reverenda franco-suiza Anne-Cathy Graber, pastora del Congreso Mundial Menonita.
Ecumenismo y sinodalidad
«Los cristianos mientras más cerca estén de Cristo, tanto más cerca están entre sí», escribió el Papa Francisco en su homilía, retomando las palabras del decreto sobre el ecumenismo Unitatis Redintegratio del 21 de noviembre de 1964.
El Santo Padre recordó a continuación el vínculo entre ecumenismo y sinodalidad, uno acompañando al otro en un proceso en el que «no se trata de construir algo sino de acoger y hacer producir el don que ya hemos recibido». Según Francisco, la experiencia sinodal hasta la fecha permite comprender este «don de la unidad» desde varios ángulos.
El don de la unidad, un «don imprevisible»
En primer lugar, el Obispo de Roma subrayó el carácter imprevisible de este don: «El verdadero protagonista es el Espíritu Santo, no nosotros; es Él quien nos lleva hacia una comunión mayor». Por tanto, «es un don cuyos procesos y modos no podemos predecir; debempos recibirlo ‘sin que se pongan obstáculos a los caminos de la Providencia y sin prejuicios contra los impulsos que puedan venir del Espíritu Santo», como dice el Decreto conciliar.
La unidad es un camino armonioso
En el texto, Francisco estableció que, a imagen del proceso sinodal, «la unidad es un camino». Es decir, «madura con el movimiento, caminando» y crece en el servicio mutuo, en el diálogo de la vida y en la colaboración de todos los cristianos.
“La unión entre los cristianos crece y madura en la común peregrinación “al ritmo de Dios”, como los peregrinos de Emaús acompañados por Jesús resucitado.”
Tengamos confianza en el Espíritu Santo que nos impulsa hacia la unidad
El Santo Padre escribió que «el Sínodo nos está ayudando a redescubrir la belleza de la Iglesia en la variedad de sus rostros». Asimismo, reiteró, como ha sostenido en otras oportunidades durante su Pontificado, que la unidad no es uniformidad ni fruto de compromisos o de equilibrismos.
“Nosotros tenemos necesidad de recorrer el sendero de la unidad en virtud de nuestro amor a Cristo y a todas las personas que estamos llamados a servir. A lo largo de este camino, ¡nunca nos dejemos paralizar por las dificultades! Tengamos confianza en el Espíritu Santo que nos impulsa hacia la unidad en una armonía de diversidad multicolor.”
La unidad es para la misión
En la última parte de su meditación, Francisco planteó que «la unidad de los cristianos es necesaria para su testimonio». A su vez, manifestó que «el movimiento ecuménico nació del deseo de dar testimonio juntos, con los demás y no alejados unos de otros, o peor aún, unos contra otros».
En alusión al sitio en el que se realizó la oración ecuménica, el Sucesor de Pedro sugirió: «En este lugar, los protomártires nos recuerdan que hoy, en muchas partes del mundo, cristianos de diferentes tradiciones dan su vida juntos por la fe en Jesucristo, viviendo el ecumenismo de la sangre. Su testimonio es más fuerte que cualquier palabra, porque la unidad proviene de la Cruz del Señor».
Centrémonos en la base común de nuestro común bautismo
El Pontífice retomó el sentido de la vigilia penitencial, que tuvo lugar el martes 1 de octubre, subrayando que también en esta oración ecuménica se manifestó la «vergüenza por el escándalo de la división de los cristianos, por el escándalo de no dar, unidos, testimonio del Señor Jesús». En este sentido, consideró al Sínodo como «una oportunidad para mejorar, superando los muros que aún existen entre nosotros».
“Centrémonos en la base común de nuestro común bautismo, que nos impulsa a ser discípulos misioneros de Cristo, con una misión común. El mundo necesita un testimonio común, el mundo necesita que seamos fieles a nuestra misión común.”
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