En la sesión informativa de hoy, 9 de octubre, sobre los trabajos de la asamblea en torno a la sinodalidad, Paolo Ruffini relató la intervención de una madre preocupada porque en el salón de actos «no se habla lo suficiente de la iniciación cristiana de los más jóvenes».
Ciudad del Vaticanbo, 9 de octubre 2024.- El testimonio más aplaudido en el Aula Pablo VI, entre las mesas de los participantes en el Sínodo sobre la Sinodalidad, fue el de una madre, muy preocupada porque no se habla lo suficiente de la iniciación cristiana de los más pequeños, hasta el punto de pedir palabras de ayuda para educarlos en la fe cristiana. Las mujeres siguen ocupando un lugar destacado en el trabajo, y también hubo una petición para que participen más en funciones diplomáticas en contextos de guerra. Así lo informó hoy en la rueda de prensa celebrada en la Sala de Prensa vaticana Paolo Ruffini, prefecto del Dicasterio para la Comunicación y presidente de la Comisión para la Información Sinodal. Con Sheila Pires, secretaria de la misma Comisión, dio cuenta de los trabajos de la quinta y sexta congregación general, celebradas ayer por la tarde y esta mañana, con 343 presentes en el Aula, mientras el Papa Francisco se encontraba en la Plaza de San Pedro para la audiencia general.
El papel indispensable de los laicos en la Iglesia
Las intervenciones, señalaron, estuvieron «todas centradas en el tema del discernimiento eclesial, de ahí los temas y criterios, los distintos niveles de responsabilidad, el papel de los ministros ordenados». Sobre este tema, señaló Pires, hubo 35 intervenciones libres ayer por la tarde y 21 esta mañana. El papel de los laicos, su colaboración con los obispos y sacerdotes, su participación en los procesos de toma de decisiones, fue uno de los temas que más surgió en las distintas intervenciones públicas. «Se hizo hincapié en la importancia de fomentar la colaboración entre sacerdotes y laicos», aclaró Pires, “y en la necesidad de una mayor participación de los laicos -hombres y mujeres- en funciones de liderazgo”. En particular, se reconoció que «la presencia de los laicos es indispensable, colaboran por el bien de la Iglesia». Además, se propuso consultar al Pueblo de Dios sobre la idoneidad de los candidatos al sacerdocio y al episcopado: «El obispo decide, pero en una Iglesia sinodal es el Pueblo de Dios quien debe sentirse responsable en la elección» y conocer también «las exigencias del perfil humano y espiritual que deben tener los candidatos».
La mujer y el ministerio de la escucha
Otra propuesta -continuó el secretario de la Comisión de Información- se refería a la importancia de profundizar la reflexión sobre el papel de los laicos en la pastoral parroquial, porque muchos sacerdotes no tienen vocación de párrocos, mientras que muchos laicos que llevan una vida matrimonial y familiar serena pueden desempeñar funciones en las comunidades. En cuanto a las mujeres, dijo Pires, se propuso «evitar cualquier tipo de discriminación sexual en el acolitado, reconocer más» su «contribución también en los procesos de toma de decisiones» y «pensar en la escucha como un ministerio predominantemente femenino, complementario al del párroco, diácono, catequista». Las mujeres saben escuchar, escuchan de otra manera», se dijo en la Cámara, “y podrían hacerlo como un servicio, totalmente distinto de la confesión”. También se propuso «implicar más a las mujeres en la diplomacia en un mundo dividido y en guerra».
Confiar a los jóvenes una pastoral juvenil digital
A continuación, Ruffini señaló que los participantes en el Sínodo habían indicado «la necesidad de conectar con las nuevas generaciones a través de la pastoral digital». A continuación, se puso el ejemplo de los numerosos jóvenes de África que «van a la Iglesia, tienen talento, energía y fe» y que, por tanto, «deben formar parte del discernimiento de la Iglesia». Y se propuso confiar la pastoral juvenil precisamente a los jóvenes: en definitiva, «jóvenes-juventud, no adultos haciendo de jóvenes», se dijo, «para estar en diálogo con los coetáneos atrapados en ideologías “new age” o nihilistas». En una intervención se habló de «la dramática situación», dijo Ruffini, «que viven tantos niños en el mundo: niños obligados a casarse cuando son jóvenes por motivos familiares; niñas obligadas a prostituirse; menores víctimas de la trata de seres humanos». Y también se habló de «seminaristas que proceden de familias no cristianas, o que se ven obligados a acceder al sacerdocio por honor, de personas que tienen que asumir su homosexualidad».
Madre: fomentar la corresponsabilidad de los padres
El Prefecto del Dicasterio para la Comunicación señaló que «se han recordado las palabras del Papa: el Sínodo no pretende producir documentos, sino inspirar la acción. Por eso se ha reiterado que «no bastará con escuchar las voces cristianas y parroquiales, sino también las voces valientes de fuera, para crear espacios seguros para que la gente se manifieste». Luego recordó el testimonio de la madre que preguntó «¿qué dice la asamblea sobre el papel de los padres, de los abuelos, de los padrinos cristianos para contribuir a la sinodalidad sobre la escucha y el discernimiento desde la infancia? Hay que educar a los niños para que cuando crezcan vayan hacia Cristo». El documento final, por tanto, pidió, debe «fomentar el papel corresponsable de los padres».
Acompañamiento de las víctimas de abusos
A continuación se hizo referencia a ‘la necesidad de acompañar a las víctimas de abusos dentro de la Iglesia. Se subrayó que la Iglesia debe acercarse a los vulnerables y que el poder debe ser un servicio y nunca clericalismo». Asimismo, informó el prefecto, «se pidió dar mayor centralidad a los pobres, también en la formación del clero». En particular, ‘los pobres están más cerca del corazón de Dios, tienen autoridad’, dijo, ‘y nosotros los vemos como objetos de ministerio y misión, pero nunca como ministros’. En la sala, prosiguió Ruffini, «se habló de los sacerdotes, en particular de su soledad, debida también a una sobrecarga de tareas». En este sentido, se subrayó que un cierto alejamiento de los sacerdotes de la sinodalidad deriva del hecho de que muchos de ellos tienen pesadas cargas, gestionan varias comunidades y tienen un fuerte peso administrativo’. El Sínodo debería conseguir reavivar su vocación. «Se propuso, pues, dotar a cada parroquia de consejos económicos y eventualmente también de estructuras que impliquen a varias parroquias para ayudar a los párrocos en su servicio».
Pensemos en jugar el partido, no en entrenar
También fue fuerte «la invitación al diálogo, entre las Iglesias y dentro de la Iglesia». Y, según Ruffini, «habló el obispo chino Joseph Yang, que trajo sus saludos, alabando el beneficio aportado por el Acuerdo de 2018 entre la Santa Sede y China». Por último, un orador sugirió que la asamblea se centrara más en la realidad, incluso en la redacción del Documento Final. Utilizando una metáfora futbolística, concluyó Ruffini, se dijo que parece que la Iglesia en lugar de jugar el partido se centra en entrenar.
El comunicado del Grupo de estudio sobre la mujer en la Iglesia
Por último, Ruffini informó que al final el Cardenal Secretario General Mario Grech había leído un comunicado del Cardenal Víctor Manuel Fernández, Prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, en el que se precisaba que el tema del Grupo de Estudio n. 5 -sobre «Algunas cuestiones teológicas y canonísticas en torno a las formas ministeriales específicas (RdS 8 y 9)», en particular la participación de las mujeres en la vida y en la dirección de la Iglesia- ya había sido confiado a dicho Dicasterio antes de la solicitud del Sínodo. Por lo tanto, los trabajos deben seguir los procedimientos propios del Dicasterio establecidos en su reglamento, con vistas a la publicación de un Documento especial. Tras escuchar a los obispos y cardenales, se encuentra ahora en fase de consulta: ya se ha consultado a los consultores, que han servido de base para el documento. La consulta se dirige también a las mujeres que no son consultoras. Todos los miembros, teólogos y teólogas del Sínodo pueden enviar opiniones y ayudas en los próximos meses. El día 18 dos teólogas están dispuestas a recibir propuestas sobre el tema por escrito u oralmente.
Las intervenciones de los tres invitados
El papel de los diáconos permanentes en la Iglesia y su participación en el Sínodo, la iniciación cristiana y el abandono de las comunidades por parte de los adolescentes y la espiritualidad sinodal que conduce a una «purificación» de las relaciones humanas en la Iglesia y con la sociedad, pero también una petición de ayuda a la Iglesia de Mozambique, fueron los temas abordados por los tres invitados en la Oficina de Prensa del Vaticano, representantes de tres continentes, África, América y Europa. El más preguntado por los periodistas, tras su intervención inicial, fue el diácono Geert De Cubber, testigo del proceso sinodal, teólogo, antiguo periodista, diácono permanente de la diócesis de Gante (Bélgica) y delegado episcopal para la catequesis y la pastoral juvenil y familiar. Es el único miembro de la asamblea de diáconos permanentes, casado, con hijos de la Iglesia latina, aunque de las Iglesias católicas orientales hay también uno de la Iglesia siríaca y un melquita, que pronto será ordenado sacerdote.
De Cubber: una reunión postsinodal también para diáconos
De Cubber repitió lo que había dicho en el aula del Sínodo: el diácono es un «constructor de puentes» en la familia («y yo», confió, «hice un “pre-sínodo” con mi mujer y mis tres hijos, para poder estar aquí»), con otras familias, en la comunidad y también con la sociedad exterior, «y esto puede ser realmente útil en una sociedad secularizada» como Bélgica, que el Papa visitó a finales de septiembre después de Luxemburgo. La tarea del diácono, añadió, es salir e «ir donde la Iglesia no va, a los que no tienen voz y están marginados por la propia Iglesia y por la sociedad, y traerlos de vuelta a la Iglesia». En una Iglesia en la que los practicantes suelen estar cansados y envejecidos, y en la que «si no caminamos de forma sinodal, la Iglesia no sobrevivirá», el diácono belga trató de llevar la sinodalidad entre los jóvenes, uniendo en el empeño a las pastorales juveniles de todas las diócesis de habla flamenca. «Mientras tanto hemos cambiado de nombre, ahora somos ‘Kammino’, con la ‘k’ que indica que somos católicos, en nuestro idioma». A pregunta de un periodista, admitió que los diáconos podrían haber estado mejor representados en el Sínodo, y que sabe que los diáconos de Estados Unidos, «donde el ministerio es muy fuerte», no están «muy contentos de que seamos tan pocos». Por ello, propuso celebrar en el futuro una reunión postsinodal de diáconos, como se ha hecho este año con los párrocos. Ser diácono», concluyó De Cubber, »no es para mí en absoluto una preparación al sacerdocio, no tengo esta vocación. El nuestro es un ministerio exclusivamente de servicio».
Chile y la riqueza del diaconado permanente
Consultado sobre el tema, el Arzobispo de Puerto Montt (Chile), Monseñor Luis Fernando Ramos Pérez, destacó que en su país, después del Concilio Vaticano II, se ordenaron muchos diáconos permanentes, hoy «son más que sacerdotes y religiosos», y su aporte «es extraordinario y apreciado, administran parroquias con el párroco». Pero no son «sacerdotes en miniatura». Por su parte, monseñor Inácio Saure, arzobispo de Nampula, presidente de la Conferencia Episcopal de Mozambique y miembro de los Misioneros de la Consolata, explicó que en su Iglesia no hay diáconos por el momento, «porque estamos muy comprometidos con la formación de los sacerdotes», aunque en el futuro, si se presenta la oportunidad, seguramente serán ordenados. También se preparan las comunidades parroquiales, que «cuando llega un diácono temporal, enseguida nos preguntan: “¿Por qué no celebra?”».
Mozambique sigue necesitando ayuda
El arzobispo africano, respondiendo a una pregunta, pidió al Sínodo que diera a conocer la dramática situación de su país, devastado por la guerra que comenzó en 2017 (ahora suspendida) con 5.000 muertos y un millón de desplazados. Aunque en el pasado llegó mucha ayuda, «la gente hoy sufre mucho y está abandonada a sí misma. Por eso se puede hacer más», en un intercambio de donaciones materiales “entre las Iglesias que tienen mucho y las que están en la miseria”. En su intervención, monseñor Saure abordó la importancia de la iniciación cristiana como encuentro personal con Cristo, señalando que «incluso en nuestro país, los jóvenes que han terminado la iniciación se alejan de la Iglesia», por lo que habría que cuidarla más. Explicó que en los últimos seis años, al ocuparse de la pastoral juvenil, ha intentado hacerlo «con los jóvenes, para los jóvenes y por los jóvenes» y que la canonización, durante el Sínodo del próximo 20 de octubre, del fundador de las Misioneras de la Consolata, el beato Allamano, que dijo «primero santos y luego misioneros», podría suponer también un estímulo.
Pérez: purificar las relaciones en la Iglesia y con la sociedad
Mons. Ramos Pérez habló de una espiritualidad sinodal que transforme las estructuras de la Iglesia, informando de que en el Sínodo se ha hablado de «una espiritualidad personal que impulse la conversión pastoral individual y comunitaria». Por último, llegar a una «purificación» de las relaciones humanas en la Iglesia y con la sociedad, porque hoy algunas relaciones hacen crecer y otras «pueden destruir». El camino es vivir la caridad tomando ejemplo de Cristo. Y concluyó subrayando que quienes tienen responsabilidad en la Iglesia deben ejercerla con «criterios de sinodalidad, tomando decisiones» consultando a las bases. En esto «es necesario un discernimiento sinodal, que implique también a los laicos y laicas, no sólo a los ministros ordenados».
ALESSANDRO DI BUSSOLO y GIAMPAOLO MATTEI