El Papa Francisco participó en la II Congregación General de la segunda sesión de la Asamblea Sinodal, en la que se desarrollaron intervenciones libres sobre temas como los ministerios, la liturgia, el diálogo con las culturas y las religiones.
Ciudad del Vaticano, 4 de octubre 2024.- Con una felicitación por su onomástico al Papa y a todos los que llevan los nombres de Francisco y Francisca, esta mañana, 4 de octubre, fiesta de San Francisco de Asís, ha comenzado la II Congregación General de la Asamblea del Sínodo sobre la Sinodalidad. Estaban presentes en el Aula 351 miembros que escucharon los informes de las Cinco Mesas en varios idiomas, de los que surgieron preguntas en común sobre el concepto mismo de sinodalidad, «no como técnica sino como estilo», y sobre cuestiones como el papel de la mujer, la presencia de los laicos, la escucha «activa» de «las personas que no se conforman a los dictados de la Iglesia».
La misma Iglesia que «en un mundo de huérfanos» puede representar «la familia de los que no tienen familia», dijeron los ponentes de los Grupos, según informaron en la conferencia diaria en la Sala de Prensa vaticana el Prefecto del Dicasterio para la Comunicación, Paolo Ruffini, y Sheila Pires, respectivamente presidente y secretaria de la Comisión para la Información.
No todos los carismas tienen que ser ministerios
En particular, informaron, esta mañana, en el Aula Pablo VI, «se recordó varias veces la imagen de la Iglesia como Cuerpo de Cristo, que reúne, por tanto, muchos miembros, es decir, muchos ministerios y carismas, pero en un único cuerpo». Y en este sentido, se analizó el tema del papel de la mujer y de los laicos. «Las distinciones son necesarias», se dijo, “todos los carismas son importantes, pero no todos tienen que ser necesariamente ministerios”.
Papel y contribución de las mujeres
A algunos grupos, informaron los ponentes, se les pidió que reflexionaran, sin «planteamientos ideológicos y prejuiciosos», sobre si ciertas cuestiones «se plantean por modas e ideologías o por un verdadero discernimiento eclesial». En este mismo marco, se reiteró que «la dignidad de la mujer se confiere a todo creyente en el Bautismo», mientras que sobre las órdenes sagradas femeninas, se pidió «profundizar en el estudio de ciertos ministerios, como el “ministerio de la consolación”» y «no perder de vista la aportación de las mujeres en el pasado y en el presente».
Los miembros del Sínodo reclamaron con insistencia una «igual dignidad y corresponsabilidad de todos los bautizados para la Iglesia». Sobre esta base se puede razonar la «inclusión de las mujeres, los laicos y los jóvenes en los procesos de toma de decisiones de la vida de la Iglesia». Y siempre sobre la relación hombre-mujer, algunos grupos instan a «identificar los miedos y temores que hay detrás de ciertas posturas, porque estos miedos en la Iglesia han llevado a actitudes de ignorancia y desprecio hacia las mujeres». Por tanto, «identificar para sanar para discernir».
Laicos, lenguaje, rostro de los pobres
Algunas Mesas Lingüísticas han señalado que, en algunos puntos del Instrumentum Laboris, los laicos sólo se mencionan unas pocas veces, al igual que la familia «Iglesia doméstica». También es necesario profundizar en la relación entre las Iglesias locales y las culturas, ya que cada Iglesia local se «forja» en una cultura sin dejar de ser ella misma. En esta línea, también se mencionó la cuestión del lenguaje, pidiendo que sea «sencillo» y que se cambien «algunas formulaciones que son fruto de una perspectiva eurocéntrica y occidental». Finalmente, como último punto, la doble invitación a «partir de experiencias y realidades pastorales porque la vida es más importante que la teoría» y a «mirar el rostro de los pobres lacerados por las guerras, la violencia, los abusos». «Su presencia sutil y delicada, sus exigencias, su modo de vida pueden llevarnos a despojarnos de lo que nos esclaviza y aliena».
Más de 30 intervenciones libres
Tras las cinco intervenciones, en la congregación general -explicó Ruffini- se dio voz a las intervenciones libres. Treinta y seis en total, que abarcaron desde la importancia de los laicos, porque «el futuro de la Iglesia y la Iglesia del futuro» dependerá de su «vitalidad» (lo que, se reiteró, «no disminuye, por supuesto, la indispensabilidad del sacerdocio»), hasta la cuestión de las mujeres, con una intervención en la que se describió como «una laguna» el hecho de que «las mujeres sean vistas sólo como consoladoras y no como alguien que puede predicar o el hecho de que no puedan ser la cabeza de una organización». En la misma línea, retomando el ejemplo de las misioneras, también laicas, que se ocupan de comunidades enteras en todo el mundo, se repitió en la asamblea «que hay mujeres que sienten la llamada de Dios y piden ser ordenadas». Y se pidió que «haya participación femenina en el Grupo de Estudio sobre Ministerios y Carismas y que el resultado del trabajo de este Grupo pueda ser discutido en un espacio sinodal para asesorar y hacer discernimiento».
Diálogo y escucha
En los discursos libres se reiteró la importancia de «desarrollar una espiritualidad sinodal de escucha activa, de cercanía, de apoyo sin prejuicios, incluso a los que son diferentes, a los que no nos hacen sentir cómodos». «Uno no escucha a los demás para ver si son suficientemente inteligentes o están de acuerdo conmigo, sino si los que hablan tienen elementos de los que yo puedo aprender», dijeron los padres y madres sinodales, algunos de los cuales pidieron más diálogo con las culturas, las filosofías, las religiones. «Debemos respetar y reconocer al otro, porque esto une al pueblo de Dios». Siguiendo con el tema de la escucha, en la línea del lema «Ensanchemos el espacio de la tienda», se pidió «escuchar más profundamente a quienes se encuentran en condiciones de pobreza y sufrimiento y a las personas que se sienten excluidas de la sociedad y de la Iglesia». De ahí los divorciados, los marginados, la comunidad Lgbtq+.
Ampliar el espacio de la liturgia
También hubo un guiño al clericalismo, con el énfasis puesto en que «en la Iglesia no hay ni amo ni súbditos. Sólo hay un amo y todos somos hermanos». «Interesante», señaló Ruffini, fue también la referencia al tema “repetido y aplaudido” de la liturgia que puede convertirse en “espejo de la sinodalidad”. «El ministro preside pero no es el único celebrante», se dijo. Una de las propuestas fue que «en la próxima liturgia común de los miembros del Sínodo, el espacio de la carpa podría “ampliarse”».
Intervenciones de los relatores
Cuatro invitados tomaron la palabra en la mesa de oradores: El Cardenal Cristóbal López Romero, Arzobispo de Rabat (Marruecos) y Presidente de Cerna (Conferencia Episcopal Regional del Norte de África); Monseñor Antony Randazzo, Presidente de la Federación de Conferencias Episcopales Católicas de Oceanía (Fcbco) y el Obispo de Nanterre (Francia), Matthieu Rougé, y la «monja twitera» Xiskya Lucia Valladares Paguaga, de Nicaragua, experta en redes sociales y evangelización digital.
Experiencia en diócesis, países y continentes
Los cuatro ponentes relataron la experiencia de la sinodalidad desde sus propios ámbitos: parroquias, diócesis, naciones, continentes. En primer lugar, el cardenal Lopéz Romero relató la experiencia en África de «una sola monja que creó un movimiento de intercambio, de reflexión, sobre la sinodalidad» y que «ella sola hizo más que muchas Conferencias Episcopales», y después los diversos encuentros sinodales en Marruecos que permitieron a los propios cristianos «descubrir quiénes somos, pocos en número pero pertenecientes a más de 100 países: una riqueza extraordinaria pero también algunas dificultades para vivir la comunión».
Monseñor Rougé también habló de las «prácticas sinodales» en Nanterre, quien, sin embargo, quiso centrarse más en el gran Sínodo del Vaticano: «Estamos muy contentos de volver a encontrarnos, esto está ligado a la intensidad con la que vivimos la primera sesión. Todos llegamos con dudas y temores, luego con el método de la conversación del Espíritu tuvimos una profunda experiencia espiritual que intentamos compartir en nuestras diócesis». Útiles fueron las palabras del Papa: «El Sínodo no es un Parlamento». «El año pasado lo dijo dos veces, este año sólo una porque pensó que lo habíamos entendido», sonrió el obispo.
La fragilidad de los países de Oceanía
Desde el centro de Europa, monseñor Randazzo desplazó su mirada hacia las grandes tierras de Oceanía, «una enorme área del planeta» pero «frágil», considerando zonas como Papúa Nueva Guinea, recientemente visitada por el Papa, las Islas Salomón, los diversos archipiélagos del Pacífico que a veces sufren una sensación de abandono. Fue una «gran alegría», de hecho, dijo Randazzo, «ver la felicidad en los rostros de la gente» a la llegada de Francisco a Port Moresby, «al darse cuenta de que el Papa había encontrado el tiempo para venir aquí desde Roma y cruzar el mundo entero para llegar a una de las zonas más frágiles de la tierra, pero tan rica en recursos naturales». A este respecto, el obispo denunció una cierta «codicia» por parte de las naciones desarrolladas que vienen y exigen acuerdos y compromisos con las naciones pobres y, por tanto, vulnerables, para obtener metales, recursos preciosos, árboles. Así se destruyen los recursos naturales, se quejó, y comunidades enteras sufren. Basta pensar en los emigrantes en los mares de Oceanía que se dirigen a países más estables «porque tienen que abandonar sus hogares a causa de la subida del nivel del mar, a causa del hundimiento de las islas». «No debemos olvidar a los pueblos de Oceanía en el camino sinodal», insistió monseñor Randazzo. Para ellos, «el concepto de sinodalidad no es algo extraño, sino por el contrario algo que conocen y aplican desde hace miles de años: reunirse y escucharse con respeto». Hablan de océanos, bosques, pesca, pero también de fe. Por desgracia, sin embargo, a veces prevalecen las cuestiones establecidas por «gente rica que decide lo que es importante» o «cuestiones de nicho».
No a los modelos corporativos en la Iglesia
Entre ellos, el presidente de la Fcbco -apremiado por los periodistas- señaló la deriva de la Iglesia por seguir modelos corporativos. ‘No estoy muy contento cuando oigo a la gente hablar de trabajo en red… Es un lenguaje de hombres de negocios. Nuestro lenguaje es la comunión, estar juntos. Intentamos ser tan sofisticados que corremos el riesgo de excluir a la gente».
El «verdadero escándalo» es la exclusión de las mujeres
Incluso en el tema de la ordenación de mujeres, «que lleva años en marcha», subrayó Randazzo, «es una pequeña minoría con voz occidental la que se fija en este punto». El verdadero «escándalo» es que «las mujeres son tan a menudo ignoradas en la Iglesia» o, peor aún, «son puestas al margen, víctimas de violencia, incluso doméstica, excluidas de los ambientes de trabajo»: «¡Es un escándalo contra el Evangelio!
La importancia de la misión digital
Sobre el tema de las mujeres, la hermana Xiskya puso el acento en la urgencia de trabajar en la misión digital, que está cambiando al igual que la misión «física» en la era de las nuevas tecnologías y la Inteligencia Artificial. «El 65% de la población mundial frecuenta las calles digitales», dijo, «la pobreza física también se encuentra en la digital». Desde el inicio del Sínodo, explicó la religiosa, se están creando oficinas en las Conferencias Episcopales, se están organizando encuentros con misioneros también de 67 países y se están compartiendo experiencias de misioneros digitales -más numerosos en América Latina que en Europa- que tratan de acompañar y estar cerca de los «alejados que buscan la verdad y caminan heridos por el mundo, también por malas experiencias con la Iglesia».
«Samaritanear»
La dirección de este trabajo, informó la hermana Xiskya, se la dio personalmente el Papa con un neologismo: «Samaritanear», es decir, ser buenos samaritanos que «lleguen a las personas que caminan por los senderos digitales», tanto a los que «quieren redescubrir los valores del Evangelio» como a los que «nunca han oído el nombre de Jesús». La sinodalidad en esto es una gran «esperanza», teniendo en cuenta la «polarización en las redes sociales» y las «relaciones tóxicas».
Afrontar los problemas
El cardenal Lopéz Romero habló también de la riqueza del itinerario sinodal: «Este sínodo es sumamente enriquecedor. Nuestra Iglesia está todavía demasiado europeizada, occidentalizada. Debemos vivir este camino ayudándonos mutuamente, para que la Iglesia salga más católica, universal». A este respecto, citó el ejemplo de un obispo africano de una diócesis con muchas vocaciones y muchos bautismos: «Reprochó a un obispo europeo que quisiera darle una lección cuando sus iglesias estaban vacías». Por supuesto, «los europeos debemos aprender a ser humildes, pero también los africanos no deben presumir porque el éxito no depende del número. Debemos ayudarnos mutuamente a vivir el Evangelio», dijo el cardenal. «Habrá pasos adelante, pasos atrás, encuentros, choques, pero debemos mostrar la madurez para ser pacientes, los que van más rápido esperan a los que van más despacio… Es bueno que haya problemas, hay que abordarlos y no esconderlos bajo la alfombra».
Reacciones a la Fiducia Supplicans
Para concluir, también se mencionó la declaración doctrinal Fiducia Supplicans, que introdujo la bendición de personas del mismo sexo, suscitando reacciones contrarias en la propia Iglesia africana. Es un documento, subrayó el cardenal de Marruecos, «que debería haber pasado por una vía sinodal, no salió del Sínodo sino del Dicasterio para la Doctrina de la Fe. Mi Conferencia Episcopal se pronunció de otra manera, no se nos consultó. El continente africano se pronunció sin haber consultado a toda África». El presidente de la Secam, informó Lopéz, ‘de hecho se disculpó con nosotros’. Esto también es sinodalidad y aprenderla, concluyó el cardenal, «no es fácil».
SALVATORE CERNUZIO