El nuevo rector del Seminario Conciliar de Madrid afronta un curso lleno de cambios y con el foco de la Iglesia puesto en la formación de los futuros sacerdotes.
Es un periodo decisivo para los seminarios, foco de la Iglesia universal. ¿Cómo afronta este nuevo cargo?
Lo vivo desde la confianza en el arzobispo, don José, si considera que puedo asumir esta función dentro de la Iglesia. Muchísima gente quiere al seminario y verme de repente asumiendo este servicio —y ver cómo la gente manifiesta su cariño— ha sido algo reconfortante y a uno le anima. No estoy solo, es la Iglesia la que me acompaña.
Además, con hoja de ruta dibujada por el Papa, que recibió a los seminaristas al comienzo de este año.
Agradezco todo el trabajo que se ha venido realizando. Toca recogerlo, por un lado, y, por otro, ver las líneas que van marcando la Iglesia y nuestro cardenal. El Papa nos dijo que en la formación sacerdotal hace falta una espiritualidad profunda y una formación intelectual y una vida apostólica serias. Y también obediencia al obispo. Tenemos que seguir profundizando en el discernimiento, ayudar a que los seminaristas no solo sean discernidos, sino que aprendan a discernir y puedan enseñar el día de mañana en las parroquias o los lugares donde sean destinados. Al mismo, tenemos que profundizar en el conocimento de la vida diocesana y el papel de los laicos. En unos años la vida eclesial de Madrid va a cambiar mucho: el número de sacerdotes va a ser menor y los laicos van a jugar un papel importante; por tanto, los sacerdotes tenemos que saber acompañar ese proceso.
¿Y la dimensión afectiva?
Ya se está trabajando la dimensión humana, la afectividad, el conocimiento propio de la relación con los demás. Es un tema delicado, porque afecta a algo tan importante como la propia identidad, reconocer las heridas para acercarse a conocer quién es el otro y cómo acompañar ese proceso. Nosotros pedimos a los candidatos que quieren entrar en el seminario que tengan una vida comunitaria de fe, que todo lo que es la afectividad de una manera u otra pueda estar contrastada. También tenemos psicólogos que están presentes durante el proceso formativo y van trabajando con los formadores, dan pautas. Sí hay que asumir algún aspecto más, pero vamos en la buena dirección.
El seminario vive un tiempo de cambios. Equipo asesor, los chicos de Alcalá… ¿Cómo lo afrontan los seminaristas?
He percibido, por lo que van manifestando, que asumen los cambios con alegría y agradecimiento. Con el consejo asesor tenemos que empezar a dar pasos. En lo que se refiere a Alcalá, puede ser un momento muy enriquecedor para trabajar juntos. Los seminaristas se fían de la Iglesia y eso es muy importante. Iremos viendo luego cada paso.
¿Estamos contentos con el número de vocaciones?
Con una sola vocación ya estamos contentos, pero no podemos confiarnos sin más. La idea es hacer una campaña vocacional a nivel de reconocer lo que es la vocación cristiana, lo primero; que todos somos llamados y amados por Dios. Y, por otro lado, la sacerdotal. Este curso es un momento bonito porque hay un congreso de vocaciones en febrero organizado por la Conferencia Episcopal Española y será una buena oportunidad para centrarnos en este aspecto.
Siendo la gran urbe, los jóvenes llegan con muy diferentes sensibilidades.
Esta diversidad no es un problema; todo lo contrario. Estamos llamados al Madrid rico y diverso que nos viene y tendrán que ser futuros pastores de todos.
El Papa ha dedicado una carta a la importancia de la literatura en la formación sacerdotal. ¿Leen?
A nivel personal sé que leen, pero es un tema en el que estamos especialmente interesados. Y no solo en la literatura, lo abriría también a los distintos ámbitos de la belleza y la estética, como es el teatro o la música. Queremos hacer una invitación a cuidar todos estos espacios.
CRISTINA SÁNCHEZ AGUILAR
Alfa y Omega
19 de septiembre 2024