El viaje del velero de la Fundación Migrantes que acompañó al barco «Mare Jonio» de la Asociación Mediterranea Saving Humans para documentar las actividades de rescate ha llegado a su fin. «Hemos cambiado»: afirman Don Alessandro Messina y Donatella D’Anna, directores de las oficinas de Migrantes de Fano y Caltanisetta.
27 de agosto 2024.- Experimentar en primera persona la fatiga y el dolor de quienes piden una nueva oportunidad para el futuro, tender la mano para ayudar y compartir así una felicidad inesperada. Esta es la experiencia vivida por Don Alessandro Messina y Donatella D’Anna, directores respectivamente de las oficinas de Migrantes de Fano-Fossombrone-Cagli-Pergola y Caltanisetta, que participaron en la misión de Mediterranea Saving Humans. La embarcación iba acompañada de un velero de la Fundación Migrantes, organismo de la Conferencia Episcopal Italiana, para documentar las actividades de rescate en el Mediterráneo. Según datos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), del 1 de enero al 17 de agosto, más de mil personas murieron o desaparecieron en el Mediterráneo Central, mientras que casi 14.000 fueron devueltas a Libia, país declarado «no seguro » por las Naciones Unidas.
Alegría y sufrimiento
La misión humanitaria llegó a su fin y rescató a 182 migrantes entre el 24 y el 25 de agosto. «Nos sentimos cambiados», afirma Don Alessandro, al que todos llaman Don Sandro, en la misma línea que Donatella, que trabaja desde hace tiempo en estrecho contacto con los migrantes que llegan y les ayuda a encontrar trabajo. «No me sorprende lo que he visto -explica el responsable de Caltanisetta Migrantes-, he oído hablar mucho de sus viajes, de sus luchas para llegar a Italia, pero una cosa es oír hablar de ello en abstracto y otra vivirlo en primera persona». No oculta un velo de tristeza al relatar su experiencia, y a Don Sandro también se le quiebra la voz cuando hace balance de lo vivido. «Vi mucho sufrimiento, pero también felicidad en los ojos de los migrantes cuando los ponían a salvo en el mar Jónico. Es algo que deja huella.
Hay sitio para todos
El sacerdote añade que la idea de la misión surgió de un encuentro con Luca Casarini, activista y fundador de Mediterranea. Cuenta que le pidió que participara personalmente en una de las expediciones de rescate de la organización, y con el tiempo nació la idea de ampliar la iniciativa a la Fundación Migrantes. La decisión de enviar un barco de apoyo, explica Donatella, se tomó para permitir a la Iglesia «ver con sus propios ojos lo que está ocurriendo en el Mediterráneo» y para «ser testigo y portavoz de la tragedia que nuestros hermanos y hermanas viven cada día en el mar». «Como Migrantes -subraya don Sandro- tenemos una tarea especial, tenemos que concienciar a las comunidades cristianas y a la sociedad en general de la importancia de acoger, de construir una civilización del amor, una civilización en la que quepamos todos». «No podemos limitarnos a buscar, rescatar o acoger migrantes en Italia -añade Donatella- sino que debemos resolver el problema de raíz, mediante una profunda revisión del sistema de visados para disuadir a los migrantes de hacerse a la mar».
Amor por la humanidad
«El objetivo de este viaje -explica en una nota monseñor Gian Carlo Perego, arzobispo de Ferrara-Comacchio y presidente de la Fundación Migrantes- era conocer y comprender mejor lo que está sucediendo en el Mare Nostrum, para tener una mayor conciencia y conocimiento de cara a una documentación completa y un testimonio auténtico», nacido de la iniciativa de una Iglesia local, la de Fano, «para favorecer una mejor información sobre el fenómeno migratorio, libre de prejuicios y polarizaciones». «Dios ha creado el mundo para todos -concluye el padre Sandro-, nos ha creado hermanos y hermanas, como repite siempre el Papa Francisco. En esta misión he tenido el privilegio de compartir el amor por esta humanidad con otros, con personas de otras religiones, con personas que no tienen religión. Cristo está en las personas y lo que Jesús me enseña es el amor por toda la humanidad».
JOSEPH TULLOCH – TRAPANI