Esta mujer, que estuvo en las administraciones andaluzas cuando la corrupción fue galopante, está encantada de haberse conocido. Lo mismo le da arre que so. Ella, a lo suyo, a salir del paso cada día con una mentira más cabalgando contradicciones, con marcha atrás, según las órdenes contradictorias que recibe de su comandante en jefe.
Hay cosas, sin embargo, que no tienen un pase. Cuando hace tan sólo unos meses afirmó que, por encima de su cadáver Cataluña no tendría «ni puede tener un sistema fiscal ventajoso por encima del resto de territorios que conforman el Estado…», luego al verlas venir tras el pacto de Sánchez/Illa con los separatistas (ellos dicen que de izquierda, ja, ja, ja) de ERC, primero calló y luego dice que no es un sistema ni parecido al que gozan vascos y navarros.
No voy a pararme en los procederes personales de la vicepresidenta del Gobierno y ministra de Hacienda, ni más ni menos. Es algo sobre lo que la mayoría de españoles opinan a diario. Me interesa lo mollar que afecta a su departamento y a su responsabilidad política. Marisú Montero hará lo que le ordene su jefe y su jefe ha dicho y firmado que Cataluña tendrá una situación fiscal de privilegio. Punto. Que afecta negativamente a los andaluces, entre otros, tierra de la que procede tan distinguida dama. Punto.
¿Va a dimitir si se le obliga al trágala? No. ¿Realizará algún gesto que permitirá sobrevivir a su escasa credibilidad? Difícilmente. ¿Se opondrá con uñas y bagajes a una barbaridad constitucional y a una injusticia manifiesta que hace saltar la igualdad entre españoles? No lo creo.
Lo mejor para ella y para el resto de españoles es que deje de tomarnos por bobos de baba. Cuando toque a su fin el inmenso poderío del que alardea el pueblo dictará sentencia y no será, en ningún caso, nada benévola.
GRACIANO PALOMO
Publicado en OKdiario el 25.8.2024.