Los lectores habituales de Palo Alto saben que jamás me he apuntado a la decapitación facilona del jefe supremo de la Iglesia Católica, el Papa Bergoglio, al que hay que reconocer que siempre se sitúa en el lado más difícil, esto es, la defensa de los pobres y desheredados del mundo, tal y como marca el Evangelio. Y no me apunto a ese ejercicio sencillamente porque es el heredero de Pedro (Piedra) y me importa una higa si viene de la Patagonia, del Cabo de Hornos o de la metrópoli bonaerense. Es el Papa y punto.
Lo anterior no es óbice para que se esté echando a faltar que un Papa hispanoamericano, tan decidido y rompedor en multitud de ocasiones, diga una palabra siquiera acerca del genocidio insultante contra la humanidad que se está perpetrando en Venezuela y que confunde a los más de mil millones de católicos que tiene la Iglesia fundada por Jesús de Nazareth. Precisamente porque la voz del Papa resuena en todos los confines del mundo.
«Es hora de buscar la verdad y obrar en consecuencia…». Es todo lo que, hasta el momento, ha salido de la boca del romano pontífice. ¿Acaso los consejeros vaticanescos del Papa desconocen lo que es un secreto a voces en todo el orbe? ¿Quizá sus asesores ignoran lo que está ocurriendo en Venezuela, aquel país hermano, muerto de hambre y de represión, cuyos dirigentes comunistas y asesinos han buscado y encontrado en múltiples ocasiones el cobijo de Roma? No es posible que el papa Francisco desconozca lo que todo el mundo conoce.
La verdad, Santo Padre, es que Maduro, el que invocó a Jesucristo en el esperpéntico y fraudulento mitin de su «victoria» (sic), es que el chavismo perdió de forma abrumadora las elecciones presidenciables, robó unos comicios claros y, a partir de ahí, inició un terrorismo de Estado que el actual jefe de la Iglesia universal ha denunciado sin paliativos en otras ocasiones en distintas partes del mundo.
No creo que ese silencio de Francisco que retumba se deba a que los genocidas caribeños, según señalan determinadas informaciones, tengan depositados en la banca del Vaticano el producto de su expolio durante 25 años del patrimonio que es propiedad del pueblo venezolano. No lo creo, sencillamente, porque si alguien ha demostrado estar por encima de los bienes terrenales es Bergoglio. Tengo mis teorías (sólo teorías) al respecto; quizá el secreto a ese silencio haya que encontrarlo al temor a una represión brutal de aquel régimen a los sacerdotes que tratan de extender el mensaje evangélico entre las gentes de aquellas latitudes.
Da igual. La Iglesia históricamente siempre se engrandeció cuando fue perseguida. El hecho cierto y descriptible es que una inmensa mayoría del pueblo de Venezuela espera ansiosa una palabra del Papa al respecto. El silencio, aún menos la equidistancia, Santo Padre, no es una opción. Su Santidad lo sabe.
GRACIANO PALOMO
Publicado en OKdiario el 10.8.2024.