El presidente de la Pontificia Academia para la Vida, hoy, en la visita al Papa, a quien presentó el glosario publicado por LEV, «Pequeño Léxico del final de la vida» afirma a Vatican News que «la Iglesia nos invita a reflexionar sobre hasta qué punto la obstinación terapéutica no es una expresión de la medicina a favor de los enfermos». En política sobre estos temas es necesario alcanzar el mayor consenso común posible.
Ciudad del Vaticano, 8 de agosto 2024.- Oposición absoluta al suicidio asistido y a la eutanasia; defensa del derecho a la vida, especialmente de los más débiles; necesaria evaluación de los tratamientos desproporcionados; mayor atención a los enfermos; colaboración entre Iglesia y política en las cuestiones relativas al final de la vida. Monseñor Vincenzo Paglia, presidente de la Pontificia Academia para la Vida, aclara algunos puntos en el «Piccolo lessico del fine vita» («Pequeño léxico del final de la vida»), un glosario de 88 páginas publicado por la LEV sobre las cuestiones altamente éticas relacionadas con el debate sobre el final de la vida: desde la eutanasia y el suicidio asistido hasta los cuidados paliativos y la incineración.
Publicado a principios de julio, el glosario vuelve a estar en primer plano en estas horas después de que algunos periódicos destacaran lo que supuestamente son «aperturas» por parte de la Santa Sede. En realidad, explicó Paglia a los medios vaticanos, se trata de indicaciones que hunden sus raíces en los últimos setenta años de Magisterio de los Papas y de la Iglesia. El arzobispo entregó esta mañana, 8 de agosto, un ejemplar del «Léxico» al Papa Francisco, que lo recibió en audiencia en el Palacio Apostólico.
Monseñor Paglia se ha reunido hoy con el Papa y le ha entregado el «Pequeño léxico del final de la vida». ¿Qué ha dicho al respecto Francisco, que siempre ha insistido en defender la vida en todas las fases de su desarrollo?
El Papa Francisco reiteró su aprecio por el trabajo que realiza la Pontificia Academia para la Vida. Ciertamente el tema del final de la vida es complejo y la Iglesia tiene de su lado un rico Magisterio, desde Pío XII en 1957 hasta hoy. La vida debe ser defendida a lo largo de toda la existencia, no sólo en algunos momentos particulares. Sobre todo, hay que defender el derecho a la vida, y en particular la vida de las personas débiles, para contrarrestar esa «cultura del descarte» que se esconde tras la pretensión de autosuficiencia y autonomía de las mujeres y hombres de hoy.
Algunos dicen que este vademécum representa una apertura de la Santa Sede a la suspensión de la alimentación y la hidratación. ¿Es así?
Recuerdo que ya en 1956 Pío XII -como recoge el Léxico- afirmaba la licitud de suspender la ventilación si se daban ciertas condiciones graves. Y ya en 2007, la misma Congregación para la Doctrina de la Fe, tras afirmar un presupuesto positivo para su uso, reconocía que pueden ser lícitamente interrumpidas (o no iniciadas) cuando supongan «pesadez excesiva o molestias físicas importantes». Se trata de dos criterios que forman parte de la definición de tratamiento desproporcionado, es decir, aquel que debe interrumpirse. Se trata de una evaluación que requiere siempre, en la medida de lo posible, la participación del enfermo. El Léxico debe leerse íntegramente.
¿Cambio sobre la eutanasia y el suicidio asistido? Algunos periódicos, a propósito del Pequeño léxico del final de la vida, han afirmado que el rechazo de los tratamientos fútiles o el rechazo de la obstinación irrazonable en los cuidados enmascaran en realidad un juicio favorable sobre …
La Iglesia reitera su absoluta oposición a cualquier forma de eutanasia y de suicidio asistido. Y es también mi convicción, aunque algunos quieran hacerme decir lo contrario. Pero la Iglesia nos invita también a reflexionar sobre el hecho de que la obstinación irrazonable (obstinación terapéutica) no es expresión de una medicina y de unos cuidados verdaderamente a medida y a favor de la persona enferma. La muerte es, por desgracia, una dimensión de la vida. Es inevitable. Por supuesto, nunca debemos acortar la duración de la vida, pero tampoco debemos empeñarnos en obstruir su curso de ninguna manera. Somos frágiles. Por eso debemos cuidarnos los unos a los otros. Debemos hacer mucho más de lo que hacemos normalmente para acompañar a las personas en las etapas finales de su existencia, sabiendo que para nosotros, los creyentes, la muerte no es la última palabra.
En el Léxico se habla de «mediaciones legisladas», ¿cuáles se consideran aceptables?
No hay «mediaciones aceptables» a priori. Ciertamente, en las cuestiones fundamentales y muy delicadas del final de la vida es deseable que se alcance el mayor consenso común posible y, por tanto, que se mantenga frente a las diferentes sensibilidades y creencias religiosas de forma respetuosa. Esta es la tarea de la política. La Iglesia puede colaborar, con vistas al bien común de toda una sociedad. A ella le corresponde formar conciencias, más que elaborar leyes.
SALVATORE CERNUZIO