Se autotitula «progresista». Y sus hechos demuestran que está instalado en la más pura caverna feudalista que nada tiene que ver con los principios básicos del socialismo internacionalista, ni siquiera con aquellos postulados de la Revolución Liberal de 1878. Se trata de un jeta, un inmenso jeta, en estado puro que se cisca un día sí y otro también en los ejes básicos que vertebran un Estado.
La guinda a su pastel maloliente y antihistórico es el acuerdo con el independentismo voraz, egoísta, cavernícola, fachoso, cuyo objetivo básico y último es acabar con más de 600 años de pertenencia de un territorio bajo la bandera común de España. ERC y el PSOE (llámelo PSC si le gusta más) han perpetrado al alimón un navajazo a un bien esencial y descriptivo de lo que es una nación solidaria, progresista, justa y permanente. La independencia hoy no es sólo lucir bandera propia en los JJOO; no. La independencia hoy es básicamente económica y dentro de lo económico la capacidad impositiva y recaudatoria. Obsérvese, por ejemplo, que España es miembro de la Unión Europea pero su soberanía en lo económico se residencia en la jurisdicción para establecer sus propios impuestos y recaudarlos.
No hay que olvidar que el quilombo catalán, con su golpe de Estado posterior, comenzó con la negativa de Mariano Rajoy a concederle (2013) al entonces jefe de la comunidad autónoma catalana, Artur Mas, el pacto fiscal al estilo del País Vasco y Navarra como exigía el jefecillo nacionalista. Claro, Rajoy, con sus fallos, era un presidente del Gobierno que tenía una cierta idea de la dignidad de su cargo, cosa de la que carece por completo Sánchez.
España ha dejado de ser un Estado de Derecho, con ciudadanos y territorios libres e iguales, para que Sánchez pueda presumir de colocar a su candidatura al frente del Gobierno autónomo catalán. Por fin, los independentistas consiguen su «soberanía» fiscal y se convierten en un Estado al margen del Estado.
El resto son cuentos. Oír a esa balbuceante portavoza, Pilar Alegría, hablar con argumentos de chiquilla en segundo de bachiller del triunfo del diálogo y la negociación conduce directamente a la melancolía. ¿Dónde han pescado a la aragonesa? Sus argumentos son auténticos insultos a la inteligencia. Cuando habla de negociación hay que entender «cesión» sin más; aceptación de chantajes políticos que podrían poner en juego la existencia de su propia vida como ministra y, desde luego, la de su adorado jefe.
Tras negar taxativamente en ocasiones varias la otra lumbrera gubernamental, la señora Montero, la de Hacienda, que habría una financiación especial para Cataluña, nos encontramos que, en efecto, Cataluña y su independentismo han conseguido lo que nadie había logrado hasta la fecha: ser soberanos fiscalmente… A partir de ahí, el resto se da por añadidura.
El «disparate» técnico sanchista que pone en riesgo los servicios públicos en toda la nación es también una traición política sin paliativos. ¿Qué cara se les habrá quedado a los votantes socialistas en el resto de los territorios españoles? ¿Y a los líderes del PSOE? ¡Sería para descarallarse de risa de no tratarse de un tema tan serio!
PD. ¡Ojo! Porque a la entrega de la soberanía fiscal hay que sumar lo de las «selecciones deportivas». Según la entrega sanchista al independentismo, Cataluña tendrá las suyas propias al margen de España (una de las cosas que más unía a los españoles) y una nueva «inmersión lingüística», esto es, pérdida de derechos de los castellanohablantes, pese a las constantes condenas de Europa al apartheid catalán.
GRACIANO PALOMO
Publiado en OKdiario el 3.8.2024.